Los viajes al extranjero 

 

Aeropuerto-de-la-habana-cuba

 

Desde las épocas de la Edad de Piedra, pasando por las otras distintas etapas sociales de la historia de la humanidad, han existido derechos que han tenido los humanos a diferencia de los animales, que aunque parezca raro estos últimos también  lo ejercían pero  por instinto no por inteligencia. Entre estos derechos  estuvo siempre el de moverse a donde deseaban o convenía. Es decir viajar, tanto a lugares cercanos como a largos recorridos inclusive después que se crea el medio de comunicación vial a través de las aguas de ríos,  grandes lagos hasta atravesar mares. Por cierto y valga este aparte, eran sociedades justas donde se trabajaba y producía para la colectividad.

 

El poder trasportarse a gustos, deseos y conveniencias  particulares se hace un derecho como otros para la subsistencia humana.

Pero llegan momentos históricos también y suceden obstáculos hasta en países de la era contemporánea, donde viajar llega a supeditarse a leyes sociales de esas naciones. En nuestro caso de los cubanos de esa islita del Caribe,  que tenemos una especial predilección a la rebeldía, se pudo limitar por años este aspecto,  como en otros lugares, tanto el poder salir del país cuando se quisiera y por los medios permitidos como el regresar bajo las mismas premisas.

Las razones no son el objeto de este comentario sino sobre el derecho a viajar. Tratamos de hacer un símil con otros nacionales, por ejemplo de Estados Unidos.

Recodamos con gran orgullo cómo durante muchos años los criollos isleños  que viven y aun lo hacen en esta nación, hacían manifestaciones, caravanas, protestas de todo tipo contra el gobierno yanqui que durante mucho tiempo limitaba las salidas para regresar a la tierra y a los suyos, aunque fuera por un corto tiempo, hasta que finalmente estas presiones sumadas a otras de cambios políticos, lograron que ese “derecho” se restableciera con carácter ilimitado y que la respuesta de una madures lograda por la sociedad cubana, se hiciera reciproca al permitir libremente las salidas y regresos a la isla de sus nacionales.

Pero caramba, qué sorpresa para mucha gente, que E.U.A. este autobautizado “paladín de la democracia”, llegue a extremos de seguir impidiendo que sus nacionales puedan ejercer este derecho milenario de viajar y  en el caso particular  de Cuba y se siga con los relojes detenidos en las épocas de la Guerra Fría, aun hoy siendo punto fijo de discusión entre los que se deben centrar en mejorar las libertades civiles y no a coartarlas, en un llamado  Congreso que hoy vota aunque en mayoría apretada – 216 votos contra 210 – por seguir con las prohibiciones que frenan los viajes a Cuba – no sí a Vietnam o a China , por solo citar dos casos parecidos,  valiéndose como ya es una costumbre malévola, de artimañas de hacer parte de grandes presupuestos, las conveniencias de los que tratan por todos sus medios, de entorpecer nuevas  propuestas y acuerdos  de soluciones logradas después de medio siglo de fracasos, contra el pueblo cubano.

Les habló, “Desde Miami”, Roberto Solís