Posando como un líder en tiempos de guerra, el presidente Donald Trump está construyendo un argumento político para desplegar soldados estadounidenses no en un conflicto extranjero, sino dentro del país, para reforzar sus redadas masivas de deportación.
Pero el gobernador de California, Gavin Newsom, el demócrata que encabeza el estado que lidera la resistencia contra un presidente con inclinaciones autoritarias, advierte que ha llegado un momento largamente temido para la democracia de EE.UU.
En una campaña emergente con implicaciones constitucionales importantes, Trump está creando una narrativa de invasión e insurrección. Exagera el desorden en los disturbios, saqueos y protestas relativamente contenidos en Los Ángeles. Y sugiere que, para mantener a salvo al país, está dispuesto a desplegar soldados en todo el territorio nacional.
Trump afirmó este martes repetidamente, y de manera falsa, que, si no hubiera enviado a la Guardia Nacional y a los infantes de Marina a Los Ángeles, la ciudad se hubiera “incendiado por completo”. El presidente también advirtió que estaba mirando más allá de Los Ángeles, mientras otras ciudades y estados, en especial aquellos gobernados por demócratas, se preparan para redadas más amplias contra migrantes indocumentados y posibles protestas.
“Si no hubiéramos atacado esto con fuerza, estarían por todo el país”, dijo Trump en el Despacho Oval. “Pero puedo informar al resto del país que cuando lo hagan, si lo hacen, se van a encontrar con una fuerza igual o mayor a la que aplicamos aquí”.
Luego, en un discurso altamente politizado dirigido a tropas en Fort Bragg, Carolina del Norte, el presidente retrató barrios enteros de Los Ángeles como si estuvieran bajo el control de una fuerza de ocupación compuesta por “pandillas transnacionales y redes criminales”.
“Liberaremos Los Ángeles”, dijo Trump, como si se refiriera a una ciudad tomada por un Ejército extranjero hostil. “Usaremos todos los recursos a nuestra disposición para sofocar la violencia y restablecer la ley y el orden de inmediato. No vamos a esperar siete u ocho días a un gobernador que nunca va a llamar y ver cómo arden las ciudades”.
Un día antes, Trump había sugerido que Los Ángeles es solo el comienzo, al declarar desde la Casa Blanca: “Vamos a tener tropas en todas partes”.
En otro acontecimiento del martes que pareció revelar las intenciones del Gobierno, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, según sus siglas en inglés) confirmó que la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, solicitó anteriormente al secretario de Defensa, Pete Hegseth, que ordenara a los militares en Los Ángeles arrestar a los manifestantes. Según informó el San Francisco Chronicle, Noem hizo esa solicitud —que probablemente violaría la ley si se lleva a cabo— en un memorando enviado el fin de semana. El DHS aclaró posteriormente que Noem redactó el documento antes de reunirse con Hegseth y Trump.
Newsom respondió a la creciente de Trump con un mensaje televisado a los ciudadanos de California el martes por la noche.
“La democracia está bajo ataque ante nuestros ojos. Ha llegado el momento que temíamos”, dijo el demócrata, considerado posible candidato presidencial para 2028. Trump “está destruyendo el proyecto histórico de nuestros padres fundadores: tres poderes independientes e iguales. Ya no existen pesos ni contrapesos”.
Un llamado a las tropas frente a una supuesta amenaza interna
El viaje del presidente a Fort Bragg celebraba el 250.º aniversario de las Fuerzas Armadas estadounidenses y, en tiempos más tranquilos, habría pasado casi desapercibido.
Pero su uso agresivo de la autoridad como comandante en jefe ha reavivado temores sobre sus tendencias autoritarias.
El discurso de Trump —por momentos indistinguible de un mitin de campaña— resultó chocante, dado que las Fuerzas Armadas se supone que son una institución apartidista. La imagen era la de un comandante en jefe movilizando a los militares para una misión en su nombre.
Fort Bragg ya ha sido escenario de este tipo de actos antes. Hace 20 años, el entonces presidente George W. Bush lo utilizó para dar un discurso televisado a nivel nacional con el que buscaba recuperar el respaldo público cuando este comenzaba a alejarse de la guerra en Iraq.
El manejo de la situación en Los Ángeles por parte del Gobierno actual también le da un tono ominoso a otro evento que conmemora los 250 años del Ejército de Tierra de EE.UU. un gran desfile militar en Washington este fin de semana. La espectacular exhibición coincide con el cumpleaños número 79 de un presidente que disfruta proyectar la imagen de un hombre fuerte y rodearse del resplandor marcial de soldados y armamento.
Trump marcó el tono con una advertencia sombría desde el Despacho Oval. “Si hay alguna protesta que quiere salir, se encontrará con una fuerza muy grande”, dijo a los periodistas. “No he oído nada sobre una protesta. Pero saben, esta es gente que odia a nuestro país”, afirmó sobre ciudadanos que podrían ejercer su derecho constitucional a la disidencia pacífica. “Pero se encontrarán con una fuerza muy grande”.
Reforzó esa atmósfera autoritaria mientras regresaba de Fort Bragg, retratando a Los Ángeles como una ciudad en guerra, una ilusión que busca mostrar más justificado el despliegue de militares en servicio activo.
“Yo solo quiero ver paz. Si hay paz, nos vamos. Si hay siquiera una posibilidad de que no haya paz, nos quedamos ahí hasta que haya paz”.
La estrategia de Trump ya ha funcionado antes
Esto va más allá de la típica hipérbole trumpista. Existe una larga tradición de líderes con estilo autoritario que crean o exageran incidentes de orden público para justificar el uso de las Fuerzas Armadas.
Las protestas han incluido escenas de agitadores lanzando objetos a policías, saqueos, quema de vehículos y otros disturbios, que líderes estatales y locales han condenado, aunque insisten en que la situación no justifica el despliegue de militares.
Desde el inicio, el Gobierno ha intentado aprovechar políticamente las protestas contra ICE.
El sábado por la noche, Trump anunció de forma repentina que enviaría efectivos de la Guardia Nacional, pese a la oposición de Newsom, la primera vez en décadas que un presidente toma tal decisión. Luego llegaron 700 infantes de Marina en servicio activo.
La descripción distópica de Los Ángeles como una ciudad secuestrada por “insurrectos pagados” y “animales” podría estar preparando el terreno retórico para un eventual uso de la Ley de Insurrección, que permitiría que las Fuerzas Armadas actúen como agentes del orden y realicen arrestos dentro del país.
Su estrategia, que se intensifica cada día, recuerda a sus afirmaciones de haber ganado las elecciones de 2020. En un principio, esto parecía absurdo. Pero la demagogia de Trump provocó un verdadero levantamiento contra el Gobierno federal y la democracia en el Capitolio de EE.UU. el 6 de enero de 2021. Millones de votantes terminaron creyendo su narrativa de un fraude electoral, lo que impulsó el mayor regreso político de la historia en 2024.
Resulta fácil imaginar al presidente consolidando percepciones falsas sobre la situación en California.
Aun así, Trump tiende a exagerar y a lanzar amenazas que no siempre cumple. Y su Gobierno todavía no ha utilizado a los militares en las calles de Los Ángeles para enfrentar directamente a los manifestantes. En su mayoría, están protegiendo varios edificios federales, lo que llevó a los demócratas a expresar su rechazo el martes, cuando el Departamento de Defensa reveló que la operación cuesta US$ 134 millones.
Y el Gobierno podría tener alternativas disponibles. Fuentes dijeron a CNN esta semana que funcionarios están evaluando opciones distintas a la Ley de Insurrección para reforzar la protección de los agentes federales que trabajan en la aplicación de las leyes migratorias.
Pero Trump ya tiene un largo historial de expresar en público sus intenciones y con frecuencia ignora las recomendaciones de actuar con moderación.
Sería lógico que intentara cooptar a las Fuerzas Armadas para avanzar en sus objetivos personales y políticos. Después de todo, ha reconfigurado todo el Gobierno de EE.UU. y los poderes del Ejecutivo con ese propósito desde que volvió al poder.
Los Ángeles es un “experimento”
Es posible que Los Ángeles no sea una crisis aislada.
“Creo que somos un experimento, porque si pueden hacer esto en la segunda ciudad más grande del país, tal vez el Gobierno espera que esto sea una señal para que todos, en todas partes, les teman”, dijo el martes la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass.
Los dos senadores demócratas de California, Adam Schiff y Alex Padilla, enviaron una carta a Pete Hegseth y al secretario de la Marina, John Phelan, para advertir que estos despliegues son una medida extrema e inapropiada.
“La decisión de desplegar personal militar en servicio activo dentro de Estados Unidos solo debería tomarse en circunstancias sumamente extremas, y este no es el caso”, escribieron. “Que este despliegue se haya realizado pese a las objeciones de las autoridades estatales lo hace aún más injustificable”.
La senadora Susan Collins, republicana de Maine, marcó una diferencia entre los Infantes de Marina y la Guardia Nacional. “Las fuerzas en servicio activo, por lo general, no deben participar en operaciones de aplicación de la ley dentro del país”, dijo Collins.
Aun así, está claro que el Gobierno ha llevado a los demócratas a una posición política incómoda y conocida, en la que han quedado con frecuencia desde que Trump irrumpió en la política presidencial y utilizó el tema migratorio como trampolín hacia el poder.
Y muchos de sus simpatizantes verán su actitud desafiante como una recompensa merecida por haber votado por él en noviembre pasado, sin detenerse a pensar si está actuando de forma legal o constitucional.
“Los agentes de ICE necesitan poder hacer su trabajo”, dijo Pete Hegseth el martes durante una audiencia en la Cámara de Representantes, reflejando la postura del mundo MAGA. “Están siendo atacados por cumplir con su deber, que es deportar a criminales ilegales. (…) Y el presidente Trump cree en la ley y el orden”.
Mientras tanto, Kristi Noem dijo a los periodistas que Trump simplemente está protegiendo a los ciudadanos comunes.
“Este presidente está defendiendo al estadounidense promedio, que quiere llevar a su hijo a la escuela de forma segura cada día, manejar su pequeño negocio y mantener a su familia. Esa es la acción que ha tomado”, afirmó a los medios desde el Despacho Oval.
Pero como suele hacerlo, el presidente recurrió a una imagen cargada de simbolismo, que evocó la inquietante idea de que ahora ve el país como una zona de guerra: “La única bandera que ondeará triunfante sobre las calles de Los Ángeles será la bandera estadounidense, que Dios me ayude”, dijo a los militares en Fort Bragg.
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Publicado:
10 jun 2025 19:24 GMT
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