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Cuando un individuo sirve como soldado a un gobierno extranjero, se le considera un mercenario. Así que ahorita ya “no habrá cama pa´ tanta gente”, puede ser que se agotan los muchos $ 80 millones que se dedican a comprar conciencias, avituallar, servir de garantía, adquirir ropas y calzados de marcas, latas de comestibles de exquisito placer culinario, abrigos de piel, vacaciones en el exterior, con los gastos cubiertos, ya sea Europa como Estados Unidos, no importa, el fin es poder salir a disfrutar del “Maná de los Dioses” con sus variedades que satisfacen al más exigente y regresar cargados de bultos para su familia, amigos y para negociar también.
Así las cosas, el ridículo y el abuso hacen de estos privilegios correr el riesgo de que ojos visores detecten “irregularidades” en los abusos de esos fondos dedicados a socavar el orden constitucional y a su vez tratar de desestabilizar cualquier cosa en nuestra Cuba, la de todos y son desviados para usos y abusos personales.
Cualquier maniobra es aceptada. Ahora sale este individuo de aspecto repugnante, conocido en su mundillo subterráneo como “el coco” Fariñas, cumpliendo con el sagrado deber de cumplir horarios y condiciones de trabajo, para seguir ganándose su sueldo como soldado del gobierno extranjero y a su vez seguir en la palestra pública (¿?¿…) desestabilizadora.
Este sujeto entra en su recordista huelga de hambre número 25. Ya puede inaugurarse una escuela para instruir a sus escasos seguidores la manera de cómo actuar en esta traquimaña de no comer o ayunar por algunos días, sin que el público – que para nada se interesa en su comportamiento – note que lo hace subrepticiamente y a escondidas de buena manera. Sus entradas (US/dls.) le permiten poder hacerlo así y a toda máquina. En caso que resbale ese teátrico y se debilite porque se le pasa la mano y no come de verdad en momentos de la obra de circo, sabe que el sistema de atención a la salud de esa tierra que tanto odia, le atenderá como un cubano cualquiera y no le dejará abandonado.
Es tan infeliz este hecho y tan aislado en toda la vorágine anticubana, que pasará inadvertida como han sido sus más de dos docenas de anteriores huelgas.
Este Faquir del siglo XXI que sigue la saga de la pasada centuria, ya no sabe cómo llamar la atención y hacer “honor” al permio que le otorgó la componenda europea para destacarlo en el pasado, claro que con montaje y fondos “made in USA”.
Ya tiene 54 años y la mitad de su vida inútil, la ha dedicado el servicio exterior, o sea mercenario de Estados Unidos. Este y no otro es el susodicho Guillermo Fariñas Hernández, nacido por equivocación en Santa Clara, Cuba en 1, 962. Cuidado Mr. Faquir, ya mucha gente ya tiene celulares con camaritas en Cuba y pueden sacarlo atracándose a escondidas en cualquier momento y desmontarle ese teátrico. Creo yo.
Les habló, “Desde Miami”, Roberto Solís.










