Traducido del Más Allá por Max Lesnik.
“Pacá y payá y payá y pacá”.
La autorización a los cubanos de viajar al exterior y regresar a su país antes de los dos años, sin perder su estatus de residente en Cuba con todos sus derechos ciudadanos intactos, incluidos la propiedad de su vivienda, la libreta de abastecimiento, así como la medicina, la atención médica y hospitalaria gratuita, la educación desde la enseñanza primaria hasta la universitaria, son privilegios que sin duda alguna son dignos de ser agradecidos, aun por aquellos que no tienen la menor simpatía por el gobierno revolucionario cubano.
Digo esto porque acabo de leer un titular del diario El Nuevo Herald- la caverna de Miami- en el que se anuncia a toda plana que una jovencita “Disidente” vuelve a Cuba con el propósito de visitar la tumba de su padre, fallecido en un fatal accidente automovilístico, que a la familia de la víctima, se le ocurre calificar como “un premeditado crimen de carácter político”.
No vamos a poner en duda que el deseo y la buena intención de una hija de poner un ramo de flores en la tumba de su progenitor, no sea razón suficiente para regresar a un país, que según la viejera, de allí se fue hace casi dos años con madre y hermanos , porque según declaró entonces, temía por su vida y la de toda su familia.
Si la joven se sobrepuso a ese terror o encontró valor para superarlo, es cosa que solo ella lo sabe, pero lo cierto es que la jovencita Payá está en La Habana después de entrar por el aeropuerto José Martí sin ninguna dificultad legal que se lo impidiera, por lo que cumplió sin problemas su deseo de visitar la tumba de su padre a la vez que lograba de paso salvar la propiedad de la casa familiar, al regresar a Cuba dentro del tiempo requerido por la ley, una disposición que le garantiza todos sus derechos ciudadanos.
Por otra parte el relajo que han montado los llamados Disidentes” con sus viajecitos de “allá pacá y de acá payá”, algunos de ellos viajando más cargados de maletas y paquetes que una “mula” tradicional, es algo digno de un buen documental cinematográfico.
A la jovencita Payá le respetamos su deseo de volver a Cuba a visitar la tumba de su padre fallecido. Lo de que su viaje tenga segundas intenciones, como la de salvar la vivienda familiar puede ser cosa de gentes mal pensadas. Yo no digo ni lo uno ni lo otro. Los hechos son los hechos. Y ahí se las dejo y los pongo a pensar.
Y hasta mañana miércoles amigos de El Duende que con mi gallo me voy cantando a mi tumba fría. Bambarambay.
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