Ciertamente que el camaleón de Vargas Llosa, a pesar de sus millones, ha quedado desacreditado ante la opinión pública mundial.
Las “virtudes” para cambiar de bando del escritor peruano Mario Vargas Llosa eran altamente conocidas mientras se sospechaba que ocultaba abultados capitales en los llamados Paraísos Fiscales lo cual quedó demostrado al publicarse los denominados Papeles de Pandora.
El escritor, convertido en acérrimo ultraderechista que ha hecho un enorme daño a los gobiernos y movimientos de izquierda en América Latina, aparece como propietario de la sociedad offshore Melek Investing en el Paraíso Fiscal de Islas Vírgenes Británicas como forma de canalizar los ingresos de derechos de autor y vender sus inmuebles en Londres y Madrid. Una forma de evadir los impuestos fiscales.
El documento destapado por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) bajo el nombre de Papeles de Pandora, asegura que Vargas Llosa fungió como dueño de la Melek Investing entre 2015 y 2017 la cual recibió un capital de 1,1 millón de dólares y cuya cuenta manejaba el banco de inversión estadounidense Jefferies para colocar el dinero en distintos instrumentos financieros y bursátiles.
Al reseñar el informe de los Papeles de Pandora, el diario peruano El Correo indica que el capital de la sociedad de Vargas Llosa provenía de “las regalías obtenidas por las ventas de sus libros y de varias propiedades de las que se había deshecho recientemente en Londres y Madrid”.
Pero no es la primera ocasión que el peruano galardonado con premio Nobel de Literatura aparece en listas de Paraísos Fiscales pues en 2010 también su nombre formó parte de los Papeles de Panamá, una de las primeras investigaciones internacionales sobre sistemas para evadir impuestos.
La aparición de su nombre en esa lista ocurre a pocos días de las declaraciones que realizó como invitado de honor en la convención del derechista Partido Popular de España (PP), encabezado por Pablo Casado y a la cual asistieron el ex presidente francés Nicolás Sarkozy, condenado dos días después en su país por corrupción; José María Aznar, que llevó a los españoles a ser cómplices en las guerras de Irak y Afganistán y el venezolano Leopoldo López, golpista y prófugo de la justicia, entre otros.
En esa convención, Vargas Llosa declaró que «lo importante no es que haya libertad en las elecciones, sino votar bien», en alusión al triunfo alcanzado en Perú por el nacionalista Pedro Castillo al derrotar a la derechista Keiko Fujimori.
Pero analicemos porque le han puesto el sobrenombre de camaleón (cambia de color e ideología) a este personaje que ya cuenta con 85 años.
En el libro “El hechicero de la tribu”, del politólogo, escritor e investigador, Atilio Borón, se describen las distintas facetas políticas por las que ha pasado.
Sus primeros años los comenzó como militante en una célula clandestina del Partido Comunista Peruano en la Universidad de San Marcos hasta 1954. En un giro abismal, pasa a militar en la Democracia Cristiana e instalado más tarde en París, se vuelve un ardiente defensor de la Revolución cubana.
Años después, explica Borón, emprendería un camino sin retorno hacia un liberalismo radical hasta convertirse en un desembozado apologista de la monarquía española, el imperialismo estadounidense y toda la derecha mundial.
Un personaje de derecha como el expresidente colombiano César Gaviria, que también fungió como Secretario General de la lacaya OEA, en una entrevista con El País, lo describió acertadamente: “A veces al leer a don Mario tengo la impresión de que su capacidad de análisis político es proporcionalmente inversa a sus logros literarios, y debería oír con más frecuencia el refrán que a todos nos enseñaron de chicos: zapatero a tus zapatos.
A los Gobiernos les resulta muy complicado seguir el rastro del dinero depositado en Paraísos Fiscales, lugares que se convierten en un fértil campo para delitos como fraude, blanqueo de capitales y actos de corrupción.
En uno de esos Paraísos, ubicado en Islas Vírgenes Británicas, Vargas Llosa decidió llevar su capital para evadir impuestos que servirían para sufragar servicios públicos que ayudarían a controlar la pandemia, erradicar enfermedades mortales y aliviar la desnutrición en su país.
Ciertamente que el camaleón de Vargas Llosa, a pesar de sus millones, ha quedado desacreditado ante la opinión pública mundial.