Equivocos históricos, la humanidad regresa al punto de partida

 

Hitler no podía calcular que su invasión, en lugar de destruir a la Unión Soviética contribuiría a convertirla en una superpotencia

 

 

Las conmociones sociales, en particular las guerras, pueden conducir a resultados trascendentales e inesperados. Hitler no podía calcular que su invasión, en lugar de destruir a la Unión Soviética contribuiría a convertirla en una superpotencia y la haría aliada de Estados Unidos. Tampoco Japón al atacar a Estados Unidos e involucrarlo en la II Guerra Mundial podía sospechar que la contienda reforzaría su liderazgo mundial. La guerra en Ucrania puede relanzar a Rusia, aunque también hundirla. De hecho, ya ha consumido parte de su capital político sin aportar ganancia alguna.

El trazado de las áreas de influencia en Europa realizado por Churchill y Stalin, del cual el gran beneficiario resultó ser Estados Unidos, convirtió a Europa Oriental en apéndice de la Unión Soviética, proporcionándole seguridad a sus fronteras y proyección internacional, mientras dejó a Europa Occidental indefensa frente a la URSS a la cual ningún país del Viejo Continente, ni todos juntos, podían equilibrar militarmente.

La indefensión y el peligro de expansión del comunismo, obligaron a Europa a poner su seguridad y su defensa en manos de Estados Unidos, un ente no europeo, alejado de ella y con sus propias agendas. Algo así no solo nunca había ocurrido, sino que resultó irreversible. Norteamérica que no planificó tal desenlace, lo aprovechó. Al impedirle (excepto a Gran Bretaña, desarrollar el acceso al arma nuclear, hizo a Europa dependiente de su paraguas atómico.

Con la creación de la OTAN, Estados Unidos logró que el asunto más importante, el de la guerra y la paz, fuera manejado por la OTAN una organización controlada por ellos que suplanta a los gobiernos y a los parlamentos europeos. Hoy mismo ir a la guerra contra Rusia y desatar la III Guerra Mundial o algo parecido, no está en manos de los gobiernos ni de los parlamentos europeos, sino de la OTAN que responde a Estados Unidos.

Esa condición significa enormes riesgos, tiene para Estados Unidos elevados costos económicos y conlleva extraordinarias responsabilidades políticas que, en términos de costo-beneficio, valen la pena. En las dos guerras mundiales, Estados Unidos le ha sacado las castañas del fuego a Europa, y durante la Guerra Fría la protegió, al contener a la Unión Soviética y todavía, en el ámbito militar responde por su suerte.

Contener a la Unión Soviética no fue para Estados Unidos un cometido excesivamente difícil porque la estrategia de la URSS para alcanzar el predominio mundial no se basaba en conquistas militares sino, en la convicción de que la superioridad de sus ideas, su difusión a escala planetaria y su sustentación en el movimiento comunista y obrero internacional, sumadas a la emulación pacífica producirían una transición al socialismo y el comunismo.

Esa perspectiva surgida de una errónea lectura de los textos de Marx y la ideologización de la política, dieron a ese credo categoría de dogma. Los líderes comunistas, comenzando por Lenin, no fueron hipócritas ni demagogos, sino personas que creyeron firmemente lo que predicaban. Uno de sus errores capitales fue creer sus propias fantasías acerca de la “revolución mundial”, la inevitabilidad del socialismo a corto plazo” y hacerlo de un modo tan rotundo que, en ciertos sectores de la izquierda, mantiene alguna vigencia.

   La ideología blinda al pensamiento político avanzado, lo hace impermeable a cualquier influencia, pero también inflexible. La misma coraza que lo protege de influencias extrañas, le impide enriquecerse. La demonización de las categorías de revisionista y reformista fue un nefasto resultado que excluyó toda posibilidad de innovación.

Asumidas como credos, las ideologías anulan la dialéctica y vuelven estéril incluso las mejores ideas, convirtiendo principios políticos en dogmas. Llegado a este punto nada importa excepto el credo. Tal deformación explica fenómenos como el estalinismo que desnaturaliza al socialismo y el marxismo.

El actual momento político con su acumulación de cultura y civilización, parece ser el umbral de cambios trascendentales que, cosa extraña, pudieran venir de la fuerza y la violencia y no de la razón y de la innovación. Rusia que carece de una filosofía política innovadora (como tuvo la Unión Soviética), que económicamente no supera a California y se equipara con México y no cuenta con aliados, pudiera convertirse en catalizador de cambios que nadie pueda asegurar que serán para mejor.

Tres mil años después, para tomar un período conocido, la humanidad regresa al punto de partida. Como no hace mucho, la fuerza pudiera ser otra vez el agente del cambio. Una vez se dijo: “Los bárbaros que conquistaron Roma destruyeron un mundo que fueron incapaces de sustituir”. La historia puede repetirse. Allá nos vemos.

Un comentario

  1. Hay un detalle: Los franceses si se dieron cuenta mucho antes de que no podian depender siempre de USA y desarrollaron ellos mismos sus fuerzas nucleares. Incluso de Gaulle salió de la OTAN en 1962 apenas vio como EEUU era casi capaz de arrastrar a todo el mundo a una posible guerra nuclear solo porque no le dio la gana de dejar a Cuba hacer lo que quería para su autodefensa.
    Y respecto al capital «político» actual de Rusia…en realidad no creo que haya sufrido mucho. La iba a seguir sancionando igual.

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