Paz para Kazajistan

                                         

Apelar a tropas extranjeras para sofocar conflictos internos, puede ser tan pertinente como apagar fuegos con gasolina. Así ocurre en Kazajistán donde el gobierno ha recabado ayuda militar de los países integrantes del Consejo de Seguridad Colectiva, estructura militar de la Unión Económica Euroasiática. Según la televisora Rusia Today (RT), el núcleo de esas fuerzas son varias divisiones rusas.

La medida se explica por la escala y la violencia de las protestas que abarcaron las principales ciudades del país involucraron a alrededor de veinte mil personas, calificados de extremistas, algunos armados que ocasionaron muertos, entre ellos cerca de veinte individuos armadas y 18 agentes del orden e hicieron dimitir al gobierno en pleno, haciendo peligrar la estabilidad del país que activó su alianza.

Según el presidente Kasim-Zhomart Tokayev, que ha impartido órdenes de disparar contra los sublevados, la revuelta fue instigada y conducida desde el exterior por fuerzas hostiles que activaron “Células terroristas clandestinas durmientes que pasaron inadvertidas para los órganos de la seguridad del estado”. Como resultado de los operativos han sido detenidas unas cuatro mil personas

Kazajistán, el mayor país de Asia Central y el noveno más grande del mundo, habitado por 131 nacionalidades y donde el islam es la religión mayoritaria, puede estar al borde de una peligrosa alteración del orden que puede conducir a la desestabilización política.

Esa nación fue parte del Imperio Ruso hasta la Revolución bolchevique, en 1920 se convirtió en República Autónoma Socialista Soviética y en 1936 se integró a la Unión Soviética, lo cual incrementó la emigración rusa y eslava. Debido a las manipulaciones demográficas propias del stalinismo (deportaciones en masa, emigración compulsada) en los años cincuenta los kazajos se convirtieron en minoría en su propio país. Entonces los rusos y otros eslavos, los sobrepasaron en número.

Sin embargo, fue de los más consecuentes defensores de la URSS y el último país en separarse de ella, manteniendo estrechos vínculos con Rusia con la cual comparte una frontera de 6.846 km, la segunda más extensa del mundo. Al obtener la independencia, el líder del partido comunista, Nursultán Nazarbáyev fue electo presidente de la república, cargo que desempeñó hasta 2019 y según se afirma conserva una considerable ascendencia en los círculos de poder.

Como todos los países asiáticos de la antigua URSS, en la posguerra Kazajistán experimentó un acelerado crecimiento económico que, como suele ocurrir, no estuvo exento de tensiones. Allí se situó el polígono nuclear de Semipalatinsk donde la Unión Soviética realizó casi 500 pruebas atómicas y se construyó el cosmódromo de Baikonur, durante décadas, la base militar más secreta del mundo, desde donde la Unión Soviética se puso a la vanguardia de la conquista del espacio.

La Unión Económica Euroasiática (UEEA) da continuidad a los esfuerzos de Rusia para mantener alguna cohesión entre naciones que han estado vinculadas a ella por más de 500 años. También se trata de justificados esfuerzos del presidente Vladimir Putin por evitar que los problemas confesionales el mundo musulmán y las prácticas políticas asociadas con inestabilidad, violencia, corrupción y terrorismo, se instalen en los territorios exsoviéticos de Asia Central y, eventualmente penetren en la propia Rusia.

Las ideas promovidas por algunos mandatarios, especialmente Putin  para cohesionar la región en torno a la Unión Económica Euroasiática, se basa un atractivo proyecto de “cuatro libertades”: libre circulación de personas, bienes, capitales y servicios, dentro de un mercado común y una agenda integracionista, estilo Unión Europea que incluye: unión aduanera y monetaria, mercado común y libre comercio y coordinación económica, energética, industria, agricultura, ciencia y transporte, así como políticas sociales.

Para avanzar en estas direcciones se allegaron financiamientos y se constituyeron instituciones como el Banco de desarrollo Euroasiático, la Comisión Económica Euroasiática, una corte de justicia y se formularon ideas para un parlamento regional. Tales proyecciones atrajeron nuevos miembros, llegando incluso a mirar más allá de la región al invitar a Cuba a sumarse a la entidad como país observador, reeditando una relación que antaño la Isla forjó con esas economías en el seno del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) construido por la Unión Soviética.

Aunque el presidente de Kazajistán en un enfoque optimista ha declarado restablecido el orden en todo el país, sería deseable que se consolide la situación política, las instituciones nacionales retomen su vigencia, las fuerzas del orden recuperen su eficacia y las tropas foráneas, retornen a sus países.

La Unión Económica Euroasiática es un proyecto inteligente y pertinente, necesario y beneficioso que necesita consolidarse como originalmente fue concebido, por vías pacíficas y con opciones de colaboración. El orden y la paz se consiguen mejor con las “cuatro libertades”, con la democratización y el saneamiento de la vida nacional que con tropas extranjeras que, a veces son parte del problema no de la solución. Allá nos vemos.

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