La concentración de nuevo se interrumpe por el llamado que me hacen para asistir a una reunión de Dirección de Mandos. Una reunión, que parece rutinaria pero que no olvidaré. Me notifican que saldré a una importante misión; en mi cabeza se tejen muchos interrogantes ausentes de respuestas, pero de lo único que estuve segura es que daría lo mejor de mí. Un principio inamovible en mi vida.
El tan esperado día llegó. Breve y sin mayor protocolo, el Camarada Pablo nos informa a Boris y a mí, que haremos parte de la Delegación de Paz que viajará a La Habana, Cuba. Sin cruzar palabra nos miramos sintiendo de inmediato sobre nuestros hombros el peso de una responsabilidad histórica. Los rostros de anónimos camaradas, con los que nos hemos cruzado en la vida guerrillera y ya no están, mujeres y hombres soñadores de la nueva Colombia, pasan por un segundo en mi mente.
Sin tiempo que perder empezamos a organizar maletas, no fue fácil desprenderme de mis botas de caucho y mi fusil, que han sido mis fieles compañeros por más de dos décadas. Amigos inseparables. Hago entrega de mi equipo de campaña, ya no llevo mi uniforme verde oliva, ahora visto de civil, me despido de mi gran familia Fariana, los mismos con los que he compartido momentos inolvidables de felicidad y otros tantos de tristeza.
Estamos próximos a abordar el avión, me espera un viaje largo. Siento nostalgia, por dejar atrás mi cotidianidad y expectativa por lo que se viene. Los míos, la guerrillerada y su camaradería de a poco van quedando a lo lejos mientras nos despiden agitando sus manos. Veo sus fusiles terciados. Seguirán enfrentaran el fragor de la guerra, expuestos a bombardeos y ametrallamientos que no dan tregua, mientras yo estaré cumpliendo otra tarea, ya no en la selva. En algunas horas estaremos en Cuba, la isla de la libertad. La tierra de Fidel y Raúl, del Che Guevara, Camilo Cienfuegos; la misma tierra que vio nacer a entrañables mujeres como Celia Sánchez Manduley, Vilma Espín, Mariana Grajales y muchas más. Un suelo productor de auténticos revolucionarios. Un pueblo extraordinario.
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