El tiburón y las sardinas

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tiburones-y-sardinas (1)En tiempos de mi juventud  leí un libro  muy en boga entre  los estudiantes  de la gloriosa  colina universitaria escrito por el entonces Presidente  de Guatemala Juan  José  Arévalo- un  hombre de izquierda  y buen pensador revolucionario- que  con un impactante  título  intentaba clavarle  un arpón  en  el corazón al hambriento  cetáceo imperialista  que con la “mamita Yunai” en la avanzada-  así se le llamaban  a la  empresa norteamericana United Fruit- intentaba tragarse a cuanta república sardinita  latinoamericana tuviera  al  alcance de sus voraces  fauces.

Conversando una noche en La Habana con un  viejo amigo revolucionario que estaba aún en la plenitud de su vida salió el tema del imperialismo. La conversación  nos llevó  al libro del ex presidente  guatemalteco  Juan José  Arévalo por quien todos sentíamos gran respeto tanto  político como intelectual.

Surgió entonces  de mi parte  una pregunta hipotética. ¿Y qué pasaría entonces  si el tiburón cambiara de signo ideológico- que todo es posible  en la viña   Señor- si   allí  gobernara un sistema socialista? Una prolongada pausa meditativa y el viejo amigo revolucionario  respondió sabichosamente a la  interrogante: “Al principio pareciera que todo marcharía  como miel sobre hojuelas entre hermanos socialistas. Pero como siempre, después de la calma vendría la tempestad. Es que  los  tiburones aunque  se vistan de rojo seguirán  siendo tiburones  y como  «pejes» grandes querrán siempre  tragarse a los  «peces  chiquitos”.

Está en la  naturaleza del tiburón, blanco, rojo o de cualquier color, dije yo cerrando  el  tema sobre la “Fabula del tiburón y las  sardinas”. Es el ADN por  los siglos  de los  siglos, amén.

Y hasta la próxima entrega de El  Duende que con mi gallo me voy cantando a mi tumba fría. Bambarambay.

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