CAMAGÜEY.- José Aurelio Martínez Estévez (1945-2025) —Pepe, para quienes lo conocieron de cerca— no necesitaba estar frente a un micrófono para seguir haciendo radio. Bastaba escucharlo, observar cómo se dirigía a los jóvenes, cómo hablaba de los proyectos que acompañaba con la naturalidad de quien se sabe parte de algo que lo trasciende. Su voz, firme pero cálida, llevaba consigo el ritmo de las historias bien contadas, de los silencios necesarios, de los consejos que se dan no para imponer, sino para hacer crecer.

 Premio Nacional de Radio 2009, fundador del grupo dramático Nino Moncada, formador incansable y referente de excelencia y compromiso, Pepe fue mucho más que un hombre de la radio: fue un sembrador de talento, un guía para generaciones de artistas y un ejemplo de humildad y rigor.

Sus palabras, su entrega y su fe en el valor de la juventud siguen vivas en cada proyecto que ayudó a levantar, en cada artista que aconsejó, en cada oyente que alguna vez escuchó una de sus obras. Desde los micrófonos de Radio Cadena Agramonte hasta los pasillos vibrantes de La Comarca, Pepe Martínez Estévez deja una huella indeleble.

Tuve la dicha de compartir con él por última vez a finales de 2024, en La Comarca, ese café literario que ha sido punto de encuentro para artistas jóvenes y soñadores incansables. Allí, en la celebración de un nuevo cumpleaños del proyecto sociocultural Golpe a Golpe, Pepe estaba como siempre: presente, atento, afectuoso, acompañando sin protagonismo, pero con una autoridad moral que no necesitaba ser anunciada. Junto a su esposa, María Dolores Abín, oficiaban como padrinos de ese espacio que nació, creció y sigue latiendo con el impulso de muchos, entre ellos dos.

Ya antes había dicho algo que hoy resuena con más fuerza: “Me interesé en aprender de todas las especialidades de la radio, solo así podía saber qué pedir a cada integrante del colectivo cuando dirigía los programas”.

Y es que así era Pepe: un profesional íntegro, un director que sabía escuchar, un formador con visión y disciplina. “Calidad artística y disciplina siempre deben marchar juntas”, afirmaba con convicción. Pero también sabía que el arte no vive solo de normas: “Es pobre el país que no cuente con la pujanza de la juventud y esta no preste atención a los consejos de los mayores; una relación de comunicación y respeto mutuo entre generaciones rinde excelentes frutos”.

En sus palabras hay una pedagogía que no se apoya en la autoridad, sino en la experiencia compartida. Por eso fue natural para él vincularse a proyectos como Pista Abierta y luego Golpe a Golpe, donde la formación no se impone, sino que se cultiva. En un reportaje dedicado al aniversario de ese grupo tan vital para la escena camagüeyana, Pepe dejó testimonio de su cariño y su fe en el camino recorrido: “No me alcanzan las palabras para hablar bien de este lugar y de este proyecto. Guardo innumerables recuerdos, ninguno desagradable, todo lo contrario, de agrado, de complacencia, de aceptación, de empuje, porque pienso que ha sido un trampolín para grandes artistas camagüeyanos.”

Así hablaba quien sabía mirar en los jóvenes su reflejo más esperanzador, quien vio en la cultura una forma de futuro, y en el trabajo bien hecho, una responsabilidad. Su compañera de vida también ha sido parte de ese acompañamiento generoso, de esa figura de guía para todos los que han recibido ese afecto hecho brújula.

Hoy, José Aurelio Martínez Estévez no está físicamente, pero todo lo que defendió y construyó permanece. Sus enseñanzas siguen en cada emisión radial bien hecha, en cada actor que se toma en serio su papel, en cada joven artista que pasó por Golpe a Golpe, en cada colectivo que no olvida que la pasión y el rigor no son opuestos, sino aliados.

Su voz —esa que tantas veces nos narró, nos enseñó, nos emocionó— no ha dejado de sonar. Su legado no se despide: se multiplica.