Traducido del más allá por Max Lesnik

Tacoronte dice

Para los  que todavía estén vivos  y tengan  buena memoria el nombre de “Tacoronte” les puede traer nostálgicos recuerdos  de una época  de la “Cuba de ayer” en la que el relajo y desparpajo dictaban la vida cotidiana del país,  gobernado  entonces -1944 al 1948- por  el  Presidente Ramón Grau San Martín, quien  de ídolo popular  de los  cubanos por  su conducta revolucionaria junto a Antonio  Guiteras en el  llamado gobierno de  los  100 días- a la caída  de la dictadura  del  General Machado en 1933- pasaría  a la historia de la isla como una nueva frustración en la  vida política del país  por su traición a la  memoria  de aquellos que ofrendaron sus vidas en la  búsqueda  de una Cuba  mejor.

Pues  bien, una vez que  el “grausato”  dejó atrás el camino  de la honestidad para transitar por  la  enlodada senda  de la corrupción y el gansterismo rampante aparecieron en  la  escena  nacional   los  clásicos  guatacas  y  saltimbanquis   de toda laya. Siempre estos dispuestos a animar  el ambiente con toda clase de artilugios, entre  ellos  el  de  embadurnar  las  paredes y muros de la capital  habanera con “grafitis” elogiosos  al Presidente Grau San Martín,  provocando  con  ello  la  encendida protesta  de los  vecinos de la urbe que contemplaban atónitos como un vulgar  energúmeno,  medio analfabeto hacía  de las suyas pintando  paredes con “grafitis” tarifados  a diez  pesos de la  época, que bien pagaba  el corrupto vecino  del  Palacio Presidencial.

Rafael Tacoronte  se  llamaba  el  tarifado  “grafitero”, el  reconocido  alabardero  del Presidente  Grau San Martín, que  también forma  parte de la historia política de la “Cuba de ayer”.”Tacoronte dice”, era su tarjeta de presentación.

Con el paso  del  tiempo  se supo  más  del  personaje  de marras. Además  de los  diez pesos que recibía  por letrero pintado, tenía  una  “botella”  en el Ministerio  de  Educación. No cobraba como  maestro,  sino por  su  labor  de  confidente  de la policía. Era “Chivato”, algo que  se supo  después. Y para colmo,  también recibía  una piltrafa de la Embajada  norteamericana en La  Habana  por pintar  letreros que decían  “¡Muera el comunismo! “¡Viva  USA!”

Como  dicen  las  películas  de  Hollywood:  “Cualquier  semejanza  con algún  personaje, vivo  o muerto   de la  vida real  es mera  coincidencia”.

Y hasta  el  próximo  lunes amigos  de El Duende  que con mi gallo me voy cantando a mi tumba fría. Bambarambay.

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Grau San Martín (1861-1969)