Tirantez nuclear y recetas recurrentes

En 1945, Estados Unidos inició la Era nuclear. En los 80 años posteriores ocho países: Unión Soviética, Gran Bretaña, Francia, China, India, Pakistán, Corea del Norte y, presumiblemente, Israel que no lo reconoce ni niega, han completado el club atómico.
A pesar de que, con el colapso de la Unión Soviética, concluyó la Guerra Fría, entre los países nucleares existen más reservas y rivalidades que solidaridad atómica y compromisos. Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, son rivales de China y de Rusia, los cuales se declaran aliados estratégicos, aunque no han concertado ninguna alianza nuclear vinculante. India y Pakistán son adversarios mientras Corea del Norte recuerda una rueda suelta.
No obstante, la primera y quizás más importante coincidencia estratégica entre las superpotencias fue evitar la proliferación nuclear alcanzada como parte del ambiente creado por el Programa Átomos para la Paz que, en 1953 en la ONU propuso el presidente Dwight Eisenhower.
Al amparo de aquel programa, Estados Unidos se comprometió a cooperar con el desarrollo nuclear con fines pacíficos, sin que los países interesados se vieran obligados a acceder a la tecnología y el combustible nuclear, lo cual suponía enormes gastos y riesgos. Sumarse al programa, implicó la abstención de los países occidentales a desarrollar tecnologías nucleares.
Aunque no lo verbalizó, la Unión Soviética acogió el espíritu de Átomos para la Paz y aplicó sus preceptos y, del mismo modo que lo hizo Estados Unidos, colocó a sus aliados bajo su paraguas atómico, asumiendo su defensa. Con la creación de la OTAN en 1949 y del Pacto de Varsovia en 1955 esa situación se codificó.
En aquel acuerdo no escrito hubo dos excepciones, en 1961 Estados Unidos emplazó misiles nucleares de alcance medio en Turquía apuntando contra la Unión Soviética que, en 1962 hizo lo mismo en Cuba, lo cual dio lugar a la Crisis de los Misiles de 1962 que colocó al mundo a un clic de la Tercera Guerra Mundial.
Tras la aleccionadora experiencia, en 1968 los Estados Unidos, la URSS y otras potencias, al amparo de la ONU promovieron el Tratado de No Proliferación Nuclear suscrito por unos 200 países y, con altas y bajas, avanzaron en la detente nuclear.
No obstante, aquellos esfuerzos, después de la entrada en vigor el Tratado de No Proliferación, cuatro países: India, Pakistán, Corea del Norte y presumiblemente Israel, fabricaron bombas atómicas
Aunque, en cada caso Naciones Unidas, los líderes de los estados integrantes del Consejo de Seguridad y otros estadistas trataron de persuadir a los países empeñados en debutar con armas nucleares para que desistieran de sus propósitos y reprobaron su decisión de persistir, en ningún caso hubo amenazas del uso de la fuerza ni medidas punitivas contra de ellos.
El único conflicto internacional incoado por la intención de impedir que un país desarrolle armas nucleares, tiene por eje a Irán que, a pesar de asegurar que no intenta poseer armas nucleares, no logra convencer de ello.
No sería exacto decir que la oposición proviene sólo de los adversarios de Irán pues países como China, Rusia y Alemania que no lo son, acompañaron a Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia en los esfuerzos de los Cinco+1 para persuadirlo de no insistir en ese empeño.
En 2006 los miembros permanentes del Consejo de Seguridad (Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, Francia y China, más Alemania (5+1) comenzaron a negociar con Irán su programa nuclear para asegurar que no hiciera lo que decía no querer hacer. Después de arduas negociaciones, en julio de 2015 el grupo acordó con Irán el Plan de Acción Integral Conjunta, según el cual ese país no tendría posibilidad de, al menos en los próximos 25 años de construir una bomba atómica, cosa que según insistía no quería hacer.
Nunca, ningún país ha asumido tantos riesgos ni gastado tantos recursos y dinero para probar que no quiere hacer algo. Al llegar al poder, el actual presidente Donald Trump estimó que el acuerdo era imperfecto (en lo cual probablemente tenía razón) o que Irán incumplió lo acordado, abandonando el Tratado, lo cual liberó a Irán de compromisos. Aquellos polvos (unos y otros) trajeron la guerra que hoy se libra.
El diferendo ha conducido a una guerra que no es con armas nucleares, sino por las armas nucleares y que puede cesar, para lo cual es aconsejable volver a la situación inicial: (a) Irán renuncia a enriquecer uranio y se deshace de la tecnología para hacerlo. (b) Israel aclara su situación respecto a las armas nucleares (c) Los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, la Unión Europea, la Liga Árabe, la Unión Afroasiática, la Unión Africana y otras organizaciones acuerdan convertir a Oriente Medio, África del Norte y Asia Central en zonas libres de armas nucleares.
No digo que sea fácil, pero es seguro que por medio de la guerra Irán no conseguirá el progreso que procura, cosa que tampoco le aportará el enriquecer uranio. Por su parte, Israel no necesita una guerra que no puede ganar. La opción es cesar. Allá nos vemos.

Recetas recurrentes
Jorge Gómez Barata
Mediante un ataque masivo cuyo saldo inicial fue de unos 100 muertos y más de 300 heridos, sólo en Teherán, Israel ha comenzado una guerra por elección mediante ataques preventivos. Es más, de lo mismo que recién hemos visto. No son acciones defensivas porque nadie ataca a Israel y es electiva porque pudo haber sido evitada. Según el primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu: “Su país atacó al corazón del programa nuclear de Irán”.
De hecho, la más reciente acción israelí combinó un ataque masivo sorpresivo con acciones de precisión que constituyeron asesinatos selectivos contra altos mandos militares y científicos de la esfera nuclear. Netanyahu descartó que se trate de una acción aislada señalando que: “Se trata de un comienzo y que se tomará el tiempo necesario…”
En términos de impactos regionales los efectos y las reacciones pueden ser mínimos. Ningún país de Oriente Medio apoya a Irán, aunque  algunos, de palabra, condenan a Israel. Apenas pueden escucharse algunas condenas o apoyos, pero ninguna acción. Por su parte grandes organizaciones islámicas no estatales aliadas de Irán como Hezbollah, Hamas y los hutíes, pudieran realizar alguna acción más bien simbólica.
En cambio, el apoyo militar y político de Estados Unidos y las declaraciones favorables al estado judío por parte de las potencias y otros países de la región, hacen una diferencia significativa.
Con luz verde de Estados Unidos, esta vez Israel operó con más de 200 aviones, que lanzaron cientos de misiles, decenas de drones y misiles, contra más de 100 blancos entre los cuales hubo aeródromos e instalaciones de enriquecimiento de uranio, bases, refugios, instituciones o residencias en los que se realizan trabajos nucleares o radican científicos y altos mandos.
Durante el bombardeo inicial que, debido a la débil reacción antiaérea puede haber tomado por sorpresa a las defensas iraníes, fueron alcanzadas plantas de enriquecimiento de uranio y dados de baja Hossein Salami, general de división, jefe de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), general Mohammad Bagheri, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Irán y Ali Shamkhani, colaborador del líder máximo.
Refiriéndose a ellos, de modo frívolo, el mandatario estadounidense comentó: “Algunos iraníes de la línea dura hablaron con valentía, pero no sabían lo que estaba a punto de suceder. Ahora están muertos…”.
Las reacciones de Trump que obviamente cuenta con toda la información necesaria, no pueden ser más apocalípticas: “Les he dado todas las oportunidades a Irán para llegar acuerdos; no las han aprovechado…Las consecuencias serán mucho peores de lo esperado”.
Por su parte, como es habitual en situaciones pasadas, altos funcionarios de Irán, entre ellos el líder supremo, ayatolá Alí Jamenei, advirtieron que Israel «recibirá una dolorosa respuesta”. Entre tanto el canciller Abbas Araghchi, comunicó al secretario general de la ONU que el ataque masivo de Israel constituye una «declaración de guerra».
Otros altos funcionarios señalaron que los ataques de Israel no han sido capaces de “perturbar la voluntad ni el progreso de los científicos iraníes, y el programa nuclear del país continuará con fuerza y solidez”.
Los líderes de China Xi Jinping y Vladimir Putin y otros países, han condenado la agresión de Israel, aunque han llamado a las partes a la moderación.
El director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi quien en la  víspera había criticado el desempeño nuclear de Irán, advirtió que: “…Los ataques de Israel contra las instalaciones nucleares iraníes pudieran acarrear graves consecuencias no sólo para el país persa, sino también para la región y el mundo…”
A la vez, Grossi, instó a todas las partes a ejercer la máxima moderación para evitar una mayor escalada. Reiterando que cualquier acción militar que ponga en peligro la seguridad de las instalaciones nucleares conlleva graves consecuencias para el pueblo de Irán, la región y más allá», señaló.
Por otra parte, aunque los bombardeos israelíes dañaron la instalación nuclear de Natanz, por el momento Irán no registra contaminación radiactiva ni química, informó la Organización de la Energía Atómica de Irán.
El presidente iraní Masoud Pezeshkian aseguró que “El curso de la vida pública continuará sin interrupciones y que, con la ayuda de Dios, la nación iraní responderá con un espíritu valioso, con firmeza, sabiduría y fuerza al crimen del régimen de Israel, la entidad más odiada por la opinión pública mundial (SIC).
Por el momento, además del sufrimiento humano que la guerra genera, la interrupción de todo tipo de negociaciones, especialmente las nucleares entre Estados Unidos, Irán y otros países occidentales son altos costos iniciales.
Sin que ninguna otra guerra haya sido concluida, y el ruido de las armas y la sangre derramada perturbe la vida en Gaza y Ucrania, Israel con fines preventivos, abre otro frente también letal y probablemente duradero. Seguiremos al tanto. Allá nos vemos

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