Siglo XXI. Los Cuatro Jinetes cabalgan de nuevo (Parte II y final) Por: José R. Oro

Inmensas emisiones, catalizan y multiplican los ciclos de la naturaleza. Foto Geograph

 

Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis cristiano, son un símbolo de las amenazas existenciales que se ciernen sobre el género humano y en un sentido más amplio y final, sobre la vida en la Tierra. Esto no es simplemente especulación científica, de hecho ya han ocurrido en el pasado geológico al menos cinco grandes extinciones de la vida a escala planetaria (1), que ya mencionamos en la primera parte, relacionados con los cambios climáticos y sus secuelas.
Los cambios climáticos se deben producir en cualquier objeto del Universo que posea una atmósfera/hidrósfera o cualquier combinación de envoltura fluida. Los cambios de todo tipo en la naturaleza ocurren en una escala de tiempo diferente (y de mucho mayor ciclo casi siempre) que los cambios durante la vida humana o los cambios históricos, y no son siempre manifiestos.
Las “causas” del cambio climático

 

El cambio climático siempre ha existido a lo largo de la historia de nuestro planeta. Pero el calentamiento global que hemos estado viendo durante los últimos 150 años es anómalo porque es en parte el resultado de la actividad humana. Se llama efecto invernadero antropogénico y ocurre además del efecto invernadero natural, como un acelerador del mismo.
Con la revolución industrial, el hombre comenzó repentinamente a bombear a la atmósfera millones de toneladas métricas de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, duplicando la cantidad de CO2 presente en la atmósfera en comparación con los niveles mínimos de los últimos 700 mil años (410-415 partes por millones en comparación con 200-180 partes por millón).
Desde hace unos 15 años, los datos producidos por miles de científicos de todo el mundo, analizados y organizados por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), confirman que el calentamiento global se deriva en parte del efecto invernadero antropogénico, es decir, es acelerado por la actividad humana.
En realidad, la base científica de la conexión entre los niveles de dióxido de carbono y los aumentos de temperatura se estableció al mismo final del siglo XIX, gracias a los trabajos del premio Nobel Svante Arrhenius, y luego confirmados por el científico estadounidense David Keeling en la década de 1960.
En Cuba, ya en 1981, el destacado científico L. L. Peñalver y sus colaboradores, probaron la existencia de al menos dos ciclos climáticos en el occidente de Cuba durante la época Pleistocénica.
Después se han hecho numerosos trabajos de todo tipo, y se ha organizado con alta prioridad estatal la “Tarea Vida”. De nuevo Cuba supera a países altamente desarrollados en estudiar y enfrentar las amenazas existenciales de la humanidad.
El cambio climático existe por causas naturales desde hace miles de millones de años, la actividad antropogénica de nuestros tiempos, lo ha catalizado y llevado a un nivel de aceleración e intensidad desconocidos en el tiempo histórico (no por supuesto en el tiempo geológico).
Cambio climático y vida en la Tierra
En el transcurso del siglo pasado, la temperatura promedio del planeta aumentó en 0,98 °C y la tendencia que hemos estado viendo desde el año 2000 indicaría que, a menos que se realicen intervenciones bien activas, es probable que vuelva a subir hasta alcanzar los 1,5 °C en 2030. El impacto del calentamiento global ya es evidente: el hielo marino del Ártico se ha reducido un 12,85 % cada década, mientras que los registros de mareas costeras muestran que los niveles del mar han aumentado cada año un promedio de 3,3 mm desde 1870. La década 2009-2019 fue la más calurosa jamás registrada en los últimos 200 años y 2020 fue el segundo año más caluroso de la historia reciente, solo detrás del año récord de 2016. Las “temporadas de incendios” se han vuelto más largas e intensas, como la de Australia en 2019; desde 1990 la frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos, como ciclones, tornados e inundaciones, también ha aumentado, ocurriendo incluso en momentos atípicos en comparación con el pasado reciente, con niveles de intensidad devastadores. Fenómenos como El Niño se han vuelto más irregulares y han provocado peligrosas sequías en zonas ya amenazadas por la aridez crónica, como el este de África, mientras que la Corriente del Golfo se está desacelerando y bien podría cambiar de ruta. Las especies de plantas y animales están migrando de manera impredecible de un ecosistema a otro, creando un daño incalculable a la biodiversidad en todo el mundo.

Se ha producido un despertar sobre cuales son las causas y cuales los efectos. Foto Marty Goodman

Paliativos al cambio climático, para adaptarnos y sobrevivir
Las actividades humanas, como la quema de combustibles fósiles y la destrucción de las selvas tropicales, tienen una influencia cada vez mayor en el clima y la temperatura de la Tierra. Esto añade enormes cantidades de gases de efecto invernadero a los presentes de forma natural en la atmósfera, aumentando el calentamiento global. El mayor daño lo causa, el consumo de carbón, petróleo y gas, que representan la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero. En 2021 – 22, los combustibles fósiles fueron responsables del 83 por ciento de las emisiones totales de CO2. La quema de carbón es responsable de alrededor de un tercio del aumento de 1 °C en las temperaturas medias anuales, la mayor fuente de emisiones de toda la historia de la humanidad. El petróleo es la segunda mayor fuente de emisiones. (fuente: World Energy Outlook 2023).

Existen respuestas sensatas y practicas para enfrentar los cambios climáticos, sus causas y catalizadores. Foto del autor
La destrucción de los bosques también causa daños sustanciales: los árboles ayudan a regular el clima al absorber dióxido de carbono de la atmósfera, por lo que, si se destruyen, este efecto beneficioso se ve disminuido y el carbono almacenado en esos árboles se emite a la atmósfera, lo que se suma al efecto invernadero.
Finalmente, el aumento de la ganadería intensiva y el uso de fertilizantes que contienen ozono contribuyen a aumentar las emisiones de gases de efecto invernadero.
Acuerdos internacionales. Hay que cumplirlos, si no se cumplen son inútiles e incluso perjudiciales, porque ocultan la realidad
¿Cómo remediar la situación? En la conferencia (COP 21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) en diciembre de 2015, los representantes internacionales adoptaron el Acuerdo de París, que proporciona un marco creíble para lograr la descarbonización, con objetivos a largo plazo para abordar el cambio climático y una estructura flexible. sobre la base de las contribuciones de los gobiernos individuales.
Las naciones signatarias se comprometieron a limitar el aumento de la temperatura por debajo de los 2°C en comparación con los niveles preindustriales, con esfuerzos para contenerlo dentro de los 1,5°C., con el objetivo final de superar el pico de emisiones lo antes posible y lograr la neutralidad de carbono en la segunda mitad del siglo.
A pesar del éxito de la COP21, muchas cuestiones relativas al Acuerdo han quedado sin resolver. En 2018, la COP24 en Katowice, Polonia, aprobó las directrices de implementación del Acuerdo de París (el llamado Paris Rulebook). En 2021, la COP26 de Glasgow reafirmó el compromiso de lograr la Neutralidad Global para 2050.

COP 28, un avance, pero insuficiente. Foto DPA
Este año se produjo quizás el más significativo hasta la fecha de estos eventos internacionales, Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28).que el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, calificó con precisión de resultados balanceados, pero insuficientes, “ahora le corresponde a los países industrializados cumplir los compromisos asumidos y la meta de cero emisiones, dada su responsabilidad histórica”. Mencionó como uno de los resultados positivos de la Conferencia, a la adopción de la trascendental medida sobre la primera Evaluación Global del Acuerdo de París, que incluye la necesidad de reducir de manera urgente y profunda las emisiones de gases de efecto invernadero.
Por su parte, el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres insto a los participantes de la (COP28) a ser más ambiciosos en la reducción de los gases de efecto invernadero y la justicia climática. “Estamos en una carrera contra el tiempo. Nuestro planeta está a minutos de la medianoche para el límite de 1,5 grados Celsius. Y el reloj sigue corriendo” La transformación no ocurrirá de la noche a la mañana, advirtió, y agregó que aun cuando la descarbonización crea miles de empleos decentes, los gobiernos tienen que garantizar apoyo, capacitación y protección social para aquellas personas que reciban un impacto negativo.

Cuba como presidente del Grupo de lo 77 y China, tuvo una destacadísima participación en COP 28, con una delegación encabezada por el presidente Miguel Diaz – Canel y el Canciller Bruno Rodríguez. Foto Prensa Latina.

El secretario general de la ONU propuso un paquete de solidaridad climática, mediante el cual los grandes emisores harán esfuerzos extras para cortar las emisiones y los países ricos apoyarán a los emergentes para poder hacer lo mismo. Recordó que la COP28 comenzó con dos pasos esperanzadores: la aprobación del fondo de pérdidas y daños y el replanteamiento del fondo verde, sin embargo, se necesita mucho más, pues los países en vías de desarrollo “están ahogándose en deudas”.
El camino hacia la descarbonización es claro y se conoce como transición energética: el paso de un contexto energético basado en combustibles fósiles a uno con cero emisiones de carbono y basado en fuentes de energía renovables. Ya existen tecnologías que apoyan la descarbonización, son eficientes y deberían implementarse en todos los niveles.
Una contribución significativa a la descarbonización vendrá de la electrificación del consumo final. Esto significa reemplazar las tecnologías basadas en combustibles fósiles en todos los sectores, desde los hogares hasta el transporte local y de larga distancia, pasando por la industria pesada, con tecnologías que utilizan electricidad producida a partir de fuentes renovables, reduciendo no solo las emisiones de gases de efecto invernadero, sino también la contaminación del aire, en particular en ciudades. La ciencia ofrece datos claros, proyecciones y escenarios futuros cuidadosamente estudiados. El cambio climático no espera por nadie y no se detendrá por sí solo. Lo que se requiere es un cambio cultural sustancial, un verdadero cambio de paradigma.

J. Biden acaba de firmar un presupuesto de “defensa” de 886,000 millones de dólares, que además fuerza a otras potencias a aumentar el despilfarro. El superfluo portaviones “Gerald Ford” costó 14,000 millones (sin aviones, armamento, electrónica, combustible nuclear o municiones, etc.), más que el PIB de 71 países y territorios. Foto US Navy

Ya existe un acuerdo generalizado sobre lo que hay que hacer: ahora hay que convertirlo en realidad. Gastemos mucho más en remediar problemas graves e inminentes, que en armas. Solamente una reducción del presupuesto militar de las 10 principales potencias militares en un 20 por ciento liberaría más de cinco billones (millones de millones) de dólares en 10 años para ser usados en la reconversión energética mundial, en el mejor uso del agua y otras medidas paliativas de la mayor trascendencia para la Humanidad.
¿Cuántas vidas se salvarían? Millones anualmente, sobre todo en los países menos desarrollados.
La “Crisis Climática” es uno de los jinetes del Apocalipsis actual, combina al menos a dos de los Jinetes bíblicos el “Hambre” y la “Muerte”. Los combustibles fósiles sobre todo carbón (y petróleos pesados), los incendios (y la quema intencional) de bosques, las emisiones de cientos de millones de autos, el desperdicio de agua y otras acciones suicidas (sobre todo en las “sociedades de consumo”) son sus caballos exterminadores y vengativos. Otras secuelas como la pobreza, el hambre y la desigualdad; las migraciones descontroladas, el envejecimiento social, las carencias versus el despilfarro del consumismo de los ricos; todo esta concatenado en convertir a nuestro planeta en inviable. ¡Hay que detener y revertir ese proceso de inmediato!

Por las destrozadas calles de Gaza cabalgan, en mortífera cuadrilla, los Cuatro Jinetes del Apocalipsis. Cientos de miles sin trecho, electricidad o agua, caldo de cultivo para masivas epidemias. Fotos The Times of Israel.

Notas:
(1) Las cinco primeras extinciones globales de vida en el pasado geológico:
⦁ Extinción Ordovícico – Silúrica: hace unos 440 millones de años. Afectó a un 86% de las especies vivientes. Sus causas principales fueron épocas glaciales e inter – glaciales con altos contrastes de temperatura, fluctuaciones severas del nivel del mar y de la composición química de los océanos.

⦁ Extinción del Devónico: hace 365 millones de años. Afectó al 75% de las especies vivas. Un crecimiento rápido y gran diversificación de la flora terrestre genero un severo enfriamiento global.

⦁ Extinción Pérmico -Triásica: 250 millones de años atrás. Afectó al 96% de las especies vivas. Intensa actividad volcánica en Siberia, provoco un calentamiento global, acidificación de los océanos, lluvia acidas y otros cambios.

⦁ Extinción Triásico – Jurásica: Hace unos 210 millones de años. Afectó al 80% de las especies vivas. Vulcanismo submarine en el Atlántico, provoco un calentamiento global y un cambio dramático en la composición química del Océano mundial.

⦁ Extinción Cretácico-Terciario: 65 millones de años atrás. Afectó al 80% de las especies vivas. Impacto meteórico en Yucatán, y otros eventos causaron un rápido enfriamiento planetario, algunos cambios pueden haber precedido este evento, con intensa actividad volcánica y tectónica.
A lo que se podría sumar en este siglo XXI, una sexta y quizás final extinción, afectando a una cuantía indeterminada de la vida en la Tierra, incluyendo a la especie humana. Por primera vez esta extinción no se deberá solamente a causas naturales, pero también al empleo de armas de exterminio en masa, al uso indiscriminado y contaminante de recursos naturales y falta de suficiente atención a los cambios climáticos.
Puede que ese catastrófico evento constituya el último tomo de la “Enciclopedia de la Estupidez Humana”. En los siglos XX y XXI quien rompe los sellos y lanza a los mortíferos jinetes, no es ni remotamente Dios, sino el imperialismo y sus secuaces. Los medios controlados por ellos tratan de culpar a los caballos, pero sabemos que los verdaderos criminales son los jinetes.
Fin del artículo.

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