Carlos Lazo tampoco se quitó el polvo del camino, para rendirle tributo a José Martí en Miami

Este 28 de enero del 2022 cerca de la 6 de la tarde Carlos Lazo, llega al Aeropuerto de Miami,  en una conversación telefónica con él me pregunta cuál es el busto o la estatua mas cercana de José Martí, porque tiene la intención antes de que termine el día llevarle un ramo de rosas blancas y hacer una breve trasmisión de homenaje al maestro Martí. Nos vemos en 40 minutos. Y así fue,  vino el presidente de PUENTES DE AMOR  a ofrecerle el respeto que merece el apóstol en el 169 cumpleaños y sin quitarse igualmente, el polvo del camino su primer acto, fue con el propio ejemplo martiano, AMOR CON AMOR SE PAGA.  Luego de explicarle hacia donde podíamos dirigirnos,  nos encontramos.
Bajándose del auto, me saluda y acto seguido me dice quiero leerte algo que escribí durante el viaje, lo escuché atentamente,  y ahora le trasmito ese texto a ustedes. Lazo meditó unos instantes frente al apóstol  y realizó una directa, anunciando su presencia en la próxima   Caravana del domingo 30 contra el bloqueo a Cuba de Estados Unidos. 

De José Martí me gusta todo. Pero si tuviera que escoger un texto; si tuviera que elegir entre uno solo de sus escritos, me quedo con Nuestra América. Leyendo este ensayo, cualquier ser humano pudiera encontrar algo de provecho. Muchas de las ideas expresadas allí son relevantes para cubanos y para personas de todo el mundo. Pero en Nuestra América también hay un mensaje especial para los emigrados cubanos.
A 130 años de su publicación, los cubanos de «fuera”, nos enfrentamos a problemas que tienen cierta analogía con los que enfrentaron Martí y los emigrados de aquella época: la falta de unidad. Dificultad para encontrar y articular un mensaje ecuménico y para trabajar por una meta común.
Como en aquel entonces, todavía hoy, entre algunos de nosotros, existe la esperanza fútil (a veces inocente, pero siempre estéril) de insistir en que los Estados Unidos intervenga en los asuntos internos de Cuba y “resuelva” lo que solo atañe a los cubanos. En la época de José Martí, la lucha era por independizarse de una metrópoli. Hoy, para muchos de nosotros, el meollo de nuestros asuntos radica también en consolidar esa independencia, liberando a Cuba de las cadenas del bloqueo.
Para enfrentar estos obstáculos, desde la lejanía de más de un siglo, Martí nos deja una fórmula, una ruta, un evangelio. “Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea…”. ¿Cómo curar la ceguera de algunos de nuestros hermanos? ¿Qué hacer ante el endurecimiento de las sanciones de los Estados Unidos a Cuba? ¿Cómo reaccionar ante la imposición de medidas unilaterales que asfixian al pueblo cubano? ¿Cómo responder cuando todo esto ocurre en medio de una pandemia?
Hacia allí fijamos nuestros ojos. “Lo que quede de aldea en América ha de despertar”. ¡Echar a un lado nuestras diferencias! ¡Superar egos, celos y miserias humanas! Aglutinarse alrededor de un objetivo común: auxiliar a nuestra gente en la Isla y exigir que cese una política de abuso que obstaculiza el normal desenvolvimiento de nuestro país de origen. Armados con “la fórmula del amor triunfante”, alcanzar una Cuba posible, sin bloqueo, próspera e inclusiva.
Esta pandemia ha diezmado a la humanidad, como aquellos “cometas que van por el cielo engullendo mundo”. La prioridad de los hijos buenos de Cuba, de los que aman y fundan, debe ser extenderle una mano solidaria a la familia cubana. No hay de otra. Sobran la maledicencia y la insidia. Están de más los dramas de barrio. Ya cansa el dime que te diré. “Los que se enseñan los puños, como hermanos celosos…han de encajar de modo que sean una las dos manos”. Ya basta de perder el tiempo. “Es la hora del recuento y de la marcha unida”.
Podemos diferir en ideales, juicios y apreciaciones. Pero lo que nadie puede negar, es que el bloqueo castiga al cubano de a pie. Podemos profesar la simpatía política que nos dicte nuestra conciencia. Podemos creer en religiones afines a nuestra espiritualidad. Pero lo que está claro para todos es que, incrementar el bloqueo contra un pueblo, en medio de una pandemia, tratando de instigar el caos y la desesperanza, es un acto criminal.
Hermanos, la epopeya que nos ha tocado, la meta amorosa y común que unirá a los emigrados será la de conseguir que se levanten las sanciones al pueblo de Cuba. Esa es la gesta de nuestro tiempo. Los que somos ciudadanos en Estados Unidos podemos alzar la voz ante nuestro gobierno, el de Washington, para que finalice esa política. Los que viven en otros lugares del mundo, también pueden ayudar para que sus líderes y sus comunidades conozcan y repudien el bloqueo contra la Isla.
Se lo debemos a nuestros abuelos y padres, a nuestros vecinos, a nuestros hijos. Para eso se requerirá de todas nuestras fuerzas y de todo nuestro amor. Si levantamos o conseguimos minimizar los daños que provoca el bloqueo, estaremos más cerca de ese ideal de nación martiana, “con todos y para el bien de todos”.
Carlos Lazo
28 de enero de 2022

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