Comenzó a estudiar Piano en el Conservatorio Guillermo Tomás, de Guanabacoa, siendo muy pequeña. «En el tránsito por el largo camino de los estudios de la música y estando en Nivel Medio, llegó el Maestro Argeliers León a dar un conversatorio sobre la Musicología y el impresionante abanico de posibilidades que ofrecía. Ahí decidí enrumbar mi camino y comencé a estudiar la carrera en el Instituto Superior de Arte, donde tuve el inmenso privilegio de estar en las aulas de los maestros Harold Gramatges, Carlos Fariñas, Alfredo Diez Nieto, Teté Linares, el propio Argeliers y tantos otros que permitieron a mi generación obtener un conocimiento muy profundo y completo de la música, entendida también desde el punto de vista científico. Por eso siempre he dicho que la musicología me abrió las puertas a una concepción más abarcadora de la cultura».
Después de graduada comenzó a trabajar en lo que es hoy el Centro Nacional de Música de Concierto, después en la Radio, «hasta que entré en el mundo del disco en Bis Music, un mundo fascinante que me atrapó desde la primera vez que entré a un estudio de grabación. Años después tuve la inmensa dicha de formar parte del equipo fundador de Producciones Colibrí. Ahí hicimos un trabajo maravilloso con los géneros de la música cubana menos favorecidos por la industria del disco, y organizamos colecciones dedicadas a los jóvenes jazzistas, a la música tradicional, campesina, folclórica…Creamos el sello Roldán para la música de concierto cubana, y yo sentía que en cada obra coral, sinfónica, de cámara o para instrumento solista, de alguna manera les estábamos rindiendo homenaje a todos esos maestros que nos formaron».
–Llegó después la dirección institucional…
–Después asumí la vicepresidencia primero, y luego la presidencia del Instituto Cubano de la Música; y en el año 2019, en el ix Congreso de la Uneac, me eligieron Vicepresidenta Primera, y en enero de este año, al ser promovido el compañero Morlote a la estructura auxiliar del Comité Central del Partido, asumí la Presidencia de la organización.
«Siempre he preferido asumir las tareas de dirección con la idea de que las mismas herramientas con las que cuento para entender la música son las que me sirven para conducir procesos de la cultura, y de esa manera afronté el enorme reto de dirigir las instituciones en las que se me ha confiado esa alta responsabilidad. Llegar a la Uneac ha significado un reto mayor, porque estar frente a la vanguardia artística y literaria es sentirse heredero de las más grandes figuras de la intelectualidad y la creación de esta isla, pero a la vez entraña una responsabilidad mayor.
–¿Alberga un sentimiento especial al saber que lleva sobre sus hombros una responsabilidad que nunca antes llevó una compañera?
–He tenido la dicha de que me acompañen en este gran desafío mujeres de una estirpe y una inmensa capacidad creativa. El papel de la mujer no se ciñe solamente a alguien que lidere la Uneac, sino a todas las grandes protagonistas que han construido también a esta organización.
«La impronta de la mujer cubana está intrínsecamente ligada a su desarrollo cultural, social, ideológico y político. Por ejemplo, en el comité fundacional de la Uneac estaban nuestra prima ballerina assoluta Alicia Alonso, y la poetisa Fina García Marruz, por decir dos nombres insignes de la cultura cubana. En muchos congresos estuvo Vilma Espín, paradigma de la mujer cubana, ejemplo y guía, sin lugar a duda. Por tanto, siento orgullo de representar a la mujer creadora en nuestra Unión de Escritores y Artistas de Cuba.
–¿Cómo era la Uneac de cuando integró su dirección como vicepresidenta primera? ¿Qué Uneac aprecia hoy?
–La Uneac siempre lleva la impronta de sus creadores, de sus miembros… suelo mencionar una frase del presidente de Honor de la Uneac Miguel Barnet, que expresa que esta es una organización que es «polea de transmisión». De ahí que, luego del ix Congreso, cuando fui electa vicepresidenta primera, nos empeñamos todos los integrantes de ese equipo que lideró el realizador audiovisual Luis Morlote Rivas, en seguir siendo esa polea, en vigorizar las relaciones con el sistema institucional, no solo de la cultura, sino también de la sociedad, en promocionar cada vez más la obra de los escritores y artistas, escuchar sus inquietudes, sus planteamientos, y defender, con nuestra obra a la obra mayor que es nuestra Patria. Creo que la Uneac sigue siendo la misma en esencia, tal como la pensó y la fundó nuestro Comandante en Jefe.
–¿Cómo se ofrece el camino para ir venciendo los retos de los próximos años?
–Para seguir venciendo cualquier reto siempre hay que volver a Fidel. La nación cubana vive un momento de mucho peligro y, justamente por eso, escogimos el precepto de Fernando Ortiz, La Cultura es la Patria, para guiar los debates del x Congreso. Sin embargo, no es solo una frase por un encuentro de tanta relevancia como un Congreso de la Unión, sino un principio para seguir. Fidel tuvo claro que la defensa de la cultura y la identidad son cardinales en cualquier proceso político, entendió que los movimientos artísticos y culturales definían los procesos históricos de cada país.
«En el caso de la Uneac, que es constantemente atacada por lo que significa para el tejido cultural del país, la cultura artística y literaria está enraizada profundamente en los conceptos fundacionales de la nación, Carlos Manuel de Céspedes, Martí, Fidel, además de ser inmensos patriotas, también fueron extraordinarios intelectuales. Entonces siempre hemos de mirar esa herencia que nos sostiene y nos define como creadores, dirigentes o como seres humanos.
«Por otro lado, nos hemos sentido muy acompañados durante todos estos años. Prácticamente desde la clausura del ix Congreso, se han desarrollado encuentros con nuestro Primer Secretario del Partido, Miguel Díaz Canel, con miembros del Consejo Nacional, en los que se han debatido muchos de los temas que han tenido lugar en todos los encuentros de nuestros creadores».
–La vanguardia artística está en la Uneac. ¿Es fácil dirigir a la vanguardia?
–Desde su creación en 1961, la Uneac ha sido un espacio alejado de todo tipo de dogmatismo o burocracia, ha sido un espacio de unidad dentro de la diversidad. La relación que se da desde las secciones, filiales y asociaciones, la interrelación de los comités provinciales y la articulación de una serie de proyectos, eventos o acciones de promoción son la columna que sostiene a la Uneac. El trabajo se hace muy rico por la propia dinámica, que defiende la creación artística, la promoción de la obra de sus miembros, así como lo más autóctono de la identidad y de la cultura nacional.
«Cuando me preguntas si es fácil dirigir a la vanguardia artística, recuerdo a ese gran intelectual cubano y por 21 años ministro de Cultura, Armando Hart, quien siempre decía: «la cultura se promueve, no se dirige». Esto no quiere decir que se dejen de inducir determinados procesos, de encaminar programas fundamentales, pero lo más importante creo, es favorecer la promoción de los más altos valores de la creación cultural, ya sean de la tradición, o de los nuevos imprescindibles de las tendencias contemporáneas que van aflorando. Me siento muy orgullosa y agradezco infinitamente estar rodeada de tanto talento, de tantas grandes personalidades que hoy integran la Uneac. Más que dirigir, de ellos aprendo todos los días».
–¿Qué peligros acechan hoy a la cultura? ¿Cuál es la responsabilidad que tienen los artistas para defenderla?
–Uno de los más grandes retos que tenemos hoy es la batalla contra la colonización cultural. Es determinante legar a las nuevas generaciones los valores, la espiritualidad y las esencias que nos han sostenido hasta nuestros días. Ya desde los inicios de la Revolución Fidel nos advirtió del riesgo de perder la identidad y la cultura. Precisamente en un momento de muchas dificultades, nos dijo que la Cultura es lo primero que había que salvar. Pero, ¿por qué la cultura? No nos hablaba solo de la cultura artística y literaria, sino de nuestras raíces, que todos los días son más amenazadas ante la avalancha mercantil y banal que recibimos, y que reciben nuestros jóvenes en las redes, en las plataformas digitales y desde el mercado hegemónico, que defiende el modo de vida de los más poderosos. Hoy estamos transitando por un escenario de múltiples complejidades económicas –agudizadas por el bloqueo económico de Estados Unidos, junto a la inclusión de nuestro país en la lista de supuestos patrocinadores del terrorismo–; pero el diálogo fluido con todos los organismos de la Administración Central del Estado, con el sistema institucional de la cultura y con el Partido, nos ha permitido lograr una alta sensibilidad en torno al papel de los escritores y los artistas en una nación como la nuestra para contribuir a resolver esos problemas. La responsabilidad de los artistas es capital en la defensa de la cultura.