Una educación profesional “Made in U.S.A”.

   Hace unos días asistí a una graduación de una persona muy allegada, de una Escuela  de Enfermería. Por cierto que esta joven era Cardióloga en Cuba y siguiendo el “Sueño Americano”, esta madre soltera, termina trabajando en Miami de Guarda Jurado  (Security) en  una universidad y además como  empleada en una tienda de ropas, en segundo trabajo, ambas posiciones con salarios mínimos,  para poder sostener a su familia, un hijo menor que por su edad no puede aun trabajar sino solo estudiar. Esto también incluye los inmensos pagos para su actual logro educacional, que debe pagar aún  por largo tiempo, después de graduada. Y aun falta lo peor y costoso también que es el examen estatal  para su licencia de RN.  Aquí nada es gratis.

El acto se celebró en un salón de esos que se dedican a fiestas de bodas y otros eventos (un Ball Room). Hubo un improvisado escenario, unas cuarenta sillas para los estudiantes graduados y unas mesas perfectamente servidas con la parafernalia de una cena, aparentemente de lujo,  programada a los efectos. Los manteles blancos acompañados de los arreglos florales con rosas también blancas, daban la impresión acogedora de ese acontecimiento. No era a todas luces una graduación normal en un teatro escolar, donde nada habría que pagar, como pudiera ser  la costumbre en una sociedad “normal”.

Pero aquí la fantochería artificial del lujo “privado” de un institución cara – no las hay baratas –  es la orden del día.   Cada comensal invitado costó a la graduada, casi $ 30 por asiento  en las mesas. Gracias – digo yo – que recientemente esta muchacha habría recibido su devolución de “Income Tax” del Tío Sam y pudo costear los once invitados familiares que tuvo en su mesa. Ella realmente se sentía realizada por ese momento de su vida. Al msnos pudo llegar a graduarse de enfermara, ya que no puede por razones obvias económicas hacerlo de su carrera de especialista en cardiología que es lo que hizo durante muchos años an Cuba.

De pronto hacen su entrada solemne el grupo de casi una cuarentena  de estudiantes con sus togas blancas y en lugar del birrete acostumbrado en la cabeza llevaban las “cofias” de enfermería, al menos las féminas. En el estrado un grupo de hombres y mujeres, con sus togas y birretes de negro, como profesionales ya graduados con anterioridad entre ellos algunos ya de avanzada edad.

Se comienza la ceremonia todos de pie con las notas  del himno nacional  de Estados Unidos. Después una oradora va señalando por grupos a las ocho naciones representadas en el evento, cuando siempre en cada caso se ponían de pie y en frente un joven en posición solemne  con la bandera del país de turno y se oían las notas de cada himno nacional.  Cuando llegó en turno de Cuba, una ovación llenó el lugar y una inmensa mayoría de estudiantes se pararon con emotivos gritos de ¡ Cuba !

Después comenzaron las intervenciones de los dirigentes de esa Escuela de Enfermería local. Todos menos uno, en ingles. El tiempo transcurría y ya algunos invitados en las mesas, sentían algo de incomodidad por lo prolongado de acto y lo lejos que se dilataba  la hora de cenar.

De pronto se empiezan  a entregar los premios y los diplomas a los estudiantes. Uno por uno van subiendo al estrado y se toman las fotos y videos de costumbre con sus profesores y el director del centro educativo. Para después cobrar bien caro por unos DVDs como recuerdo.

Pero lo más interesante fue el discurso del director, un médico entrado en años, que entre otras cosas de su larga filípica, señaló con marcado énfasis, más o  menos esto: “…Sabemos que la educación superior en esta nación es muy cara y nuestra Escuela de Enfermería está entre estas. Pero lo que no entiendo es que algunos padres,  inclusive alumnos, se dan el lujo de gastarse decenas de miles de dólares en vacaciones, autos caros  nuevos, cruceros, remodelar sus viviendas, paseos por el mundo, caras ropas y zapatos,  etc. y luego se quejan de que tienen que pagar altos precios por las carreras universitarias…”

    Ahí se las dejo amigos y los pongo a prensar sobre este sistema capitalista en que vivimos.

Les habló, “Desde Miami”, Roberto Solís.