Por Freddy Pérez Cabrera y Juan Antonio Borrego
Hasta el fondo de los potreros de Fomento, al pie del Escambray, se fueron hace unos días Neyda Hernández Carballo y su gente de la cooperativa Armando Mestre a buscar el pasto que necesitaban para repoblar algunas zonas de la Plaza de la Revolución Mayor General Serafín Sánchez Valdivia, escenario principal de las celebraciones por el aniversario 63 del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
La peripecia de Neyda —algunos la llaman la flor del 26 por su impronta en materia de jardinería— representa apenas una pincelada en medio del hormiguero que en las últimas semanas ha venido transfigurando el paisaje del lugar: los constructores con el hormigonado de la explanada; los expertos del Centro Provincial de Patrimonio frente a la estatua del general espirituano mañana, tarde y noche; los trabajadores de Comunales sacándole brillo al concreto y los encargados de la organización del acto acomodando las sillas con tanta simetría como si formaran una compañía de ceremonias en la impresionante Tiananmén.
Acaso el rostro más visible de la celebración, la plaza sintetiza en buena medida el apogeo que se vive en el territorio desde que el pasado 11 de junio el Buró Político del Comité Central del Partido hiciera pública la decisión de celebrar en esta provincia el Día de la Rebeldía Nacional, una fiesta que los espirituanos no acogían desde el ya lejano 1986.
Cientos, miles, quizás decenas de miles de banderas han sido sembradas en cualquier parte de esta geografía al calor de las festividades; una cifra alta de viviendas fueron beneficiadas con trabajos de remozamiento y pintura; instituciones culturales —la Plaza de Los Olivos, la sala teatro Serafín Sánchez, museos y varias casas de la cultura, por ejemplo— cambiaron de rostro; unas 10 000 toneladas de asfalto cayeron como bendición sobre calles de varias ciudades…ntonces primer secretario del Partido en el territorio, Joaquín Bernal Camero, recuerda como si los volviera a vivir dos pasajes que poco o nada tienen que ver el uno con el otro: una caricatura aparecida en las páginas del periódico Escambray y los dos días que estuvo junto al Comandante en Jefe Fidel Castro.
La caricatura —un chofer con su carro a cuestas que ridiculizaba el tráfico en una ciudad asfixiada por la remodelación de la Carretera Central sin contar todavía con la actual Circunvalación—, porque representó un corrientazo para acelerar los trabajos constructivos, y la visita de Fidel, por todo lo que significó para su experiencia como cuadro político.
“Siempre pensé que Fidel conocía más a Sancti Spíritus que yo”, confesó Joaquín en reciente entrevista: “Él regresó a La Habana, pero siguió metido en la provincia, estaba interesado en que Sancti Spíritus fuera un gran productor de rasillas, quería también terminar el tramo de la Autopista Nacional entre Santa Clara y Sancti Spíritus, que tenía solo la mitad asfaltada, tenía planes para el desarrollo de la industria hotelera en la costa sur de Trinidad, para la Arrocera…”