Ese antiguo refrán se hizo evidente este jueves en Nueva York durante la votación del proyecto de resolución presentado por Cuba ante la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el genocida bloqueo de Estados Unidos contra las familias cubanas.
Como era de esperar los representantes de los gobiernos de Estados Unidos e Israel, votaron en contra, pero otro dúo de representantes de gobiernos reconocidos por la ONU, se abstuvieron: Brasil y Ucrania.
Pero quienes desde hace treinta años seguimos con atención el debate en la Asamblea General, o desde hace más de seis décadas sufrimos como cubanos los efectos del bloqueo yanqui, no fueron Brasil y Ucrania, sino Jair Bolsonaro y Volodimir Zelenski, dos ultraconservadores que pasarán a la historia con pésímos resultados como presidentes de esas dos naciones hermanas.
A Bolsonaro le quedan menos de dos meses en la presidencia de Brasil, pues acaba de ser derrotado en las urnas por un amigo histórico de Cuba: Luis Inacio Lula da Silva, y terminará más temprano que tarde la pesadilla de los ucranianos con el desgobierno de Zelenki, quien ha lanzado a su pueblo a servir -como carne de cañón- los intereses de Washington.
La madurez de los seguidores de José Martí y Fidel Castro, permite a los cubanos saber diferenciar a los pueblos de los gobiernos, y recordar el afecto y los lazos entrañables que prevalecieron siempre entre Cuba, y especialmente sus médicos, con los pueblos de Ucrania y Brasil.
Para quienes pudimos ver por televisión en Cuba la magnífica presentación por el Canciller Bruno Rodríguez del proyeto de resolución contra el bloqueo, y presenciar después la contundente votación de 185 votos a favor, dos en contra y dos abstenciones, el hecho histórico constituyó la reafirmación de que la política genocida de Washington agrede no sólo a toda, sino por su carácter extraterritorial, a toda la comunidad mundial.
Y si el excelente diplomático cubano nos recordó la inteligencia y la valentía del Canciller de la Dignidad Raúl Roa García, sentimos vergüenza ajena por el triste papel desempeñado por el representante de Estados Unidos, quien leyó el mendaz y rídiculo texto anticubano que le redactaron sus jefes en el Departamento de Estado, tal vez el mismísimo Anthony Blinken, a quien en su propia cara –y lo pudimos disfrutar hace pocos días por TeleSur– dijo Gustavo Petro, Presidente de Colombia, que era totalmente injusto que Estados Unidos colocara a Cuba en la caprichosa lista de paises promotores de terrorismo.
Y el Canciller cubano recordó en su brillante intervención de este jueves en la ONU que la decision de reincorporar a Cuba a la ilegal lista de patrocinadores del terrorismo fue tomada nueve dias antes de la culminación del mandato del republicano Trump, pero mantenida por el demócrata Biden hasta hoy.
Dios los cría y el diablo los junta en su política contra Cuba y en la flagrante violación del Derecho Internacional y los Derechos Humanos en el mundo, y por tanto merecen compartir la gran derrota imperialista sufrida durante la trigésima aprobación de una resolución contra el bloqueo presentada por la pequeña Cuba, una de las naciones fundadoras de las Naciones Unidas.
Esta breve opinión, sin los datos de los cuantiosos daños provocados a Cuba por el bloqueo, me la solicitó Gustavo Pescetta, un colega argentino de La Plata, y aprovecho para compartirla con otros amigos de Cuba en Nuestra América y el resto del Mundo.
La Habana, 3 de noviembre de 2022.