ARMAS SECRETAS PARA UNA ELECCIÓN PRESIDENCIAL

ARMAS SECRETAS PARA UNA ELECCIÓN PRESIDENCIAL

                                                                                 

Julián Assange y Edward Snowden pueden ser las armas secretas en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, no exactamente a favor de Donald Trump, sino posiblemente de Putin, cuya formación en la cantera de la KGB lo dotó de las herramientas necesarias para utilizar tales fichas.  

En ninguna de las elecciones presidenciales efectuadas en los Estados Unidos desde que George Washington fuera electo en 1789, el factor externo fue tan importante ni ha operado con tanta facilidad y poco riesgo como ahora. La tecnología hace la diferencia.

Debido a la pasmosa facilidad con que una y otra vez son hackeados los servidores y sistemas informáticos de los Estados Unidos, cuyas embajadas y Departamento de Estado son dramáticamente vulnerables, los agentes externos actúan con total impunidad, y pueden disfrutar de apoyos tecnológicos y de otro tipo que aumentan considerablemente su eficiencia.

Ahora no es preciso exponerse como lo hizo William Mark Felt, el “Garganta Profunda” de Watergate, al encontrarse con Carl Bernstein y Bob Woodward en la penumbra y el ambiente toxico de un estacionamiento subterráneo.

Felt, que en 2005, más de treinta años después de Watergate, reveló a la revista Vanity Fair que él fue la fuente clandestina que desde dentro del FBI suministró a Bernstein y Woodward, reporteros del Washington Post, informaciones y pistas que le permitieron contar la historia que sacó a Richard Nixon de la Casa Blanca.

Lo curioso es que aquel funcionario, segundo de a bordo del FBI en la época, no era un agente extranjero, no traficó con información a cambio de dinero o prebendas, ni estuvo motivado ideológicamente. No era un radical que quisiera dañar a los Estados Unidos, o poner fin al capitalismo, tampoco estaba exiliado en Moscú ni alojado en una embajada latinoamericana en Londres.

Las insólitas afirmaciones del ex subdirector y jefe interino de la CIA, con más de treinta años en la labor de los servicios especiales estadounidenses, Michael Morell publicadas por el New York Times, aseveran que «En el negocio de la inteligencia, diríamos que el señor Putin ha reclutado al señor Trump como un agente inconsciente…». Dichas afirmaciones indican la capacidad de manipulación que puede aportar un manejo inteligente de datos de inteligencia.

La intervención del portal Wikileaks, que con la revelación de 19 000 correos electrónicos echó leña al fuego con la información de que funcionarios del Comité Nacional Demócrata conspiraron contra Bernie Sanders para sacarlo de la carrera presidencial y favorecer a Hillary Clinton, es una muestra de la efectividad en la labor diversionista desde el extranjero.

Cierto o no, el mensaje en clave de Edward Snowden, presuntamente desde Moscú, en el cual convoca a alguien: “…Contacta conmigo…Es el momento…”, es sobrecogedor.

Tal vez Vladimir Putin no mueva un dedo para poner en marcha acciones de este tipo, pero nadie debe dudar que las aprovechará y recibirá los dividendos que en tales casos acompañan a la duda. Queda tiempo y tela por donde cortar. Les cuento. Allá nos vemos.

 

 

 

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