«Aquel Shanghay estaba en Zanja, entre Campanario y Manrique.»

 

     Un nuevo tema que pretende ser canción fue dado a conocer por voces de ese llamado Movimiento de San Isidro. De inmediato, los medios de Miami y políticos de estos mismos lares a él se refirieron casi como algo comparable con la gesta que con el Himno Nacional dio inicio a la guerra de independencia en 1868.

     Para ellos, sin que quepan dudas, resulta una gran tonada: profunda, culta, alentadora y tan cívica que levantará tremenda oposición contra el sistema cubano. Fue grabada en medio de una calle y sus autores de inmediato la dieron a conocer en video por las redes sociales.

     Hay que escucharla. Su letra es tan obcena que a la radio y televisión de los Estados Unidos no le es permitido su trasmisión. No obstante, en medio de una populosa calle de la Habana Vieja y a voz de cuello su solista la cantó y de elogios fue colmado en este norte del charco del Estrecho de la Florida. 

     Tal “artista” se exhibió a lo Tarzán, sin camisa, y figurándose un Benny Moré, un Miguel Matamoros o un Amadeo Roldán, antes de dar inicio a la función orientó a su coro de tres o cuatro seguidores con palabras que por un decente escribir doy a conocer con tapujos ortográficos. Dijo el tipo: “Cuando yo diga Díaz Canel ustedes dicen: sin… –ahora que el lector sitúe la consonante g seguida de dos vocales: ao. ¡Díaz Canel! –e igual–…” Soez expresión que sería coreada por esos tres o cuatro “artistas patriotas” que Miami encumbra. Sin pudor la repetían ante la mirada atónita de residentes de la barriada que observaban un espectáculo con palabras tal vez solo apropiadas para el escenario del desaparecido teatro de relajo Shanghay. En una de las tomas, uno de su grupito de “artistas,” y también sin camisa, pasa frente a la cámara diciendo: “¡De pin… –de nuevo la consonate g, ahora sólo seguida de la vocal a–, la  gente esta cansá, asere!”

     Jamás en la historia de Cuba se había visto algo que queriendo ser político fuese tan amondongado, grosero e inculto. Ni cuando las luchas gansteriles entre bandas rivales. Pero en Miami, en uno de los noticieros de por la tarde –claro  sin que se escuchara la canción– elogiaron el burdo y shangaiyano acto, para ellos patriótico, y tratando de echarle alguna miel al estiércol solo señalaron que el tema tuvo algunas palabras irrepetibles.

     Viendo este video recordé otro de unas semanas atrás, nada menos que también grabado por estos mismos “patriotas” durante una huelga de hambre que decían llevar a cabo. Inaudito es que en un acto que debía ser solemne mostraran todo lo contrario. “Huelga de hambre” que en Miami fue muy publicitada por locutores de noticieros y otras figuras del ambiente político, pero también sin mostrar todas las imágenes, las cuales, repetimos, fueron grabadas y dadas a conocer en las  redes sociales por los mismos que por sus ideales democráticos decían estar dispuesto a morir de inanición. Las colchonetas en el suelo parecían no existir y entre aquellas cuatro paredes los huelguistas gozaban de lo lindo. Repletos de energías bailaban impulsados por la música machacante de un reguetón. Incluso, en otro momento una dama abre un refrigerador para enseñar cuan atiborrado de comida estaba.

     A la puerta de esa misma vivienda, estos asalariados de Washington grabaron otro asombroso momento de su trayectoria política. Un policía se presenta con citación judicial para uno de ellos. El interpelado, sin camisa, manotea en la cara del agente de la ley, lo acusa de no ser nadie y a gritos, agresivo, le dice una y otra vez: “¡Yo soy una bola de coj…–no es de cojines, así que cambien la i por una o–, me oíste!”, “¡Una bola de …!” ¿Qué fue lo que hizo el policía? Imperturbable entregó la citación, dio media vuelta y se retiró.

     Si el muy conocido Santo con potestad para decirle a San Pedro que abra cualquier sección de cielo para dejar caer las benditas lluvias, si San Isidro Labrador los oye seguro que les corta el suministro de agua. Antes de subir al cielo, de él se cuenta que en una ocasión su hijo cayó en un pozo y con una oración logró que el agua del pozo subiera y rescató al niño. También, durante una gran sequía golpeó con una vara al reseco suelo y al instante allí brotó un generoso riachuelo para alegría de los labradores. Pero a estos personajes que denigran su nombre, seguro que les corta no solo el agua de la pila, sino que les turbia hasta la de los pomos en el refrigerador.

      Sin embargo, estos son los “héroes” que Miami exalta a diario y que a las claras muestran la capacidad de sus neuronas. Ellos, sin dudas, gozosos de su ideología, de su profundo pensamiento social y, sobre todo, del guaniquique que por trasmano reciben de Washington, cuyo Senado hace días, incluso, aprobó una resolución en apoyo a tal grupo.

     Mientras, ellos mismos se desacreditan ante las personas decentes y ante políticos sensatos al publicitar sus actos. Sin embargo, hay sordera e invidencia en los medios de Miami, en republicanos en el congreso, también en ciertos demócratas que siguen con la cantaleta de la brutal represión policial que se ejerce contra los paladines de la democracia en Cuba. Una sordera e invidencia que al parecer contamina –incluso más que el Covid-19—también al nuevo inquilino de la Casa Blanca si es que no le están escondiendo la bola. 

     Si algo similar hubiese ocurrido aquí, en los Estados Unidos, cabría preguntarse si se permitiría que en canción pública se diga que el Presidente en funciones, sea Obama, Busch o Trump, es nada menos que un sing… Otra pregunta sería: ¿El encuentro entre tipo tan bravucón y el agente de la ley hubiera terminado como terminó? ¿O hubieran sonado disparos y rato después un hospital recibiría un herido, o la morgue un cuerpo? 

      Para Radio Miami escribió Nicolás Pérez Delgado.