Operación de falsa badera contra Venezuela

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Washington, operación de falsa bandera contra Venezuela

Por Hedelberto López Blanch

Estados Unidos a lo largo de su historia cuenta con una extensa lista de falsas banderas para atacar o invadir a países que no le son afines o para adueñarse de sus riquezas.

Actualmente desarrolla una de esas operaciones contra la República Bolivariana de Venezuela para lo cual ha creado todo un maratón de falsas informaciones en las que acusa a dirigentes de esa nación de ser narcotraficantes, mientras a la par llena la zona del mar Caribe frente a Caracas de numerosos barcos de guerra, incluyendo submarino atómico y el mayor portaaviones del mundo.

Y es que Estados Unidos cuando va a intervenir en un país lo primero que hace es «crear» una justificación mendaz pero con visos de una falsa «realidad» para que los medios de comunicación lo acompañen y de esa forma tratar de convencer a su pueblo y a la comunidad internacional de que resulta completamente necesaria su programada intervención.

La base principal es mostrar al país, donde ya tienen prevista lanzar las garras del águila, como si allí solo existiera muerte, destrucción y que con la llegada de las fuerzas militares estadounidenses se le devolvería “la paz y la democracia”.

Son muchas las operaciones lanzadas por Estados Unidos contra diversas naciones del mundo y enumerarlas llevarían un largo tiempo, pero citaré algunas de las más relevantes que dan la medida de la agresividad demostrada por Washington para obtener sus objetivos.

El 15 de febrero de 1898 estalló el acorazado estadounidense Maine, que se encontraba en la bahía de La Habana, con la excusa de realizar una «visita amistosa» a una de las dos coloniales que mantenía España en el mar Caribe: Cuba y Puerto Rico.

Murieron 266 marineros e inmediatamente los medios de comunicación estadounidense acusaron a España, sin ninguna prueba, de haber volado la embarcación con una mina submarina. Dos meses después, en abril, ese hecho sirvió de pretexto para iniciar la Guerra Hispano-Estadounidense.

El naciente imperio norteamericano derrotó a las fuerzas españolas y como consecuencia Madrid perdió no solo a Cuba sino también Puerto Rico, además de las Filipinas y Guam.

Prácticamente las fuerzas mambisas cubanas estaban a las puertas de derrotar a los colonialistas españoles después de décadas de enconadas luchas.

Posteriormente, con el pretexto de la doctrina del “Destino Manifiesto”, surgida durante el siglo XIX que cimentó la política expansionista norteamericana, la Casa Blanca intervino militarmente en Haití, Nicaragua y República Dominicana.

Mediante la fabricación del incidente del Golfo de Tonkín el 4 de agosto de 1964 en la que Washington acusó al Ejército Popular de Liberación vietnamita de atacar barcos estadounidenses, se desató otra operación de falsa bandera que dio motivos a la administración de Lyndon B. Johnson para lanzar destructivos ataques contra esa nación asiática.

Documentos desclasificados en 2005 por la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos determinaron que los informes se habían tergiversado con deliberación y que los agentes a cargo de estas operaciones muy posiblemente sabían que era una manipulación. Con esa funesta guerra, Washington quería impedir la influencia de la Unión Soviética y de China en la región asiática.

Años después, con motivo de apoderarse de los ricos yacimientos petrolíferos de Irak (como afirmó en 2007 en sus memorias el expresidente de la Reserva Federal Alan Greenspan) y extender su poderío por el Medio Oriente donde existen extensas zonas de hidrocarburos, la Casa Blanca creó un amplia operación de falsa bandera.

El imperio estadounidense y los medios de comunicación hegemónicos occidentales iniciaron una campaña para acusar a Bagdad de poseer armas de destrucción masiva que serían usadas contra los países vecinos y los propios iraquíes.

Amparado en esa falsa bandera, en 2003 Estados Unidos y una coalición integrada por el Reino Unido y otros países de la OTAN bombardearon e invadieron el país árabe para eliminar al presidente Saddam Hussein. Aún hoy en 2025 Irak sufre las consecuencias de esa demoledora guerra.

Como son insaciables las ansias petroleras de Estados Unidos, el gobierno de Barack Obama demonizó al líder libio Muammar Ghadafi con el fin de derrocarlo. En marzo de 2011, bajo supuestas masacres en Bengasi, fuerzas de Estados Unidos y la OTAN, con la aprobación de la ONU, lanzaron violentos ataques contra el país árabe.

La invasión mató a miles de libios, incluido Ghadafi quien fue torturado y asesinado por fundamentalistas islámicos reclutados, entrenados y armados por el Pentágono, la CIA, Reino Unido y Francia. La verdadera razón fue que Ghadafi quería crear una moneda entre las naciones árabes para sustituir el dominio del dólar.

En Afganistán el pretexto para la invasión fue la eliminación de Osama Bin Laden señalado como el autor de los ataques a las Torres Gemelas en Nueva York y que aún muchos analistas y expertos consideran que fue organizado por el propio gobierno estadounidense y los servicios de inteligencia israelíes.

Por eso las innumerables guerras, golpes de Estado y acciones desestabilizadoras dirigidas contra países que no le son afines, dan la medida de la peligrosidad que se cierne actualmente contra Venezuela pues Estados Unidos durante años ha estado creando informaciones de falsas banderas para demonizar al presidente constitucional Nicolás Maduro Moros y a la dirigencia bolivariana, aunque como se conoce el verdadero objetivo es adueñarse de las reservas de petróleo, oro y otros minerales que posee la nación sudamericana.

Cada vez se hace más necesario detener esa enorme amenaza militar de Washington contra Caracas además, desestabilizaría a todo el Caribe, a la América del Sur y sus efectos podrían alcanzar al propio Estados Unidos.

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