Traducido del más allá por Max Lesnik.
El “flojo de piernas”
Me dicen que el cantautor Pablo Milanés hizo unas declaraciones en República Dominicana diciendo que en Cuba había un gobierno “estalinista” que se oponía a los cambios de los nuevos tiempos que vive el mundo. Y dicho esto, de lo mas campante, comenzó a cantar canciones de amor, mientras el público presente le pedía que interpretara sus canciones de loas a Fidel y a la Revolución cubana.
A decir verdad no es la primera vez que Milanés, en un afán tardío de protagonismo, en su eterna rivalidad envidiosa con el más genuino representante de la Nueva Trova cubana Silvio Rodríguez, lanza dardos venenosos contra la dirección política de su país, en un afán ridículo por ganarse la simpatía de la extrema derecha de Miami, que a fin de cuentas seguirá pensando que este “flojo de piernas”, que tantas veces le cantó loas a Fidel y a la Revolución, no merece otra cosa que el desprecio que les cuadra a los oportunistas de toda laya que se cambian de casaca o mudan la piel como los camaleones.
Pablo Milanés, en el ocaso de su vida artística es ahora un hombre de contradicciones retorcidas. No hace mucho le dijo a alguien, como quien revela su gran secreto, que lo que él andaba buscando con su actitud, era que el gobierno cubano le prohibiera viajar a La Habana, para entonces armar un gran escándalo y así lograr el perdón de la “gusanera” de Miami, así lo expresó : “Gusanera”, como el mismo decía en sus tiempos de militante de corta y clava.
Lo del “estalinismo” más bien parece una broma. Si Fidel fuera un Stalin, Pablo Milanés por mil razones que no vamos a repetir ahora – y ninguna de ellas políticas o ideológicas-, hubiera desaparecido hace ya mucho rato del mundo de los vivos.
Mulato oscuro, cojo flojo de piernas, gordo y feo, casado con una blanca española, poco hubiera durado vivo bajo un gobierno estalinista, el oportunista Pablo Milanés. En el Miami racista derechista tampoco le iría muy bien por las mismas razones al susodicho “flojo de piernas”.
Alguien tiene que decirlo. Y lo digo yo, que para eso están los Duendes para decir en alta voz lo que otros callan por favor o compasión.
Y hasta el próximo lunes amigos de El Duende que con mi gallo me voy cantando a mi tumba fría. Bambarambay.