El regreso del Imperio

Dudar si ha existido racismo en Los Estados Unidos de América, es como poner en tela de juicio que la tierra gira alrededor del sol.

La Revolución liberal que ocurrió en 1776 nunca tuvo un sentido social. Una parte de los habitantes de la región, quienes provenían de los primeros colonos que ocuparon las costas del norte de América, fundamentaron sus protestas y su lucha en el sólo objetivo de librarse de los controles británicos y gobernarse por ellos mismos.

Por aquel entonces los líderes del proceso independentistas y de la revolución que materializaron, consideraban a los negros por medidas: mulatos, quarterón, octarón, sangre pura (100% negro); al margen del color, quienes no pagaban impuestos tampoco eran parte del sistema político y carecían de ciertos derechos, entre ellos votar por sus representantes. Por tanto, fue discriminatoria desde un inicio, lo cual no le resta la importancia que tuvo para aquella ciudadanía que en medio de esas limitaciones también contaron con la implementación de un sistema judicial que a través de un siglo les permitió obtener muchas de las libertades que hoy disfrutan y continuar avanzando en aras de una mejor justicia individual, siempre con alguno que otro rasgo discriminatorio.

La semilla de la discordia viene de lejos, como de lejos les viene a las civilizaciones en general que se desarrollaron en medio de una lucha, a veces feroz y sanguinaria, por la supervivencia. Excepto que el tipo de civilización existente en este micromundo de América del Norte, la discordia ha conservado su potencial a niveles que no hallamos en otras culturas similares de Europa y el resto del Hemisferio americano.

Con el devenir de los años, ese racismo y discriminación latente, sólo afloraba por momentos, a veces breves y otras por periodos más extendidos, que se compensaban con logros tan trascendentes como la XIV Enmienda, el voto para las mujeres, el derecho al retiro, las luchas sindicales, hasta alcanzar los Derechos Civiles y el derecho universal a la salud a los 65 años de edad.

En las contiendas políticas, donde el insulto y las poses irreverentes siempre estuvieron presentes, el llamado a la violencia y el desprecio en bloque de todos los ciudadanos que apoyaban al oponente estaban muy lejos de ser una práctica común. Las ofensas al contendiente eran usuales, pero no así a sus seguidores.

Antes de la llegada de Trump al escenario político, la crítica de los asuntos turbios de gobierno, se denunciaban de modo puntual. Cuando Donald Trump hace su entrada en la política, los enfrentamientos políticos adquieren otro matiz.

Trump habla de una corrupción concomitante a un bloque de personas que gobiernan, alude a la existencia de prácticas dirigidas a destruir el país. En su búsqueda por encontrar un demonio que conspira en contra de la existencia misma de la nación, denuncia a los inmigrantes como resultantes de un plan malévolo. Los inmigrantes son el enemigo del pueblo. Denuncia la existencia de un lodazal en Washington, cuya existencia es el resultado de un grupo facineroso, conspirador, que inunda nuestras calles con criminales traídos de fuera para eliminar eventualmente a los blancos que “fundaron el país”. Esto último lo implicaba en sus discursos, sin expresarlo de plano. En ese sentido, otros seguidores de formación ideológica, se han encargado de enfocarlo de un modo más directo. A partir de enfoques de esa naturaleza, lentamente se han elaborado teorías conspirativas que explican cómo esos grupos perversos han diseñado planes para suplantar a los blancos con negros y latinos.

Charlie Kirk, el líder juvenil que fuera vilmente asesinado mientras realizaba una reunión de debate entre estudiantes, acusó a la congresista de Texas Jasmine Crockett, en su programa de podcast del 4 de agosto: “El gran reemplazo de los blancos es mucho más siniestro que cualquier proyecto de redistribución de distritos”.

Kirk se estaba refiriendo a la redistribución de los distritos electorales en Texas (como se hace en todo el país periódicamente) para la elección de los representantes. Esta reestructuración de los distritos se debe a que el número de representantes permanece igual pero la cantidad de ciudadanos a representar aumenta con el crecimiento poblacional.

En este caso Kirk acusaba a la congresista de que la distribución se hizo buscando que una mayor cantidad de negros y latinos fueran electos en oposición de personas blancas, un enfoque que, sin dudas tiene un carácter puramente racista.

“Eso es fundamental para el proyecto demócrata”, dijo Kirk. “Jasmine Crockett es sólo una figura de circo en toda esa operación”, y añadió: “No deberían tomarse en serio lo que dice. Es solo una broma. Lo que ella representa es muy serio: el intento contínuo de eliminar a la población blanca en este país”.

Esto es sólo un ejemplo de la tendencia general asumida por la posición del nuevo Partido Republicano, secuestrado por los seguidores fanáticos de Trump.

Ese modo divisionista, con un enfoque ideológico de una profunda ortodoxia se convierte en el arma de hacer política. Inventando enemigos, usando palabras soeces, recurriendo al insulto constante, ninguneando la otra parte con epítetos y calificativos despectivos, ganó multitudes de adeptos. De este modo ha emulado a los líderes de los gobiernos totalitarios y dictatoriales que asumiendo ese método controlaron mayoritariamente a la opinión pública. Se trata de un fenómeno relativamente nuevo que comenzó en el siglo XX.

Ese estilo no sólo aplica en el caso de los políticos megalómanos y erráticos que se apoderan de determinados movimientos y llegan a asumir los cargos máximos de gobierno, sino que es tan contaminante y peligroso que se ha apoderado también de la tecnología, especialmente de las redes sociales.

Una circular interna secreta de Facebook de agosto de 2019, filtrada por la informante Frances Haugen expresaba: “Diversas fuentes nos han aportado pruebas de que los discursos de odio, los discursos políticos divisorios y la desinformación publicada en Facebook y en su familia de aplicaciones afectan a sociedades de todo el mundo. También contamos con pruebas sólidas de que los mecanismos de nuestros productos centrales, como la viralidad, las recomendaciones y los potenciadores de implicación, tienen una responsabilidad en que estos discursos florezcan en las plataformas”.

Todo indica que Los Estados Unidos de América están atravesando una etapa que, de persistir, como es el caso, por ejemplo, de las nuevas estructuraciones políticas que se están estableciendo en el país, puedan llegar eventualmente a consolidarse. Eso conduciría a una nueva época que sería además de convulsa, muy peligrosa para la humanidad. Y para que esto suceda sólo haría falta que los defensores de dicho modelo estructural resulten electos en las elecciones próximas, lo cual no es un simple sueño de verano y puede suceder, si nos guiamos por la experiencia de las diversas sociedades que en épocas de crisis se han dejado conducir por el tipo de lenguaje que Trump va imponiendo con sus mensajes a medias, ridiculizando a sus oponentes y un mensaje claro de que aquellos que no están de acuerdo con sus políticas son enemigos y deben ser eliminados del ámbito público.

Son muchas las expectativas en juego y aunque eso nos parece lejano, lo más peligroso de todo es que aún quedan más de tres años de gobierno en los que, al nuevo imperio que se vislumbra le sobre tiempo para hacer crecer y afilar sus garras.

Si agregamos a esta actitud discriminatoria, aislacionista en los social, el sentido nacionalista que reclamó desde el primer momento, con lo cual también se aísla en lo internacional y le sumamos sus repetidos deseos, expresados en diversas declaraciones, respecto a sumar Canadá como un estado más y Groenlandia y las incongruencias respecto al territorio del Canal de Panamá, podemos inferir que existe un propósito a medio hacer de revivir la experiencia de sumar territorios como ocurrió en los primeros 120 años de historia.

Y no obstante lo señalado, si analizamos la movilización masiva de efectivos militares, incluidos cohetería de misiles frente a las costas venezolanas y aviones F-35 posicionados en bases del Caribe con la ridícula justificación de detener el flujo de lanchas contrabandeando drogas a las costas estadounidenses, podemos inferir que hay un tumor canceroso imperial en las vísceras de ese sector, porque como bien ha dicho el colega Jorge Gómez Barata “no se cazan gorriones con cañones”.

Por lo pronto me perdonan el pesimismo, pero no exagero al titular este trabajo: El regreso del Imperio. O al menos, como decía un viejo refrán de nuestros abuelos, “de lejos lo parece y de cerca lo es”.

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