Hoy se cumplen 81 años del asesinato de Antonio Guiteras Holmes, natural de Pennsilvania, E.U.A., pero de furor cubano. Fueron las garras de asno dictador Gerardo Machado las que firmaron su sentencia de muerte.
Guiteras y su afán de lucha por una Cuba digna y mejor para todos, iniciaba su salida para el extranjero para regresar con un grupo de revolucionarios y realizar lo que más tarde en los años pudo hacer Fidel Castro Ruz, una insurrección armada que diera al traste con el sistema de atrocidades por la que transitaba la patria de Martí y Maceo.
“Tony” Guiteras y su organización, La Joven Cuba, muy ligados a Julio Anatonio Mella, en sus ideales, eran seguidos por revolucionarios más jóvenes de la época y en su salida por la zona de El Morrillo, en las cercanías de Matanzas, para regresar para la lucha armada, fue traicionado y asesinado a mansalva con otro insurrecto, su entrañable amigo y compañerito de luchas, Carlos Aponte, de nacionalidad venezolana, un 8 de mayo de 1,935.
Hoy honramos su memoria, como la de todos los otros que como él iniciaban y mantenían la lucha y la continuarían después hasta lograr un luminoso Primero de Enero de 1,959.
Otro aniversario
Tengo amigos que siguen mis comentarios, algunos los comparten y otros no. Así será el de hoy. Cuando comenté el tema a tocar ahora, no faltó quien me dijera, en tono de advertencia, que no debiera “hacer eso”, o sea hablar de este asunto tan delicado. “¿ Por qué no…? Me respondí a mí mismo.
Pues allá va esto. Se trata de otro de esos aniversarios tristes para la historia cubana y de su pueblo. Corrían los primeros días de mayo de 1,980. Ya las puertas de la embajada de Perú en La Habana, se abrieron días antes sin escoltas para permitir que por ella se colaran unos 10 mil cubanos, que deseaban ser acogidos por esa sede diplomática para más tarde abandonar el país. Todo debido a un incidente ocurrido en al portón donde y cuando chocó un ómnibus secuestrado por dos cubanos, que entraban por la fuerza en el lugar, uno de los custodios criollos, fue muerto de un disparo.
Los dos refugiados fueron admitidos por los peruanos y al exigirles su devolución a territorio nacional cubano, estos se negaron, provocando que el gobierno de la isla retirara su custodia, permitiendo así que unos diez mil personas entraran en el reciento diplomático en muy poco tiempo.
En días posteriores una pequeña nota de Granma en su primera plana, anunciaba la presencia de unas embarcaciones de cubanos residentes en Estados Unidos que llegaban a ofrecerse para sacar del país a parte de los presentes en la Embajada de Perú. El final de la nota periodística, concluyó con la oración, “…fueron plenamente complacidos”. En solo unos pocos días posteriores ya eran cientos cuando no miles las embarcaciones que llegaban al Puerto de Mariel – lugar destinado por Cuba para realizar estas operaciones – para regresar llenas con familiares y amigos.
Pero durante este festín de irse de Cuba y donde y cuando unos 125 mil cubanos emigrantes participaron atraídos por las palabras del presidente de E.U, Jimmy Carter, de que los cubanos serían recibidos con los brazos abiertos en territorio yanqui., en la isla se desarrollaban hechos muy impresionantes.
Al regarse la noticia de que todos los que deseaban irse por esa vía, serían aprobados de inmediato por el gobierno, se comenzó una cacería de brujas. No pocos cubanos perseguían a hermanos coterráneos que “se iban”, se les lanzaban tomates, huevos y hasta objetos peligrosos, y se les golpeaba en muchos casos, sus viviendas eran apedreadas, rompiéndoles ventanas y puertas y pintarrajadas con letreros, hasta obscenos y los vándalos – calificados por las autoridades, de “pueblo enardecido contra los escorias que les abandonaban” – perseguían en sus recorridos hasta el centro de agrupación, un Círculo Social de Miramar, para después ser enviados a un árido e inhóspito lugar conocido por El Mosquito, desde donde se enviarían finalmente a Mariel a montarlos en las embarcaciones que les llevarían hasta Cayo Hueso en Florida.
Filas de niños pioneros se encontraban en las calles que conducían a las “escorias” donde los infantes les lanzaban huevos a las ventanas de los ómnibus que les conducían al destino final. Fueron días tristes para elpueblo cubano, al menos así lo recuerdo yo.
La historia narrada de manera distinta y cambiada por el tiempo, vuelve la pagina, y después de más de una década, se reciben a esos mismos ”escorias” de otrora, entonces y a partir de ahí, como buenos amigos turistas en los aeropuertos y barriadas cubanos.
Así y no de otra, sucedieron las cosas en estos días de mayo de 1,980 y una década después la cosa se normalizó.
Les habló, ”Desde Miami”, Roberto Solís.










