«El Quijote en su parque habanero de 23 y J «

 

Hasta el más fuera de la  realidad sabe que el mundo está en desacuerdo con el bloqueo a Cuba. Lo sabe hasta el más despistado.  Ahí siguen, año tras año, las votaciones en la ONU, donde desde hace décadas casi todas las naciones abogan por el fin de ese bloqueo. Pero Joe Biden, al parecer tan decentico presidente demócrata, se empecina e insensible, siguiendo la ya vieja, imperial, abusiva y maloliente política, pretende ser más trumpista que Donald Trump e insiste en emporcarse hasta las cejas en ese ya sexagenario bloqueo. 

     Así quieren capitanear al mundo, de acuerdo solo con sus afanes de dominio imperial. Tanto que hace poco dictaminó: “Vamos a tener un nuevo orden mundial y tenemos que liderearlo”. 

     ¡Qué arrogancia! ¡Qué ansia más insana! ¿Por qué un solo país tiene que llevar de la mano al resto del mundo y como a un niño chiquito decirle cómo tiene que comportarse? ¡Tal prerrogativa nadie debe tener! Ni Estados Unidos, ni China, ni Rusia, ni Alemania… ¡Nadie! ¿O Washington lo que quiere es, cuando le convenga, el silencio, un silencio cómplice como cuando bombardeaba a Irak, Libia o Vietnam y los medios no hacían política con desconsolados niñitos llorando sin entender el porqué de tantos escombros ni el porqué de la sangre bajo los cuerpos de sus hermanitos y de su abuelita?

     Las palabras usadas parece que no alcanzan para condenar esos deseos. Habría que buscar otras, más sonoras, más estrepitosas. Echar mano a una lengua menos conservadora, menos relamida de la que parece se estacionó en nuestra América hispana. 

     Emplear, digamos, el español de España. El que a menudo escuchamos en programas estelares de la televisión de Madrid, nada irrespetuoso, ni extraño, ni disonante cuando sin desasosiego se oye  con toda naturalidad decir mojón, joder, culo, cagar, acojonado, coño, mear y otras palabras por el estilo. 

      Sin embargo, nosotros, americanos hispanohablantes, no sé si será que deseando ser más finos, más elegantes en el decir que los de la Madre Patria que por un tiempo a la fuerza nos colonizaron, rechazamos esas palabras por considerarlas impuras, malsonantes, soeces. 

     Ahora mismo, también respecto a Ucrania haría falta, pues el muy circunspecto presidente estadounidense debía tener presente a un John F. Kennedy  y tallar con Vladimir Putin, como hizo JFK con Nikita Jruschov, y razonar con el ruso respecto a Ucrania y no estarse haciéndose el machote de la película con una insustancial guapería, acusando al otro jefe de Estado de criminal, cobarde, genocida  y otros improperios por el estilo, hasta decirle que no puede seguir en el poder. Adjetivos y más adjetivos, sanciones y más sanciones y entrega de miles de millones de dólares al obediente presidente ucraniano, el cual, sin que falte un día, aparece en televisión, fresco y bien maquillado, como si fuera a filmar una película, cuando lo que se requiere es analizar el conflicto desde sus raíces, con diplomacia tratar de resolverlo. No avivarlo, tal como constantemente hace el presidente Biden, principal eje impulsor del conflicto, a quien siguen sus subordinados de la OTAN.

     “El tipo lo que es un ladino, un zorro, un taimado,” me dice mi salomónico amigo Irenaldo García, de quien vuelvo a repetir nada tiene que ver con el esbirro batistiano de igual nombre, y agrega: “Rusia es una gran potencia económica, de las primeras del mundo, y Biden quiere aparentar ser un justo adalid dispuesto a todo cuando lo que pretende es degradar a ese pueblo euroasiático, estrangular su economía, impulsar a la mayoría del mundo a romper vínculos comerciales y llevar a Rusia al debacle económico. 

     En esencia, lo mismo que Biden y sus antecesores han hecho durante más de sesenta años contra Cuba. Aunque Biden y Trump (hay que darles el demérito) lo han hecho con extrema virulencia. ¡Sesenta años! Suma que rompe cualquier récord histórico. Y sin bochorno, para justificar lo criminal de la acción acusan a la Isla, entre otras atrocidades, de patrocinar el terrorismo, aunque sin proporcionar ni una prueba de ello; mientras existen cientos de documentados casos del más puro terrorismo efectuado desde Estados Unidos contra el pueblo cubano, incluso una invasión armada organizada por su CIA y, en las montañas, haber dado apoyo de todo tipo a bandidos armados que torturaban y asesinaban hasta a adolescentes que alfabetizaban a los campesinos. 

     Decenas de toneladas de explosivos introdujeron en la Isla para sus atentados, fuego dieron a fábricas, comercios y cañaverales, sin contar las misiones secretas como la que propagó la fiebre porcina en la isla y los múltiples intentos de asesinar a Fidel Castro; esto acompañado de mares de calumnias en los medios de difusión masiva para confundir e impedir que el ejemplo soberano de Cuba cunda, sobre todo en América Latina.

     ¡Mentirosos que son! 

Ni siquiera el gobierno revolucionario ha efectuado una sola acción de violencia en relación con la base militar de Guantánamo, ¡ni siquiera ahí!, base que Washington mantiene en el oriente de la Isla en contra de la voluntad del pueblo y del gobierno cubano.      

      Ahora, además de Cuba, toca turno al para ellos terrible oso ruso al que todavía tildan de comunista.  Más adelante le tocará a China, a la que ya tienen en remojo.

     Para denunciar tal política, sin duda, el idioma que utilizamos no alcanza. Habría que echar mano al español de la Madre Patria y no solo decirle al poderoso presidente que él sí es un criminal cuando cobardemente pretende matar al pueblo de Cuba nada menos que de hambre, dejarlo sin medicinas, impedirle el comercio internacional, etcétera, etcétera, lo cual todo el mundo sabe y por eso la ONU a favor de Cuba vota. 

     Un presidente que se envanece de su gran poder y cree ser el amo del planeta por su maquinita de hacer dólares y por sus 800 bases militares ubicadas en más de 70 países, aun sabiendo  que ni Cuba, ni Rusia, ni China tienen ni un solo soldado fuera de sus territorios. Así que  lo que habría que decirle es x$%kk/x-z&*¡z?>q%”^0x**+*#*.  ¡Traduzcan bien, por favor!  

     Sin embargo, hispanohablante como es el cronista, optó por signos que literariamente representaría escorpiones,  cucarachas, víboras, pulgas, gusanos de cementerio, ratas, alacranes, garrapatas, arañas y otras asquerosas alimañas, absteniéndose de utilizar incluso algunas palabras nada inusuales en medios cultos de la Madre Patria y que ya iban a su ordenador, lo que detuvo pues vergüenza y asco le daría que lo igualen a la constante cochinada de los miamenses contra el presidente Díaz Canel.  

     Dicho y escuchado y analizado todo lo dicho y no dicho, no hay que dudar que anden por la región suprema por la que anden, el Quijote de Cervantes agitará su lanza, arma solo destinada para caballeros, y dirá a su fiel escudero: “Qué lástima, Sancho, el cronista nada tiene que ver con esa gentuza del tal sitio Miami y duro tiene que cabalgar en su jamelgo contra esa tan poderosa y falsa excelencia que quiere regir a este dolido mundo nuestro. Sancho, fíjate como atragantó ciertas palabras aun viendo cómo quieren hacer trizas a su tan corajuda y preciosa ínsula.”

      Para RadioMiamiTV, Nicolás Pérez Delgado.