Desde que el planeta fue habitado por seres humanos como consecuencias del desarrollo de la vida, surgieron muchos aspectos que hacían la obligada convivencia en colectivo, incluyendo el sustento para continuar y mejorar la especie. Pero esto no logra hacer una sociedad perfecta donde el hombre no sería enemigo del hombre sino su semejante en todo. Hasta en el mal. Esta sublimidad del pensamiento no era posible pues se trataba de un ser imperfecto, como todo lo que da la naturaleza, en este caso la humana.
Dentro de todo el conglomerado de esa vida teníamos las cualidades y defectos naturales. Pero el concepto ”maldad” se sobresale por entre muchos otros. El hombre como ser universal decide imponer sus codicias, criterios y mandos sobre otros y de ahí que lo malo, en ocasiones, iguala o supera lo bueno.
La historia nos lleva a los días de hoy, atravesando por siglos de guerras, muertes crueles, epidemias, devastaciones naturales y las creadas por el mismo humano, etc. Hoy la delincuencia llega a extremos increíbles, aprovechando la modernidad y desarrollo de los medios del mal. El crimen es una de sus “cualidades”, haciendo que este se convierta en razón principal para ganar terreno contra la ley.
Recientemente hemos sido observadores de esas costumbres de presenciar lo malo que se está poniendo la cosa. Hay casos en que también todos somos víctimas, ya que cuando se atenta contra algo colectivo, nosotros somos parte de esto directamente. Un pequeño ejemplo claro muy común es el reciente robo a un tráiler donde se encontraban almacenados miles de dólares en juguetes donados para los niños enfermos de cáncer. Dentro se podía observar logos de la asociación humanitaria, que los delincuentes pudieron perfectamente leer. No cabría en la mente semejante hecho de no ser que ya estamos en una sociedad que se ha contaminado demasiado y cada día pierde más de sus valores.
No estamos tan altos en el desempleo, ni hay crisis económica en nuestras barriadas, como para de alguna manera explicar – nunca justificar – lo sucedido. Se trata pues que la maldad lleve intrínseca el valor humillante de quienes la cometen. No hay forma humana de medir sus causas, aunque si sus consecuencias que eatán enfermando cada vez más nuestro entorno.
Les habló ”Desde Miami” Roberto Solís.









