Precisamente en estos días se conmemoran la barbarie de las destrucciones de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki – 6 y 9 de agosto de 1945 – por bombas atómicas yanquis (ace ya 72 años), después de bombardeos rasantes en 67 ciudades niponas cuyo colofón fue el lanzamiento de estos monumentales artefactos de destrucción masiva.
La orden expresa fue dada por el presidente de Estados Unidos, Harry S. Truman. “Little Boy” y “Fat Man”, les llamaron con macabra y morbosa jocosidad estilo yanqui a esas bombas – de uranio y plutonio respectivamente – lanzadas desde un avión B-29 llamado Enola Gay.
El radio de destrucción total fue de 2.5 kilómetros (5 km. de diámetro). Las fatales consecuencias fueron de momento 140 mil y 246 mil personas, entre hombres, mujeres y niños, en su inmensa mayoría civiles. Años después se fueron sumando decenas de miles más afectados por el envenenamiento de la radioactividad de esos desastres. El calor emanado por esas bombas superó los 7,000 grados centígrados.
Pocos días después el entonces emperador Hirohito, rinde sus fuerzas ante Estados Unidos.
También y por este lado del mundo, en Cuba el 6 de agosto de 1,960, se anuncia por el líder máximo, Fidel Castro Ruz, la nacionalización de 382 grandes empresas, entre ellas 26 monopolios yanquis, que incluían la Compañía de Electricidad y la de Teléfonos, así como 36 de los mayores Centrales de azúcar de caña. Estas acciones completarían menos de un año después, el conjunto de leyes que hace que se declare la Revolución Socialista a 90 de territorio estadounidense, solo horas después de un criminal ataque aéreo desde Estados Unidos, que incluía población civil.
Como complemento a estas conmemoraciones en capital cubana, el actual gobierno japonés, decide entregar la condecoración Orden del Sol Naciente, Estrella de Oro y Plata, al respetado y reconocido Historiador de la Ciudad de La Habana, Eusebio Leal Spengler, “por su enorme contribución al estimulo del intercambio cultural y entendimiento mutuo entre ambas naciones, que datan de hace más de cuatro siglos”, fueron parte de las palabras del excelentísimo Embajador de Japón, en Cuba, Masaru Watanabe. Honor a quien lo merece.
Los políticos y las políticas.
Claro está que cuando hablamos del hombre nos referimos a ambos sexos como seres universales que se inclinan en el diccionario a usar el masculino. No sé por qué. Por eso cuando hablamos de políticos, abarcamos a los y las, no como alguien dijera erróneamente alguna vez “millones y millonas”.
Los personajes de marras con nombres y apellidos son los que nos meten las leyes a la cañona. Las conocidas “políticas” – sin especificar sexos – y sus regulaciones son impuestas por los señalados “políticos” de ambos géneros
Las “políticas” que nos hemos merecido por salir a votar en una enorme minoría, conociendo mucho y siempre que esa arma, el voto, es letal para los malos individuos que intentan y muchos logran llegar a los poderes de mando. Ejerciéndolo cada vez más mal.
Aquí en esta nación vota la inmensa minoría y Miami no es la excepción. Recientemente y en elecciones locales los votos totales no superaban el 10 % del electorado para el ganador de cargos y posiciones importantes y que puede decidir hasta el futuro bueno o malo de nuestras comunidades.
Se hace ridículo que se acepte por la ciudadanía y sus autoridades más selectas y elevadas en rango, que un funcionario sea el “elegido” cuando votó el 10 % de los votantes y su mayoría es el 50 % más uno, o sea que sale por un poco más del 5 % de los votos. ¿ Y el otro 90 % qué…? Es la pregunta que se hace la mayoría del pueblo.
Por decantación, esos elegidos (¿serán solo por los dioses?), confeccionan e imponen las políticas – sus políticas – y por lo tanto nuestros representantes electos como pueblo, hacen y deshacen lo que les venga en ganas, autorizados por nosotros mismos. Incluyendo también beneficios particulares y favoritismos autorizados.
El voto debería ser obligatorio. Por ejemplo en Perú se multa al que no lo ejerce en las elecciones.
Les habló para radio-miami.org, Roberto Solís Ávila.










