Donald Trump, durante una entrevista con la cadena NBC, insinuó la posibilidad de postularse para un tercer mandato en 2028, asegurando que “hay métodos” para lograrlo, afirmando que hay muchos de sus seguidores que respaldan la idea.
Con toda probabilidad, Donald Trump no será tres veces presidente de los Estados Unidos porque se lo impiden, no una sino dos enmiendas. Para que ello ocurra será necesario modificar dos veces el actual texto.
En el proceso constituyente, después de debatir durante 11 años mediante los Artículos del Federalista los temas de gobierno, se fijó en cuatro años el período presidencial, sin limitar las veces en que la misma persona podía ser elegida para el cargo. La cuestión se resolvió cuando, después de cubrir dos mandatos, George Washington, declinó la oferta de hacerlo para un tercer mandato, creando una especie de precedente.
Finalmente se adoptó la propuesta de un período de cuatro años, sin fijar límites en el número de reelecciones, lo cual algunos consideraban erróneo pues se corría el riesgo de que apareciera un caudillo, o una oligarquía.
Aunque Trump cuenta con una base electoral que agrupa a alrededor del 50 por ciento de los votantes, está por ver la reacción de ese sector y de la sociedad en su conjunto ante una propuesta de aspirar a un tercer mandato.
Entre la Declaración de Independencia (1776) y la aprobación de la Constitución (1789), transcurrieron 13 años en los cuales se debatieron a fondo todos los aspectos de la edificación del estado y del funcionamiento del país, entre ellos los procedimientos electorales.
Entre el momento en que, en 1797 George Washington declinó la sugerencia de presentarse para un tercer mandato y 1940 cuando, tras cumplir los dos primeros períodos, Franklin D. Roosevelt logró un tercero y luego en 1944 un cuarto, transcurrieron 143 años en los cuales gobernaron 31 presidentes, ninguno de los cuales intentó reelegirse una tercera vez. Aunque dos de ellos, Ulysses Grant en 1880 y Theodore Roosevelt en 1912, lo intentaron, no fueron nominados por sus partidos.
En las extraordinarias circunstancias creadas por la crisis económica mundial de los años treinta del pasado siglo XX, la Gran Depresión y la II Guerra Mundial, un político excepcionalmente talentoso y consecuente como Franklin D. Roosevelt, electo en 1933, se atrevió a aspirar en tres reelecciones presidenciales las cuales ganó, gobernando durante 12 años, hasta su muerte en 1945.
Concluida la guerra mundial y estabilizada la situación económica, el establishment estadounidense concordó en que el país no debería reincidir en el riesgo de que la continuidad electoral diera lugar al surgimiento de un caudillo capaz de prevalecer sobre las instituciones. Obviamente los pueblos y las élites constituyen una infinita cantera política y la continuidad en el poder crea riesgos para la democracia.
Así en 1951 fue aprobada la 22 Enmienda a la Constitución, según la cual: “Ninguna persona será elegida para el cargo de presidente más de dos veces…”. Después de la introducción de esa categórica legislación, cinco presidentes han completado dos mandatos sin ni siquiera sugerir la aspiración a un tercero: Dwight D. Eisenhower, Ronald Reagan, Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama.
Antes de eso, en 1804, 17 años después de aprobada la Constitución y 140 antes de que Roosevelt alcanzara un tercer mandato, fue adoptada la Décima Segunda Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, mediante la cual, los legisladores se aseguraron de que los criterios de elegibilidad eran bien comprendidos y, mediante la 12º Enmienda, precisaron que: “Ninguna persona inelegible para el cargo de presidente con arreglo a la Constitución será elegible para el de vicepresidente de los Estados Unidos”.
Legalmente, el único modo de alcanzar un tercer mandato presidencial en los Estados Unidos, es introducir sendas reformas a las enmiendas décimo y vigésimo segunda, cosa que tal vez no pueda ocurrir de una sola vez y se requieran dos enmiendas. ¿Cómo hacerlo?
Según el Artículo V de la Constitución de los Estados Unidos, existen dos formas para adoptar enmiendas constitucionales, lo cual ocurrirá cuando dos terceras partes de ambas cámaras lo estime necesario; o a solicitud de las legislaturas de dos tercios de los estados, ocasión en que se convocará a una Convención para proponer enmiendas, las cuales, serán válidas cuando sean ratificadas por las Asambleas Legislativas respectivas.
Por añadidura, el proceso para aprobar una enmienda o dos, como en este caso, suele ser dilatado y, dado que tiene que ser votada en los 50 estados y aprobada en dos tercios de ellos, puede tomar años. Todavía está el hecho de que un aspirante al tercer turno presidencial deberá someterse a elecciones primarias y después de ganar estas a la convención de su partido, correr en las elecciones populares y ganar el Colegio electoral.
Si Donald Trump aspira a continuar en la Casa Blanca, debe comenzar a trabajar, ¡Ya! Allá nos vemos.