En la Casa Blanca se está librando una enconada lucha entre dos tendencias contrapuestas que aspiran a guiar al Presidente Donald Trump en lo que respecta a la política exterior de un gobierno que se debate en la duda y que provoca incertidumbre sobre el camino a seguir en la arena internacional.
Y es que el tablero de ajedrez de la política mundial es al duro y sin guantes donde el que pestañea pierde y una pifia en una jugada puede ser fatal para cualquiera de los contendientes, llámense el Presidente de Estados Unidos, de Rusia o de China como actores principales o ya sean las fichas menores como Corea del Norte, Siria, Israel o cualquiera de los aliados de uno y otro bando que se disputan la hegemonía mundial.
La ventaja que tienen Putin y el Presidente Xi es que detrás de cada uno de ellos hay un gobierno y un país que les respaldan sin vacilaciones, puesto que nadie pone en duda que tanto el líder ruso como el chino están en total control de las riendas del poder sin batallas palaciegas entre tendencias encontradas como le ocurre al Presidente norteamericano.

O sea su yerno Jared Kushner, el marido de su hija Ivanka que aboga por las paces con el “Establishment” o Steve Bannon el genio gris del nacionalismo norteamericano. Ese es el dilema que tiene ante si el Presidente de Estados Unidos.
Esa es la batalla por la oreja de Donald Trump. Y me inclino a pensar que la que rodará será la cabeza de Mr. Bannon. “Si París bien vale una Misa”, como dijo una vez un Rey de Francia, Washington también vale más que una promesa de campaña. Con Bannon se iría al infierno el intento de fascismo americano. Consummatum Est.
Les habló para Replica de Radio-Miami su director Max Lesnik.










