Ningún país es totalmente autosuficiente en materia de salud. Ninguno
fabrica todos los medicamentes, equipos, instrumental y material
gastable que necesita. El comercio mundial asociado a esa esfera se
aproxima al billón de dólares con unos 50.000 renglones, entre los
cuales predominan los medicamentos seguidos por equipos de tecnología
médica. Más del 60 por ciento de ese comercio de
importación-exportación está dominado por la Unión Europea y los
Estados Unidos.
Los países en desarrollo y los emergentes que comprenden el 85% de la
población mundial, representan únicamente el 30% de las importaciones
y el 20% de las exportaciones de los productos relacionados con la
salud. Las naciones pobres consumen menos medicamentos y utilizan
menos tecnología e instrumental médico, no porque se enfermen menos,
sino porque carecen de dinero. Unos 60 países no fabrican ningún
medicamento y 90 carecen de instituciones científicas y firmas capaces
de realizar investigaciones para crear nuevos fármacos.
No obstante, en las últimas décadas, las naciones emergentes han
desarrollado capacidades. En América Latina, Brasil, México, Chile,
Perú y Cuba registran avances considerables. La Organización Mundial
de Comercio y la Organización Mundial de la Salud promueven acuerdos
que favorecen las transferencias de tecnología y conceden ventajas
arancelarias y comerciales para el crecimiento de las industrias
asociadas a la salud en el Tercer Mundo.
Capítulo aparte, son las exportaciones de asistencia médica terreno en
el cual Cuba ha asumido un liderazgo construido a lo largo de más de
cincuenta años de colaboración. En ese período, galenos cubanos han
participado en más de medio millón de misiones médicas en más de 60
países, incluidas algunas de alto riesgo.
EXPORTACIÓN DE ASISTENCIA MÉDICA EN LA ERA GLOBAL
En 2019 Phil Galewitz del New York Times contó que, debido a los
elevados costos de salud en Estados Unidos, una paciente y su médico,
con amparo legal, viajaron a México para realizar un procedimiento
quirúrgico. La enferma, diagnosticada en Norteamérica, se trasladó de
Misuri a Cancún, mientras el médico, voló desde Wisconsin al balneario
mexicano. Entre ambos recorrieron casi 5.000 km.
La dama contaba con cobertura proporcionada por el seguro de salud de
su esposo, cuya empresa favoreció la maniobra, porque contando el
alquiler del quirófano y los honorarios del equipo de enfermeras,
anestesista y otros técnicos locales, sus erogaciones se redujeron a
la mitad. Debido a peculiaridades del sistema de salud estadounidense,
la paciente recibió como reembolso una cantidad suficiente para cubrir
los gastos de viaje y estancia de ella y el doctor. El ortopédico
estuvo menos de veinticuatro horas en Cancún, y recibió honorarios
tres veces mayores de lo que hubiera recibido en Estados Unidos.
La operación de remplazo de rodilla, que este era el caso, cuesta en
Estados Unidos entre 30. 000 y 90.000 dólares, mientras que en México
no llegó a 15.000. El precio del implante fabricado por una
subsidiaria mexicana de Johnson & Johnson, costó 3.500 dólares en
México y no los 8.000 que hubiera costado en Estados Unidos. Glenn
Cohen, profesor de derecho en Harvard y experto en turismo médico,
calificó el proceder como una “estrategia inteligente de
mercadotecnia”.
La intervención quirúrgica demoró una hora y 40 minutos y concluida la
estancia de dos horas en el área de recuperación, el cirujano
estadounidense examinó a la paciente, expidió el alta médica y regresó
a su país. La fisioterapia fue supervisada por un ortopédico mexicano
con licencia para ejercer en los Estados Unidos.
Por su parte, el periodista y escritor estadounidense Thomas Friedman,
contó la experiencia de algunos hospitales norteamericanos medianos y
pequeños a los cuales no les resulta rentable mantener en su plantilla
a todos los especialistas necesarios para ofrecer cobertura total a
sus pacientes, para lo cual acuden a servicios “on-line”.
En un consultorio de una zona rural de Estados Unidos, un paciente
accidentado refiere lo que puede ser un evento neurológico, ante lo
cual el médico ordena una tomografía u otro proceder análogo que
trasmite “online” en tiempo real a un neurólogo que interpreta lo que
ve, emite un dictamen e indica un proceder. Lo que muchos ignoran es
que el especialista se encuentra a miles de kilómetros en cualquier
ciudad del mundo.
La lucha contra la pandemia del coronavirus puede definir nuevas
opciones y jerarquías en la industria médico-farmacéutica. En ese
ranking, China y Cuba pudieran mejorar sus posiciones. Allá nos vemos.










