Un nuevo equilibrio
Tanto en sus respectivos discursos en la plenaria de la Séptima Cumbre de las Américas, como en el encuentro bilateral, Raúl Castro y Barack Obama mostraron más coincidencias que desacuerdos. El cambio de época ha llegado al ámbito bilateral para avanzar en la solución del más añejo de los conflictos internacionales en occidente. Es un signo de los tiempos.
Todas las grandes doctrinas humanistas y los liderazgos inspirados en ellas son inequívocamente críticas. También lo son los discursos y los procesos políticos pasados y presentes. La crítica ha llevado a la confrontación.
No obstante, hasta hace poco, los promotores de todas las corrientes políticas, han presentado sus puntos de vista como síntesis de todos los saberes, y expresión suprema de las verdades, cerrando el paso al debate, y practicando un extendido género de intolerancia intelectual.
En la época moderna, invocando el liberalismo, la doctrina de matriz más ilustrada y permisiva que ha existido, desde mediados del siglo XIX se desató el anticomunismo, que alentó la más feroz persecución ideológica que se recuerde.
En anticomunismo fue, además de motivación del fascismo, el sostén ideológico de la Guerra Fría, del intervencionismo imperialista, y del neocolonialismo; y la justificación de cuanta acción reaccionaria realizó la derecha en 150 años, tanto en decenas de países como en los ambientes internacionales.
En nombre de la lucha contra la expansión del comunismo se demonizó a la Unión Soviética, se realizaron las guerras de Corea y Vietnam, incluso se desplegó el macartismo, que hizo peligrar el sistema político y la democracia en los Estados Unidos.
El anticomunismo fue la excusa para bloquear a Cuba y expulsarla de la OEA, y el anacronismo por el que todavía se le enjuicia y se le crítica. La persecución, los bloqueos, y las agresiones acorralaron a los países socialistas, Cuba entre ellos, convirtiéndolos en plazas sitiadas.
En la medida en que a esos países se les excluyó y se les cortaron los canales de comunicación, se encerraron sobre sí mismo. El occidente liberal llevó a la cárcel y al exilio a miles de luchadores por el socialismo, y en respuesta a la intolerancia e intransigencia, los países socialistas cerraron sus murallas a las ideas que, entonces con razón, consideraron hostiles e incluso enemigas.
Lo importante es que esa era terminó, y las doctrinas que antes eran antagónicas pueden ahora dialogar, interrelacionarse, imbricarse y enriquecerse mutuamente, lo que ha comenzado a ocurrir.
Las ideologías no han desaparecido, sino de que se comprenden mejor y asumen que, con criticarse y rechazarse unas a otras, se cierran los espacios para nuevas propuestas y para la innovación, que dicho sea de paso, es el único camino.
La convergencia en los enfoques de la VII Cumbre de las Américas evidencia que por primera vez en la región, las coincidencias políticas prevalecen sobre las contradicciones. Para bien, por intermedio del presidente Barack Obama, Estados Unidos ha comenzado a integrarse al consenso. Ojalá la tendencia se acentúe. Allá nos vemos.
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