Traducido del más allá por Max Lesnik.

 Bush contra Cuba

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El  candidato presidencial Republicano Jeb Bush  inauguró el pasado  sábado sus oficinas de campaña  en  el  mismo corazón  de la calle  8  del  suroeste de Miami, la zona que  se  conoce como “La Pequeña Habana”, punto  focal  de  la “saguecera”  cubana.

Allí  estaban  como  era  de esperar,  los  Congresistas  Republicanos de origen cubano,  Ileana Ros, Carlos Curbelo  y Mario  Díaz Balart, acompañados  ellos  tres  del  inevitable  Lincoln Díaz  Balart,  el  ahijado  del  ex dictador  Fulgencio Batista  a quien   se le tiene  como  jefe del sector más  recalcitrante  de  la  extrema  derecha  cubana  del sur  de La Florida.

La asistencia  al  evento fue  escasa  y se notó  el  poco  entusiasmo  de los  presentes dado  que  la  mayoría  de  los cubanos  Republicanos  de  derecha  se han pasado a las  filas  de Donald Trump siguiendo  el discurso  racista  anti-hispano  del  pintoresco  multimillonario neoyorquino quien a pesar  de  sus descabelladas proposiciones  de control migratorio  prometiendo  muros de contención  en  la frontera  como Méjico,  sigue  subiendo  en  las  encuestas  a costa de los  otros  aspirantes Republicanos, principalmente  afectando  a  Bush   ha  quien  ha relegado a un lejano  cuarto lugar de preferencia.

A todas  estas  Jeb Bush insiste en su estrategia  equivocada  de pensar  que  con  hablar  en el español-cubano  de Miami , es más  que suficiente para  conquistar  el voto de los  millones  de hispanos de otros  orígenes que viven en Estados Unidos  y que estos  saben por  supuesto,  que la extrema derecha cubana  de Miami que  apoya  al  ex  gobernador floridano, les  discrimina con tanta  furia  racista  como  lo  hace el mismo  Donald  Trump.

El  compromiso político   de Jeb Bush  con  el  “rosablanquero” Lincoln Díaz  Balart  y  los Congresistas  Ros, Curbelo y Mario Díaz Balart  es de que si el  menor  de los Bush llega  a  la Casa Blanca en  las  elecciones  de noviembre del  año entrante,  uno  de  sus  primeros actos  de gobierno sería el  de romper nuevamente  relaciones  diplomáticas  con el gobierno de  Cuba con todas  las malas consecuencias  que  ese paso  tendría  para  los  cubanos  de  la  isla  y los que viven en Estados Unidos.

Jeb Bush está atado  a  un compromiso  con la  extrema  derecha  cubana  de Miami del cual  no  puede  salirse, lo que pudiera  ser para él tan peligroso como que  se  arriesga  con ello  a perder el   voto cubanoamericano  del  sur  de La Florida puesto  que  según  las  encuestas  realizadas  al  respecto, arrojan  un apoyo  masivo  de   estos  a la  nueva política  del  Presidente  Barack  Obama de mejores relaciones  con Cuba.

Para decirlo  en cubano. Jeb Bush  se  nos  ha vuelto  como el “Chacumbele”  del  cuento, que el  mismito se mató.

Y con mi gallo me voy cantando a mi tumba fría. Bambarambay.