Lo sabe la CIA, la USAID, Soros y el copón bendito, por Silvio Rodriguez

Por Silvio Rodríguez

La estrategia de Obama para mí siempre estuvo clara: “no le combatas,
acércate a tu enemigo e inflúyelo”. Podremos ponerle los epítetos que
queramos, pero sin dudas fue la política más pacífica, la menos
cruenta de todos los presidentes norteamericanos que nos tocaron> después de 1959. Por otra parte, de la misma forma que becar y
hospedar en casas de personas de nivel medio, en los Estados Unidos,
puede hacer pensar diferente a un joven que desde niño solo conoce
nuestra realidad –de ventajas sociales y carencias materiales–,
visitar a Cuba, para un joven norteamericano, puede significar un gran
cambio de mentalidad respecto a lo que desde niño oyó y leyó sobre
nosotros.

Por eso siempre he dicho que, en el intercambio de influencias pueblo
a pueblo, teníamos las de ganar. El porqué es sencillo. Por nuestra
parte siempre hemos sabido que en los Estados Unidos materialmente se
vive mucho mejor que en Cuba. En tal sentido no hay sorpresas para el
ciudadano nuestro que pase por allá. Pero para los que sí habría
sorpresas, y muchas, sería para los ciudadanos norteamericanos, cuando
descubrieran la calidad solidaria de nuestro pueblo, a pesar de sus
carencias. Y no iban a tener que leer editoriales que pululan en
nuestra prensa, escrita o televisiva; bastaría vivir un poco entre
nosotros para enterarse de los efectos del bloqueo al que sus
dirigentes nos someten desde hace más de seis décadas.

La CIA, la USAID, Soros y el copón bendito anglosajón saben eso, y se
lo vienen advirtiendo a todos los presidentes norteamericanos: si nos
abrimos con Cuba, la perdemos. Los primeros que lo saben son los
ultraderechosos políticos de la Florida, herederos de los esbirros de
Batista. Por eso han creado el monstruo propagandístico que re-edita,
generación tras generación, una feroz ideología anticastrista, hija
del anticomunismo macarthista. Este monstruo, alimentado durante 6
décadas, ya es un factor electoral a veces determinante, como se ha
comprobado. Por todo esto se recrudecen las presiones a Cuba. Mucho
más cuando, a pesar de nuestra lamentable realidad económica, somos el
único país del tercer mundo que ha creado sus propias vacunas contra
la Covid-19.

Respecto a nuestra realidad interna, siempre he dicho que no fuimos lo
que íbamos a ser, fuera eso lo que fuera, sino lo que el conglomerado
de presiones externas y capacidades propias nos ha permitido.

No tiene sentido llorar o lamentarse. La realidad es la realidad.

Y si la queremos mejor no se puede empezar ignorándola o sacando
conclusiones parciales. La justicia social, la ejemplaridad moral y
cívica también pasa por comprender y asumir lo que genera lo complejo.
No olvidemos el resultado de las presiones y/o represiones que atentan
contra la impaciencia –virtud o defecto, según desde dónde se mire–.
Hace 62 años que los más poderosos pretenden asfixiarnos. La mejor
>razón para tomar distancia de todo lo inhumano.

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