Cuando lo pasado nada vale.
En las historias de cualquier tema en el mundo actual hay cosas y hay otras cosas, que deben tenerse en cuenta y no se hace así. Los errores, unos a ex profeso otros por ignorancia, que en este último se aplicaría el viejo precepto romano de que “la ignorancia de las leyes no justifica el incumplimiento de ellas” (¿?) son perceptibles y pueden ser en ocasiones manipulados y en otras usados como arma de doble filo.
Recordemos en recientes años y otros casos más cercanos, entre los atletas del beisbol profesional, cuando se descubrieron a estrellas de este deporte – el yanqui Bonds, el dominicano Sosa y más reciente el venezolano Rodríguez, etc., etc., etc. – que establecieron records de bateos, hits, jonrones y carreras impulsadas y que al descúbraseles que eran estimulados por prohibidas drogas inyectables, unos sufrieron duras críticas, otros suspensiones, etc., pero a la larga sus trayectorias no fueron afectada ni se descontaron jugadas espectaculares que pudieron ser producto de ilegales métodos para lograrlas. Inclusive estas graves acciones pudieron dar victorias a equipos completos y hasta finales de campeonatos.
Entrar en revisar estos resultados finales donde se suman a jugar muchos intereses especiales y millones de dólares, se hace imposible por razones obvias. Las consecuencias podrían ser incalculables y eternas.
En resumen las sanciones no incluyeron la afectación de sus resultados espectaculares, estos fueron intocables y lo seguirán siendo en los futuros casos en que sucedan y se descubran estas ilegalidades para lograr triunfos artificiales. Inyectarse un estimulante prohibido por la mañana y después conectar un par de jonrones en el juego de la noche, para nada se tiene en cuenta. Es como si el fin justificara los medios.
Y todo esto es aplicable a la vida cotidiana. No es que nada sea perfecto en la vida, pero caramba las irregularidades son siempre mucho más que lo justo. Tenemos cercano el caso de algunos personajes de otras partes de historia, no solo en los deportes, como lo es el reciente escándalo que se formó alrededor del alcalde de Hialeah, Carlos Hernández y sus marañas de “garrotero” (prestamista de usura) con un delincuente de cuello blanco, “Felipito” que solo cumplió unos añitos de cárcel, después de estafar más de $ 40 millones personas.
El cómplice de fechorías, el alcalde Hernández, “amigo intimo” del susodicho truhán, pasó un proceso investigativo por sus “delitos” de servir de usurero con altos beneficios. Así dio termino finalmente al escandalito, donde se le impuso una simple multa de $ 3 mil y un pago de mil extras por gastos del proceso investigativo. O sea que “con $ 4 mil cañitas se limpió el alcaldazo de Hialeah, la ciudad que no progresa”. Así dijeron algunos residentes de ese municipio.
El asunto se limitó a que una llamada Comisión de Ética, consumió el caso en que donde de ser otros «ciudadanos» hubieran llegado a las cortes civiles con otras consecuencias y mayor escándalo.
Aquí también vemos como en el caso de los peloteros de marras, un delito común se convierte solo en una crítica y leve sanción y sus anteriores circunstancias no se tienen en cuenta parta revisar records, en este caso de una administración que ha sido dañada por estos hechos y que en particular afecta mucho la confianza del electorado, donde se pone en dudas mucho, por la que esta figura llegó a ese ansiado poder que hoy ostenta. El anterior alcalde Robaina (Roba y Ná) salió como un tiro culpable de hechos delictivos, ¿por qué no sucede igual con el señor Álvarez…qué hay detrás de toda esta toalla tirada?
Les habló “Desde Miami”, Roberto Solís.
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