Traducido del Más Allá por Max Lesnik
La Política y los millones
Según los que saben de esas cosas, en la campaña presidencial que se avecina en Estados Unidos, entre los dos candidatos a la jefatura de la nación, el Demócrata y el Republicano, se gastarán más de dos mil millones de dólares, la cifra más alta en todas las contiendas electorales de todos los tiempos en los anales de la historia política norteamericana.
El dinero es lo que mueve las elecciones en Estados Unidos. Ya Napoleón había dicho antes, que para ganar una guerra tres cosas eran totalmente imprescindibles: Dinero, dinero y más dinero. Y fue el militar prusiano Carl Von Klausewitz el que señaló después, que “la guerra es la política por otros medios”. De manera que unido lo primero con lo segundo, ello explica la razón de por qué los intereses creados en Estados Unidos gasten en la “guerrita” que culminará en noviembre del año próximo, tantos millones de dólares por el control de la Casa Blanca.
Lo que empezó como democracia en la república norteamericana de tiempos de George Washington, es hoy por hoy una absoluta plutocracia donde el dinero, es el que cuenta para decidir quienes serán los gobernantes que tengan en sus manos los destinos de la nación.
No hay que ser muy inteligente para saber que si un millonario o una empresa contribuye con X millones de dólares a un candidato de tal o mas cual Partido, no lo hace con fines patrióticos y altruistas sino para recibir en retorno algún beneficio económico de las alturas del poder.
Lo cierto es que el sistema electoral norteamericano, incluyendo la corrupción del dinero, se ha impuesto como sello distintivo en las llamadas “Democracias Representativas ” de nuestro continente y en el resto del planeta. Hubo un tiempo en que en Cuba era así, en el que la vergüenza era derrotada por el dinero.
De Miami salió una vez una frase popular. “Aquí lo que importa es el cash”. Y si eso es democracia que venga Dios y lo vea. Digo yo.
Y hasta mañana jueves amigos de El Duende que con mi gallo me voy cantando a mi tumba fría. Bambarambay.
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