Obama en la Habana: el embargo es una carga obsoleta sobre el pueblo cubano

El presidente estadounidense, Barack Obama, y su homólogo cubano, Raúl Castro, caminan por la pista del aeropuerto Internacional José Martí minutos antes de que el mandatario norteamericano concluyera una visita oficial a la nación caribeña.

Foto: Jorge Luis Baños_IPS

El martes 22 de marzo de 2016  en la Habana Cuba, el presidente de los Estados Unidos Barack Obama expresó un grupo de ideas que reflejaron como la Paz y las relaciones entre los pueblos y gobiernos con diferentes idiologias pueden convivir y luchar juntos por el progreso humano.

Obama unió en  su discurso  historias de vida y frases en español, populares en Cuba y de la tradición literaria, como “un saludo de paz”, “creo en el pueblo cubano”, “el cubano inventa del aire” (hace cosas de la nada)”, “sí se puede” (lema de su primera campaña) y “cultivo una rosa blanca”, un verso del héroe nacional José Martí (1853-1895).

Tocó la historia, personalidades, artistas y deportistas que unen a ambos países. “Estados Unidos está restableciendo relaciones con el pueblo cubano”, remarcó en su alocución que dedicó un espacio para hablar de las divergencias. “No podemos ni debemos obviar las diferencias que tenemos”, insistió.

Que bueno y alentador que la actual administracion que gobierna hoy desde la Casa Blanca en Washington, tuviera en cuenta esta intervención y recapacitara con racionalidad y sin soberbia por el bien de las familias norteamericanas y cubanas.   Volvamos a repasar las esencias del histórico discurso de Obama en la Habana. 

«Como Presidente de los Estados Unidos, he exhortado a nuestro Congreso a levantar el embargo. (Aplausos). Es una carga obsoleta sobre el pueblo cubano. Es una carga para los estadounidenses que quieren trabajar y hacer negocios o invertir aquí en Cuba. Es hora de levantar el embargo…
La respuesta es simple: Lo que Estados Unidos estaba haciendo no estaba funcionando. Tenemos que tener el valor de reconocer esa verdad. Una política de aislamiento diseñada para la Guerra Fría tenía poco sentido en el siglo XXI. El embargo sólo estaba perjudicando al pueblo cubano en lugar de ayudarlo. Y yo siempre he creído en lo que Martin Luther King, Jr. llamó «la feroz urgencia del ahora»: no debemos temer al cambio, debemos abrazarlo. (Aplausos.)
La revolución cubana tuvo lugar en el mismo año en que mi padre emigró a Estados Unidos desde Kenya. Bahía de Cochinos tuvo lugar en el año en que yo nací. Al año siguiente el mundo entero quedó en suspenso observando a nuestros dos países mientras la Humanidad se acercaba más que nunca antes al horror de una guerra nuclear.
Con el paso de las décadas nuestros gobiernos se quedaron estancados en una confrontación aparentemente interminable, librando batallas a través de terceros. En un mundo que se rehizo a sí mismo una y otra vez, el conflicto entre los Estados Unidos y Cuba era una constante. Yo he venido aquí a enterrar los últimos remanentes de la Guerra Fría en las Américas (Aplausos) Yo he venido aquí a extender una mano de amistad al pueblo cubano (Aplausos).
Tal como Martí escribió su obra más famosa en Nueva York, Ernest Hemingway hizo de Cuba su hogar y encontró inspiración en las aguas de estas costas. Compartimos el mismo pasatiempo nacional : la pelota. … Y se dice que nuestro más grande boxeador, Mohamed Alí, rindió tributo una vez a un cubano con el que nunca pudo pelear, dicendo que lo más que podía alcanzar era un empate con ese gran cubano, Teófilo Stevenson. Así que aun cuando nuestros gobiernos devinieron adversarios, nuestros pueblos compartían estas pasiones comunes, particularmente con la llegada a Estados Unidos de tantos cubanos.
Millones de los nuestros tienen una misma religión, una fe a la que yo he rendido tributo en la Ermita de la Caridad de Miami, la paz que los cubanos encuentran en La Cachita.
A pesar de nuestras diferencias, cubanos y estadounidenses comparten valores comunes en sus vidas: un sentido de patriotismo y de orgullo, un gran orgullo; un profundo amor a la familia; pasión por nuestros hijos; un compromiso con su educación. Y es por eso que creo que nuestros nietos mirarán este período de aislamiento como una aberración, y apenas un capítulo en una historia más larga de familiaridad y amistad.
Y puedo decirles como amigo que en el siglo XXI la prosperidad sostenible depende de la educación, la salud, y la protección del medio ambiente. Pero también depende del intercambio libre y abierto de ideas. Si uno no puede acceder a la información en línea, si no puede estar expuesto a diferentes puntos de vista, no alcanzará su máximo potencial. Y con el tiempo, la juventud va a perder la esperanza.
He dejado claro que Estados Unidos no tiene ni la capacidad, ni la intención de imponer un cambio en Cuba. Cualquier cambio que venga dependerá del pueblo cubano. No les vamos a imponer nuestro sistema político o económico. 
Y como ustedes, también estoy seguro de que Cuba puede seguir desempeñando un papel importante en el hemisferio y en todo el mundo, y mi esperanza, es que pueda hacerlo como socio de los Estados Unidos.
Desde el inicio de mi mandato, he instado a la gente en las Américas a dejar atrás las batallas ideológicas del pasado. Estamos en una nueva era. Sé que muchos de los problemas de los que he hablado carecen del drama del pasado. Y sé que parte de la identidad de Cuba es su orgullo de ser una pequeña nación insular capaz de defender sus derechos, y estremecer al mundo. Pero también sé que Cuba siempre se destacará por el talento, el trabajo duro, y el orgullo del pueblo cubano. Esa es su fuerza.
A pesar de las políticas, las personas son personas, y los cubanos son cubanos. Y he venido aquí -he viajado esta distancia– sobre un puente que fue construido por cubanos a ambos lados del estrecho de la Florida. Primero llegué a conocer el talento y la pasión de los cubanos en Estados Unidos. Y sé cómo han sufrido algo más que el dolor del exilio: también saben lo que es ser un extraño, y pasar trabajos, y trabajar más duro para asegurarse de que sus hijos puedan llegar más lejos en América.
Así que la reconciliación de los cubanos – los hijos y nietos de la revolución, y los hijos y nietos del exilio- es fundamental para el futuro de Cuba. (Aplausos).
La historia de los Estados Unidos y Cuba abarca revolución y conflicto; lucha y sacrificio; retribución y, ahora, reconciliación. Es ya hora de dejar atrás el pasado. Ha llegado el momento de que miremos juntos hacia el futuro un futuro de esperanza. Y no va a ser fácil, y habrá adversidades. Tomará tiempo. Pero mi tiempo aquí en Cuba renueva mi esperanza y mi confianza en lo que el pueblo cubano puede hacer. Podemos hacer este viaje como amigos, y como vecinos, y como familia: juntos. Sí se puede. «

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