
Por Carlos Lazo *
¡Agradecido de Cuba y agradecido de los Estados Unidos! ¡Sí! No hay contradicción. Porque para dar mas amor, siempre sobra espacio.
¡Agradecido a USA! Aquí, hace más de treinta años, tuve la oportunidad de formar una familia y de rehacer mi vida. Donde quiera que fui me tendieron la mano.
De tanto agradecer a los Estados Unidos, hasta a una guerra fui. Allí serví como soldado, medico de combate. Recogí a jóvenes norteamericanos heridos y muertos, entre sangre y explosiones. Aprendí que el único camino que merecen los pueblos es la paz.
Luego, para seguir agradeciendo, me hice maestro. Hace años le doy clases a niños estadounidenses. Les instruyo sobre lenguaje y la cultura hispanoamericana. Les enseño a ser agradecidos con sus padres y con sus comunidades.
En nuestros viajes a Cuba, he visto a mis estudiantes americanos bailar y cantar con los niños cubanos. Los he visto juntos. Son lo mismo. No los puedo diferenciar.
Pero también le agradezco a Cuba y a mi pueblo cubano. En aquella Isla recibí las señas de identidad que me han acompañado por siempre.
En la tierra de mi nacimiento recibí amor a borbotones. Recibí la ternura de mi familia, de mis vecinos, de los maestros que me enseñaron a leer y a escribir. Allí, de adolescente, conocí el amor. Allí aprendí el arte de multiplicar los panes y los peces. Sin aquellos cimientos de ayer no existiera esto de hoy.
¡Gracias! ¡A los de acá y a los de allá! No hay contradicción. No puede haberla. Yo soy aquellos y soy estos. Por eso le agradezco a mi pueblo cubano y a mi pueblo estadounidense. Yo amo, simultáneamente, a los unos y a los otros.
Por eso lucho todos los días, para tender puentes entre mi país de nacimiento y mi país adoptivo. Soy como el hijo de padres divorciados que batalla porque su mamá y su papá se lleven bien. Y si no lo hacen por ellos, al menos que lo hagan por sus retoños. Al final, los hijos son los únicos que sufren.
¿Está claro? ¡Agradecido de Cuba y de los Estados Unidos! Hay que agradecer todas las bendiciones y yo las agradezco. Ya les dije, no hay contradicción.
Si olvidamos las bendiciones de hoy, entonces, no las merecemos. Si olvidamos de dónde venimos, corremos el riesgo de renegar hasta de la madre que nos parió.
*Carlos Lazo
Organizador de Puentes de amor
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