Eusebio Leal y el Centro Histórico

El Historiador de la Ciudad de La Habana, Doctor en Ciencias Históricas, Eusebio Leal Spengler es uno de los intelectuales más relevantes de la historiografía moderna cubana, hombre de verbo afilado y locuaz, amante de todos los hechos, sucesos y acciones de las luchas independentistas cubanas y fiel admirador de la Revolución y de su líder histórico, Fidel Castro.

Por la importancia de dar a conocer a los oyentes y lectores de Radio Miami, la versión de cómo surgió y creció el proyecto de restauración de La Habana Vieja, hoy les ofrecemos declaraciones que este admirable e indispensable historiador, le hiciera al profesor y escritor argelino-francés Salim Lamrini, las cuales aparecen en el libro Aeterna Sapientia, (Eterna Sabiduría) donde se recogen discursos, conversaciones y entrevistas de Eusebio Leal Spengler.

¿Cuál es el papel de la Oficina del Historiador de La Habana?

Las primeras medidas tuvieron como objetivo preservar el patrimonio arquitectónico, en peligro de desaparición por su estado de descalabro. Pero salimos del marco convencional de preservación de monumentos y el tiempo nos convenció de la idea según la cual no podía existir desarrollo patrimonial sin un desarrollo social y comunitario. También llegamos a la conclusión de que el desarrollo solo era posible si tomaba en cuenta la cultura. Era importante asumir la cultura como valor movilizador, no en un sentido elitista, sino en su papel de vanguardia, de cambio, de transformación de búsqueda del pasado y del futuro.

Podría hablarnos un poco del sistema económico vigente en la Habana Vieja.

Al inicio, todo era bastante convencional. Recibíamos un presupuesto del Estado. Luego llegó un momento en el que tuvimos la idea peregrina de que organismos como la UNESCO podían participar en el esfuerzo de preservación patrimonial. También elaboramos pequeñas colaboraciones internacionales que apreciamos mucho.

Nos interesan todos los actos de solidaridad. A veces nos mandan libros de arquitectura, tratados de restauración. Todo ello es muy positivo, pero sería imposible preservar nuestra riqueza patrimonial y cultural solo con gestos de solidaridad.

¿En qué momento empezó todo?

Cuando surgió la gran crisis que siguió al desmoronamiento del campo socialista, Fidel Castro subrayó la necesidad de que el proyecto de La Habana Vieja, se realizara con la creación de un modelo de gestión autónomo y sostenible, que fuera capas de generar sus propios recursos, previendo que un día llegaría el turismo a Cuba. Era importante entonces, crear el mecanismo, que era doble. La Oficina del Historiador es una institución muy antigua y muy prestigiosa de la cultura, especializada en temas de la ciudad, que tenía un sistema de ciclos de conferencias, una pequeña estructura de publicaciones, un programa televisivo y radial y un museo, el Museo de La Habana. Entonces decidimos primero dar una personalidad jurídica a esta entidad con capacidad para poseer patrimonio. Se entregaron entonces a la Oficina del Historiador, todos los terrenos y edificios de La Habana Vieja que pertenecían al Estado. Este conjunto inmobiliario podía ser fuente de riqueza. Luego el sistema bancario abrió una línea de créditos para la Oficina del Historiador.

En octubre de 1994, Fidel Castro nos entregó un presupuesto de un millón de dólares que era la suma que nos podía dar la República en esos tiempos de crisis. No teníamos que devolver este aporte, pero debíamos invertirlo de tal modo que fuéramos financieramente independientes. Nuestro trabajo debía tener una base económica y financiera autónoma. Tendríamos un marco legal, un apoyo político, pero debíamos alcanzar la autonomía financiera. Dos años después en 1996 ese millón generó recursos equivalentes a tres millones de dólares. Hoy, veinte años después, ese millón genera ingresos cien veces superiores. Esos ingresos sirven ahora para restaurar nuestra ciudad y también para apoyar a la comunidad a resolver los problemas a los cuales se enfrenta y a integrarla a nuestro proyecto. Compartimos los beneficios con nuestra comunidad con la creación de muchos empleos de diferente índole, con la creación de escuelas-talleres para formar a la juventud y preservar el patrimonio, la memoria cultural de Cuba. Logramos librarnos de la angustia de los préstamos bancarios. Nos ocupamos de los ancianos, de los discapacitados, de las mujeres embarazadas, algo que ninguna otra Oficina de Restauración Patrimonial del mundo realiza. Pienso que la restauración de La Habana Vieja es un capítulo de la Revolución cubana.

¿Cuál es el impacto de las sanciones económicas sobre la preservación del patrimonio arquitectónico?

Tenemos que importar muchas materias desde muy lejos. La tecnología de la restauración que implica muchas tecnologías a la vez, sea maquinaria, carpintería, herrería, podrían adquirirse sin problemas si existiesen relaciones comerciales normales con Estados Unidos como fue el caso durante siglos. Estamos en una etapa de restauración en que los edificios no se construyen con maderas de los bosques cubanos, sino con la de los bosques de Estados Unidos como el pino del norte. Es imposible encontrar este tipo de madera en otra parte que no sea en Estados Unidos.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *