Lorenzo Gonzalo director de RMToday aborda el hostigamiento de EEUU contra Venezuela

Radio MiamiToday publica textos de otras agencias que obordan el «Nivel de amenaza sin precedentes»: Venezuela denuncia ante la ONU la «política de hostigamiento» de EE.UU.

Desde Caracas afirmaron que las acusaciones de narcotráfico forman parte de la hostilidad de EE.UU., destinada a justificar una intervención contra Nicolás Maduro. RT RUSIA
"Nivel de amenaza sin precedentes": Venezuela denuncia ante la ONU la "política de hostigamiento" de EE.UU.

El representante permanente de Venezuela ante la ONU, Samuel Reinaldo Moncada Acosta, ha criticado este jueves la presencia de fuerzas militares estadounidenses «con capacidad nuclear» en el Caribe y la «intervención» de Washington contra el presidente Nicolás Maduro.

«El Gobierno venezolano ha dejado claro que estas agresiones del Gobierno de los Estados Unidos de América, que han venido escalando en los últimos años a través de la promulgación e ilegal aplicación de medidas coercitivas unilaterales […], han alcanzado hoy un nivel de hostilidad y amenaza sin precedentes«, dijo en el aire de UNTV Channel.

«Especialmente tras el reciente despliegue de fuerzas militares estadounidenses en el Caribe. Ha generado particular alarma la presencia de destructores y de cruceros lanzamisiles, así como el despliegue de un submarino con capacidad nuclear«, señaló.

«Se trata de la primera ocasión en la historia en que se introducen activos militares con capacidad nuclear, este es el verdadero punto más importante de esto, con capacidad nuclear, en América Latina y el Caribe», condenó, agregando que se trata de violación del Tratado de Tlatelolco, que promueve la desnuclearización de la región.

«Intervención» contra Maduro

En este sentido, Acosta abordó las acusaciones de narcotráfico hechos por la Administración del presidente de EE.UU., Donald Trump, contra Venezuela. «Si consideramos las proporciones, representamos menos del 5 % del tráfico que circula por el mundo. Venezuela es una parte minúscula del total», manifestó.

«Esta es una narrativa que se está fabricando solo con el propósito de producir y justificar una intervención contra un presidente legítimo en un país latinoamericano [Nicolás Maduro]. Si realmente quieren combatir el narcotráfico, deberían empezar aquí [en EE.UU.].
Y no solo con los cárteles de la droga, sino también con las corporaciones farmacéuticas», subrayó el representante venezolano.

«Política sistemática de hostigamiento»: carta de Maduro a Guterres

El presidente venezolano envió este jueves una carta al secretario general de la ONU, António Guterres, en la que expresó su «profunda preocupación» por la escalada de las agresiones de Estados Unidos hacia su país que, asegura, ha alcanzado «un nivel de amenaza sin precedentes para la paz y la seguridad de América Latina y el Caribe».

Al mismo tiempo, el mandatario denuncia en la misiva «la política sistemática de hostigamiento» por parte de Washington, de la que — recalca — Venezuela ha sido objeto desde «hace años» por medio de «medidas coercitivas unilaterales, campañas de descrédito, desconocimiento de la legitimidad de autoridades» y judicialización de dirigentes.

«Hoy, esa agresión ha escalado hacia un plano más peligroso: el despliegue militar en el Caribe de fuerzas navales y aéreas estadounidenses, incluyendo destructores y un crucero lanzamisiles, así como la presencia de un submarino nuclear de ataque rápido», apunta Maduro en la carta, compartida en Telegram por el canciller venezolano, Yván Gil.

En este sentido, el presidente venezolano pide a Guterres que haga valer los principios fundamentales de la Carta de la ONU, instando a Washington «a poner fin a estas acciones hostiles y a respetar plenamente la soberanía, la integridad territorial y la independencia política de la República Bolivariana de Venezuela».

El documento explica que el operativo militar estadounidense incumple con varios artículos de la Carta de las Naciones Unidas, en particular los que corresponden a la igualdad soberana de los Estados, la solución pacífica de las controversias, la prohibición de la amenaza o uso de la fuerza y la no injerencia en los asuntos internos de los países, e ignora que en 2014 la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) «declaró a la región como una zona de paz».

  • En el último mes, las ya difíciles relaciones entre EE.UU. y Venezuela se deterioraron todavía más, luego de que la fiscal general del país norteamericano, Pam Bondi, anunciara un alza de 25 a 50 millones de dólares en la recompensa ofrecida por información conducente a la captura de Maduro, a quien Washington sindica sin pruebas de liderar un cártel de narcotráfico.
  • El ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López, señaló que se difunden noticias falsas que presentan al país como un narcoestado, lo que no coincide con la realidad y es un arma usada «para forzar un quiebre interno».
  • En un discurso reciente, Maduro anunció un «plan especial» para movilizar a 4,5 millones de milicianos en «todo el territorio nacional» en respuesta a las amenazas de EE.UU. Además, el mandatario informó que se realizarán dos nuevas jornadas de alistamiento para defender la soberanía del país ante el despliegue militar estadounidense en el sur del Caribe.
  • Entretanto, países como México, Colombia, Honduras, Bolivia, Cuba, Rusia, China, Bielorrusia e Irán han rechazado la posibilidad de que Washington abra un frente bélico en Sudamérica bajo el pretexto de la lucha contra el narcotráfico.
  • EU contra Venezuela: ¿un tiro en el pie? Por la Jornada Mexic0

    L a agresiva movilización militar emprendida por órdenes del presidente estadunidense, Donald Trump, en aguas del mar Caribe, con el explícito propósito de amedrentar y provocar al gobierno del mandatario Nicolás Maduro –por cuya cabeza Washington ha ofrecido una recompensa de 50 millones de dólares, argumentando que es el jefe máximo del supuesto cártel Tren de Aragua–, ha recibido como respuesta en la nación sudamericana una intensa movilización de repudio popular y una adhesión masiva a la campaña de reclutamiento a la Milicia Nacional Bolivariana, que según cifras de Caracas cuenta con unos 4 millones de integrantes y que es, junto con el ejército, la Armada, la Aviación Militar y la Guardia Nacional, una de las cinco ramas de las fuerzas armadas del país sudamericano.

    Asimismo, el gobierno optó por fortalecer la organización popular para la seguridad en los llamados Cuadrantes de Paz, en los que se vinculan policías, militares y población en los más de 5 mil circuitos comunales.

    En forma paralela, los sectores mayoritarios de la población han hecho el vacío a los llamados de la oposición más recalcitrante, encabezada por María Corina Machado, a boicotear tales esfuerzos organizativos necesarios para disuadir a Washington de que emprenda una agresión armada en contra de Venezuela. Por el contrario, tales exhortos, que en forma desembozada apoyan las hostiles acciones intervencionistas del trumpismo, pueden representar para sus autores la clase de reacción social que suscitan en todas las latitudes quienes, independientemente de ideologías, traicionan a su país.

    En cuanto a Trump, no es fácil dilucidar si el aparatoso despliegue de buques de guerra y unidades militares en torno a Venezuela es una más de sus carísimas bravuconadas, o si es en cambio la preparación de una agresión militar en forma para intentar el derrocamiento de un gobierno al que Estados Unidos no ha logrado someter en décadas y que constituye un obstáculo infranqueable para que las empresas petroleras de la superpotencia puedan saquear a voluntad los hidrocarburos, de los que la república bolivariana posee las mayores reservas del mundo.

    Pero, sea por las razones que sea, y llegue al grado que llegue, la hostilidad bélica podría ser para la administración trumpista un tiro por la culata. De tratarse de una más de las espectaculares amenazas del magnate neoyorquino que despacha en la Casa Blanca, lo cierto es que ha provocado ya una masiva afiliación en las movilización social de respaldo a Maduro que es, a fin de cuentas, un triunfo político para el chavismo y una nueva derrota de la oposición. Y en el más descabellado de los escenarios, si Washington decidiera ir más allá de los gestos hostiles, más valdría que sus estrategas consideraran las consecuencias de involucrar a Estados Unidos en una nueva guerra colonialista de esas que se cobran enormes cuotas de destrucción, sufrimiento y muerte para los locales, pero que la superpotencia termina perdiendo, como ocurrió en Vietnam y en Afganistán.

    La obligación moral de los países latinoamericanos y de los organismos internacionales es evitar que se llegue a tal punto y para ello resulta fundamental que, al margen de lo que se piense sobre el gobierno venezolano, unos y otros se manifiesten de manera enérgica e inequívoca en contra de la agresividad militar trumpiana y de cualquier intento de llevar a cabo una sola agresión injerencista contra el territorio, la población, las instancias militares, la infraestructura y los recursos naturales de Venezuela.

    Pero Venezuela no está sola

    Como latigazos del tiempo suenan y retumban hoy las estrofas del músico y cantautor venezolano Alí Primera:

    «…Abrebrecha, compañero
    Que ya sopla viento de agua
    Y ya hay que espantar el perro
    Antes que se eche la miada…»

    La paloma de la paz, Donald Trump, sacó sus garras. La flota de guerra estadounidense se está posicionando frente a las costas venezolanas. Los pichoncitos de esta paloma, los que parecen buitrecitos y que son los Gobiernos de la República Dominicana, Ecuador y Paraguay se apresuran a sumarse al coro imperial.

    El país, sin siquiera un nombre propio, el que más cocaína en el mundo importa, vende, compra y consume, una vez más se pone a dar clases de moral antinarcóticos y amenaza al Gobierno de Venezuela con lo único que sabe hacer bien: la guerra.

    Ojeando los titulares, y entre los muchos absurdos y surrealistas, el más burro me pareció el que escribe Euronews: «EE.UU. habría desplegado 3 buques con 4.000 soldados cerca de Venezuela para frenar el narcotráfico».

    Al parecer, los europeos, que se preparan ahora para la invasión rusa y la venida de los alienígenas, creerán también en la eficiencia de las naves equipadas con misiles y cañones para combatir a los traficantes de drogas.

    Dejemos de lado las verdades archisabidas, como que la gerencia general del narcotráfico en el continente americano se ejecuta desde ese mismo país, que siempre repite en inglés el mismo mantra acerca de una guerra contra él, cuando los principales coordinadores del negocio son la DEA y la CIA. Centrémonos en lo importante: ¿Qué tan reales pueden ser las promesas del imperio de invadir Venezuela?

    El director de la DEA, Terry Cole, declaró que el gobierno de Maduro envía «cantidades récord de cocaína» con la ayuda de grupos guerrilleros colombianos como las FARC y el ELN, usando casi el mismo lenguaje que el de la prensa de Colombia en los tiempos del uribismo, cuando los rebeldes fueron catalogados oficialmente de «narcocomunistas». La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, aseguró que su país está listo para «usar todo su poder» y una vez más insistió en que considera al Gobierno venezolano como «un cártel de narcotráfico» y no un poder legítimo, calificando también al presidente Nicolás Maduro como un líder fugitivo acusado de tráfico de drogas. ¿Existirá una manera más explícita para declarar a toda Venezuela un blanco militar? 

    EE.UU., aprovechando el momento de la mayor crisis político-militar global de la postguerra, cuando la atención de los grandes medios está pendiente de la guerra en Ucrania y la masacre en Gaza, se enfoca hacia el continente Latinoamericano, que por varios años parecía olvidado por el imperio, con la excusa de otras prioridades.

    Venezuela les preocupa especialmente, porque después de tantos presagios de la inminente caída del gobierno bolivariano, ahora, a pesar de todas las sanciones y millones de dólares invertidos en su desestabilización, el mundo ve la recuperación de su economía y también cómo la seguridad y tranquilidad de a poco vuelven a sus calles.

    Venezuela resistió a todas las guerras: la económica, la cultural, la informativa y la delincuencial.

    Por eso ahora la amenazan con esta última: la militar. Pero aparecen algunas complicaciones: a pesar de todas las bravuconadas con la flota militar con sus submarinos atómicos y aviones, los expertos estadounidenses saben bien que, por la geografía y el relieve de la costa venezolana, esta opción sería para el agresor demasiado costosa en equipos y vidas.

    La otra opción de la que siempre se ha hablado, es la de un ataque desde el territorio colombiano, que pareciera más sencillo y que planearon desde los tiempos en que estuvo en el poder su aliado el «Matarife», pero que por ahora se descarta ante la firme y digna postura antiintervencionista del presidente Gustavo Petro. Atacar desde Guayana sería demasiado difícil por la densidad de las selvas y una falta total de comunicaciones terrestres. Además, saben muy bien, que Venezuela, con su Ejército y su pueblo, se va a defender muy en serio.

    Para el negocio de la guerra que el Tío Sam armó en Europa y ahora se lava las manos, esperando sus dividendos, se necesitará mucho petróleo y otras materias primas. Por eso Venezuela y América Latina volvieron ser tan importantes y apetecidas.

    Otro aspecto que poco se comenta en los medios sobre la actual escalada brutal, es que esto sucede después de una supuesta mejora de las relaciones entre EE.UU. y Venezuela. De un momento para otro, un gobierno soberano con el que avanzaba un dialogo razonable, se convierte en el enemigo declarado y un blanco militar. Aunque después de lo sucedido con Irán, atacado bajo las mismas circunstancias de negociación que se desarrollaba con avances, evidentemente, esto también es una advertencia para todos, mucho más allá de América Latina.

    Pero Venezuela no está sola. Porque ya no basta con escribir «Todos somos Venezuela» para abrir la brecha que hará desmoronar el soberbio poder colonial de los de siempre, sino que hemos de crear, parafraseando al Che, «dos, tres… y muchas Venezuelas».

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