El Dragón

El Dragón amarillo

Los ultras cubano miamense también recuerdan con gusto las frituritas chinas de frijoles carita, pero de los chinos no gustan. Mao Tse-tung fue un Satanás para ellos. Pero ni siquiera gusta de los mandarines imperiales que se distinguían por llevar sobre la seda del pecho un botón de rubí por ser ellos de alta categoría. Será porque tienen ojos rasgados, por ser muchos, por lo intrincado de su lengua o porque en la tarja del parque de Línea y L, en La Habana, hay esta inscripción: “No hubo un chino cubano desertor, no hubo un chino cubano traidor”.  muralla-china

Seguro que verián de manera atravesada al General de Brigada Moisés Sio Wong, fallecido en el 2010, quien se alza en la Sierra Maestra y Fidel lo nombra en tremendo cargo. Nada menos que Jefe de las Reservas Estratégicas: 10 sacos de azúcar prieta, cinco cajas de leche condensada y otras 5 cajas de salchichas marca “Escudo”, tesoro que se guardaba en una cuevita cerca de La Plata.

Por allí pasaban pelotones guerrilleros muertos de hambre, preguntaban si había algo de comer y él les daba un poco de azúcar prieta. Así repartió casi 4 sacos. Fidel un día aparece y le pregunta por las Reservas Estratégicas. Sio Wong le da el parte y Fidel se encabrona: “Coño, Chino, te hice jefe de esto, pero no podías repartir nada”. Poco después recibe una notica de Fidel ordenándole entregar las Reservas Estratégicas a otro rebelde llamado Otero y que él se ocupara exclusivamente del reparto de carne. Sio Wong se dio cuenta que estaba destituido. Carne no existía por ninguna parte.

Tampoco la ultra gustará del filósofo Confucio que pregonó que entre los principales deberes de un hombre de gobierno está amar al pueblo y tener como objetivo la paz universal. También que había que ser benevolente, amar al prójimo y ser leal.

Ellos llaman a los actuales dirigentes de la República Popular China “Los mandarines comunistas”. Y es que, política aparte, consideran al chino gente inferior, igual que al negro o incluso a latinos como ellos a los que llaman indios. El mismo menosprecio de cuando en Cuba veían como un ser sin valo al chinito de la tintorería o el que les vendía las licas flitulitas de flijoles calita, sin valorar que hace sólo dos o tres años los mandarines comunistas han convertido su país en la segunda economía del mundo luego de dejar atrás a Japón y a la espera de que para los años 20 dejarán atrás a los Estados Unidos también.

Se refieren a la República Popular China como un dragón de papel hecho gracias a los Estados Unidos. Y de papel nada tiene ese dragón amarillo. Y no es que sean mil 300 millones,o que anualmente construyan más rascacielos que cualquier otro país, que levanten complejos comerciales  y residenciales en Brooklyn, alquilen oficinas en el EmpireState, que hayan inaugurado hace doce años el primer tren de levitación magnética, que los productos made in China inunden el mundo, ni que la CEPAL informe que dentro de unos años el gigante asiático se podría convertir en el mayor socio económico de la región, desplazando a los Estados Unidos.

Y no hay que olvidar que en el siglo cuarto A.C. crearon una ballesta de alta intensidad que recorría 275 metros. Nadie más la tenía en el mundo. El enemigo andaba con arcos y flechas y ellos inventaron la de repetición. Una ballesta triple conuna potencia capaz de atravesar tripas a un kilómetro y medio de distancia.

Y fueron ellos, en busca de un elixir para la inmortalidad, los que inventaron la pólvora y en el año 1040 la producían industrialmente. El terrífico lanzallamas lo lograron hace mil años y sus pirocomandos hacían huir al enemigo o lo achicharraban lanzando chorros de fuego a20 metros de distancia. En el siglo XIII sembraban minas antipersonales. Y no fue ni la Colt, ni la Smith and Wilson, la primera pistola fue china. Salió a la luz en el año 1351, cuando hacía 20 años que realizaban estruendosos disparos con el primer cañón del mundo.

Sin embargo, el imperio menos agresivo de la historia ha sido el  chino.  Y en los albores del siglo XVII, con Europa en pleno Renacimiento, cuando Shakespeare escribía sus obras inmortales y Galileo escudriñaba con ojos de águila el Universo, no existía ni en Europa ni en otro sitio del mundo un reino que pudiera comparase con el de China, el cual, desde doscientos años atrás poseía impresionantes embarcaciones de 135 metros de eslora que podían transportar 500 hombres. Pero los chinos no las utilizaron para con sus bien apertrechadas tropas invadir a nadie.

Pero los ultra cubano miamenses no evolucionan. Siguen en el pasado, y en la parte del pasado que a ellos les parece buena. Y hasta se burlan que en La Habana se trate de revivir el barrio chino, algo en realidad no fácil de lograr.

Desconozco como andará el Mandarín de 23 y M, en La Rampa. No estará allí el solícito y amable chino Angelito, capitán del restaurant, ni en el bar Luisito, ni el compositor Loyola, ni Tony que había sido barman en New York. Pero si conozco que los chinos poseen una estación espacial propia, de la que no se habla en Miami, como si los pobrecitos chinos anduvieran todavía con pingas, que eran varas para llevar cargas al hombro y que dio origen a la mala palabra española.

A los ultras cubanos miamenses no les importa que los chino tengan excelentes relaciones con los Estados Unidos. Los odian porque se siguen llamando comunistas y son amigos de Cuba, de Venezuela, del presidente Correa, de Evo Morales y de la atractiva presidenta argentina.

Allá ellos. A los chinos hay que respetarlos. Por sus inventos, por lo trabajadores que han sido donde quiera que llegan y porque en Cuba crearon unas mulatas de ojos rasgados que son para chuparse los dedos, combinación del amarillo y el negro, además de habernos deleitado con las frituritas de frijoles caritas, el impecable planchado de la camisa y, sobre todo, porque en nuestras guerras no hubo chino desertor, ni traidor.

Les habló, para Radio Miami, Nicolás Pérez Delgado.

 

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