En el incendio en la base de supertanqueros de Matanzas, cuatro tanques están comprometidos y el panorama se ha dificultado por las altas temperaturas, el tamaño de los depósitos y el viento
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Tres helicópteros militares realizaron más de 60 lanzamientos de agua de mar de 2 500 litros cada uno en la zona del siniestro. Autor: @PresidenciaCuba/Twitter Publicado: 08/08/2022 | 11:58 pm
•El Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, expresó este lunes que la población puede sentir tranquilidad, pues se está trabajando con observación de cualquier hecho que pudiera afectarla, tras el enorme incendio en la base de supertanqueros de Matanzas
•Susely Morfa Gonzalez, presidenta del Consejo de Defensa Provincial, informó sobre un recorrido realizado por la zona industrial y alertó que la situación es muy compleja y de mucho riesgo. A cada rato hay una explosión en el área. «A la misma altura de la complejidad es también la exigencia y disciplina»
•Sobre las 14 personas desaparecidas, Morfa González dijo que es una situación muy delicada y sensible con sus familias, las que reciben atención y se mantienen constantemente informadas. Al inicio se reportaron 17, luego fue hallado un cuerpo en el lugar del siniestro y dos personas aparecieron en los hospitales
•El teniente coronel Alexander Ávalos Jorge, segundo jefe del Departamento Nacional de Extinción del Cuerpo de Bomberos de Cuba, aseguró que cuatro tanques están comprometidos y el panorama se ha dificultado por las altas temperaturas, el tamaño de los depósitos y el viento, factores que han hecho que se cambien las estrategias de enfrentamiento
Boceto de lo que será la obra que la artista de la plástica Stephanie Rivero entregará al joven bombero Juan Carlos López, uno de los lesionados la primera noche del incendio.
En tierra el calor es agobiante, y la tensión también. Cada cual permanece atento a sus tareas y a las voces de mando. El fuego no para, la voluntad de extinguirlo, tampoco. Parece afán de David contra Goliat. Coraje el de los bomberos.
En el aire los helicópteros lanzan sus cargas de agua sobre las llamas, que las tragan, sedientas. Los viajes se repiten una y otra vez. Es cuestión de no cejar. Coraje el de los pilotos.
De nuevo en tierra, un silbato empieza a sonar, corto y seguido. Es la señal del vigilante de escena para salir a toda velocidad; las fuerzas obedecen, pero sin correr, no hay señal de desesperación en los pasos firmes y apurados. Volverán en un rato.
A la vez, otros trabajan en la propulsión del agua, los socorristas permanecen atentos a las lesiones propias de una labor tan extrema, los jefes indican y controlan desde el epicentro del desastre. Coraje el de esos hombres y mujeres.
En la zona industrial de Matanzas no se deja de luchar. Luego de cada repliegue táctico hay una nueva avanzada, para cavar trincheras que impidan el paso del combustible, para enfriar las superficies, para evaluar daños y riesgos.
Del otro lado de la bahía el pecho se encoge ante cada nueva explosión, y se piensa enseguida en qué sentirán los que están ahí, de frente al incendio, si desde lejos se puede llegar a experimentar tanto miedo. Coraje el suyo, es toda la respuesta.
Matanzas y su gente resiste, a pesar de las pocas horas de sueño, a pesar del lógico nerviosismo que supone un siniestro en curso y de la columna de humo que se cierne como oscura amenaza.
Coraje el de quienes, sobreponiéndose a todo ello, ofrecen sus casas y sus medios de transporte, su sangre y su comida, sus brazos y sus saberes.
Coraje el de las familias que en otras partes de Cuba saben a los suyos en combate cuerpo a cuerpo con las llamas, y coraje el de los venezolanos y mexicanos que andan también frente a ellas.
Coraje el de las autoridades que no desfallecen, y que en estas jornadas aciagas han recibido también quemaduras y lesiones, que tampoco han podido descansar, con el significativo peso adicional de la responsabilidad.
Coraje, en fin, el de la Isla, que se niega a decir ante la adversidad, «me rindo», que se hace una sola voz de aliento, un abrazo y un «Matanzas, aquí me tienes». David venció a Goliat. No seremos menos.