Los procesos civilizatorios que duran unos 350.000 años, se tejen a lo largo de dilatados períodos que suman siglos y suelen ser llamados épocas o eras, dentro de las cuales existen episodios más cortos a veces notables y decisivos.
La Era moderna (siglo XV en adelante) comenzó con el ajuste geopolítico derivado del descubrimiento, la conquista y la colonización del Nuevo Mundo y de África, con lo cual aparecieron los imperios de ultramar que agrandaron los reinos euro occidentales, y sumándose a los también imperios otomano, ruso y austro-húngaro que eran entidades terrestres, protagonizaron el primer reparto del mundo.
En ese período histórico tuvo lugar la trata de esclavos que en cuatro siglos desplazó a no menos de 50 millones de africanos hacia las Américas, ocurrió la independencia de las 13 colonias de Norteamérica, hecho que dió lugar al surgimiento de los Estados Unidos, la mayor superpotencia de todos los tiempos, seguido por las luchas por la independencia en Iberoamérica.
Las contradicciones y las pugnas, entre otras cosas por territorios entre los estados europeos dieron lugar a la Primera Guerra Mundial y a un nuevo reparto del mundo, pero también a la desintegración de los imperios otomano, austro-húngaro y ruso. En el último caso, debido a la Revolución Bolchevique, aunque con otros propósitos y contenidos la conformación territorial del imperio ruso, fue conservada por la creación de la Unión Soviética.
La Revolución bolchevique, entre otras cosas, significó el inicio de ajustes territoriales y geopolíticos, aun sin concluir que sumaron a la Unión Soviética a 9 países de Europa Oriental (Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria, Albania, Yugoslavia y Alemania Oriental) que, sumando a Mongolia, China, Corea, Vietnam y luego a Cuba, formaron el campo socialista que, como entidad, debido a la inviabilidad de su propuesta y a contradicciones internas, sucumbió en los albores del siglo XXI.
Aquella ruptura dio lugar a que 10 estados europeos renunciaran al socialismo y restablecieran el régimen capitalista, cosa que también hicieron los 20 nuevos países surgidos como entidades independientes en territorios ex soviéticos, entre los cuales estuvieron Rusia y Ucrania, actualmente en guerra. En 70 años, aquel proceso involucró a unos 50 países, ajuste geopolítico que es comparado con la incorporación de las Américas a los circuitos occidentales.
Lo que quiero decir y digo es que el desbarajuste civilizatorio iniciado con la remisión del socialismo real y el colapso de la Unión Soviética, puede no haber concluido lo cual se evidencia en la guerra entre Rusia y Ucrania que, en dos años ha provocado cambios territoriales y enfrentado a los países de Europa Occidental y a los Estados Unidos con Rusia entre los cuales, antes de 2022 apenas existía hostilidad.
Existe la posibilidad de que, como parte del escalado del conflicto, pudieran ocurrir eventos trascendentales, todos de signo negativo. Antes de aludir a la confrontación nuclear, podría desatarse la guerra entre la OTAN y Rusia, de lo cual dan fe la amenaza del presidente de Francia Emmanuel Macron respecto a que la OTAN pudiera enviar efectivos a Ucrania, la respuesta del presidente Putin a tal especulación, así como la revelación de que oficiales alemanes han intercambiado criterios acerca de la planificación de operaciones para destruir el puente que une a Crimea con Rusia.
De hecho, transcurridos dos años de guerra, la paz está hoy más lejos que lo que estuvo en las primeras semanas y los peligros globales son mayores que el primer día del ataque. No obstante, tomo nota respecto a que. “El momento más oscuro es aquel que precede al alba. Allá nos vemos.
Ucrania año III. Sin nada que celebrar
Jorge Gómez Barata
El presidente de Rusia Vladimir Putin tiene razón respecto a que el Plan de Paz de diez puntos del presidente, Volodomyr Zelenski es maximalista y sería difícil de implementar, aunque un plan defectuoso es mejor que ninguno. ¿Cuál es el suyo? Aplicando sabermetría e inteligencia artificial, la confrontación directa Rusia-OTAN parece más cercana que la paz.
Dos años después, con alrededor de medio millón de bajas, en la guerra desatada por elección hay una especie de empate. Si Rusia hubiera podido ganar ya lo hubiera hecho y para Ucrania, hacer retroceder por medios militares a Rusia a las fronteras anteriores a 2022 es una quimera. También lo es que Ucrania renuncie a territorios que son parte de su estado. Un armisticio sin ganador ni vencido es una opción razonable mas no parece cercana.
Lo que parecía improbable ha ocurrido; los extremos de barbarie son otra vez aportados por Europa a la cual pertenece Rusia que es parte del continente despedazado en las dos guerras mundiales. En el capítulo actual también intervienen los Estados Unidos, esta vez no para sacar las castañas del fuego, sino para aventar las llamas de un conflicto al cual aporta armas, dinero y estímulo. En otras dos guerras Rusia y Estados Unidos estuvieron en el mismo bando, ahora son adversarios.
Dos años atrás, cuando una impresionate fuerza de tarea formada, entre otras cosas, por columnas de blindados rusos de 60 kilómetros de largo, dominio total del aire y los mares Negro, Casio y de Azov desde donde la aviación estratégica y los buques de guerra, al amparo de la distancia bombardeaban posiciones defensivas, infraestructuras militares y ciudades, pocos apostaban a que Ucrania pudiera resistir, yo mismo estimaba que sería cosas de unas semanas. No ocurrió así.
Aunque Rusia ha ocupado la región de Donbass, no la ha pacificado, la población que queda en ella no es más próspera y feliz. A escala social, sin paz no hay felicidad. Aunque hay diferencias y fisuras, estratégicamente la guerra no ha dividido a Europa, sino que la ha cohesionado y, después de sumar a Finlandia y Suecia, la OTAN no es más débil sino lo contrario.
En lugar de atenuarse y el peligro de que el contencioso escale hasta llegar a dimensiones globales con empleo de armas nucleares no es un riesgo menor sino mayor. La guerra desangra económicamente a Europa y a Ucrania, cosa que también le ocurre a Rusia y la economía global se afecta decisivamente.
Treinta y un países aprobaron el ingreso de Suecia a la OTAN, Hungría que bloqueaba la incorporación, al consultar a su parlamento reveló que, de 194 diputados, sólo seis votaron en contra. Técnicamente no era Hungría quien se oponía, sino seis húngaros.
Ante ingresaron Polonia, Hungría, Rumania, Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia, Lituania, Estonia, Letonia, así como varias repúblicas ex soviéticas. Con la incorporación de Finlandia, las fronteras de Rusia y la OTAN crecieron en 1.300 kilómetros.
Cuando todos pierden más de lo que ganan, al cero se le antepone un signo de ―. Definitivamente en el segundo aniversario de la guerra, no hay nada que celebrar y mucho que lamentar. Allá nos vemos.