En los últimos cuatro días desde el 12 de junio al 15 del mismo mes, en esas fuentes no se escucha otro asunto que lo concerniente al ridículo desfile militar al estilo norcoreano o de los mejores tiempos del sovietismo, para celebrar la fundación del ejército estadounidense y a su vez el cumpleaños del gran líder, Donald Trump.
El otro asunto, que sin dudas es de gran importancia nacional en Estados Unidos de América son las manifestaciones de protestas que han tenido lugar en diferentes estados, con una asistencia que parece sumar varios millones de participantes. Todos ellos protestando por la manera en que los oficiales de inmigración han actuado contra los indocumentados. Procedimientos que se asemejan más a una cacería de animales que a la detención y debido procesamiento de seres humanos.
En esos afanes, de modo represivo al estilo de los nazis en sus momentos de mayor locura, han invadido los campos de producción de vegetales, donde los principales trabajadores son inmigrantes, algunos de ellos indocumentados, quienes hacen labores que los ciudadanos del país, generalmente no realizan, por la sencilla razón de que han pasado escuela donde han adquirido variados conocimientos que les permite participar en labores menos esforzadas y mejor pagadas.
Todo eso está bien que se dé a conocer porque son cuestiones que afectan la vida diaria del ciudadano y presentan la cara antidemocrática adoptada por esta administración en todas las esferas públicas y privadas, desde su comienzo. Esos procedimientos, entre otras cosas, han dado lugar a diferentes frentes de luchas laborales y cívicas, dirigidas a mejorar las relaciones sociales y el cumplimiento de las leyes, las cuales requieren ser acatadas, pero que también es de imperiosa necesidad que se hagan cumplir dentro del acatamiento al derecho ciudadano y sin apelar a la represión policial, al miedo y al chantaje de las autoridades que ostentan el poder.
De ese modo se están manifestando las famosas redes sociales y los “influencer”, título referido a las personas que encuentran un modo de vida en informar con independencia y muchos otros a teatralizar, asumiendo posiciones farandulistas. Pero sin restar importancia a los temas mencionados, un acontecimiento que los órganos tradicionales oficiales de prensa abordan a diario, es la guerra desatada por Israel contra Irán, algo que las redes sociales dentro de Estados Unidos de América, por motivos que desconozco, no mencionan.
Sin entrar en el análisis de las motivaciones que ambos estados tienen para rechazarse mutuamente, la importancia del asunto estriba en que dicho suceso afecta al mundo en general en variados y dolorosos aspectos, pudiendo incluso llegar a desatar una Tercera Guerra Mundial, como ya mencioné en un artículo anterior.
Según algunos analistas, especialmente economistas, vaticinan que las consecuencias pueden llegar a ser más desastrosas que las causadas por la guerra iniciada por Rusia contra Ucrania y los desajustes en la cadena de abastecimiento ocasionados por la pandemia del covid-19. Entre otras cosas porque Irán ya ha anticipado que el asunto no se va a concretar al lanzamiento de misiles y drones contra Israel, sino que lo van a extender más allá, atacando militarmente, pero de modo no convencional, las bases militares estadounidense en el área, algo que políticamente perjudica enormemente al Partido Repúblicano. Otro aspecto gravísimo para el abastecimiento mundial de petróleo, especialmente para India y China es el cierre del Estrecho de Ormuz, algo que puede ocurrir en las próximas horas y que las autoridades iraníes dicen estar analizando.
Es cierto que en medio de esto se halla la actitud de Irán de poder producir bombas atómicas, pero también es cierto que se ha estado negociando un acuerdo con Washington no del todo aceptable para los iraníes y que rechazan de plano los israelitas, el cual es un modo de conversar, ganar tiempo y dejar abiertas las posibilidades de un acuerdo feliz, al menos transitoriamente. Quedarían otros asuntos como poner sobre la mesa una declaración formal israelí sobre su capacidad nuclear, lo cual hasta ahora las autoridades de Israel ni aceptan ni niegan y entre otros aspectos como ver en la práctica si Irán cumple lo acordado y si las partes comprometidas facilitan que ese país pueda hacer un uso pacífico de la energía nuclear.
En medio de este escenario tenebroso de una guerra brutal, a la cual la humanidad no termina de renunciar, se agregan las actitudes contradictorias de las declaraciones de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, del presidente francés Macron y de otros más, criticando a Irán por haber atacado a Tel Aviv. O sea, Israel ataca a Irán bajo la asunción de que ese país está próximo a poseer la capacidad de fabricar una bomba atómica. Todo esto en medio de conversaciones con el presidente Trump para reunirse a discutir el acuerdo en Omán, que se había acordado para el pasado domingo día 15. Reunión que en gran medida el mismo Trump saboteó de antemano pretendiendo chantajear a Irán diciéndole que si en esa reunión no aceptaban en su totalidad la propuesta estadounidense, ellos no podrían detener a Israel de un ataque masivo contra sus instalaciones nucleares.
La postura asumida por la UE y los mandatarios cono Macron me recuerdan al gladiador que enterraron en medio del anfiteatro del Coliseo, dejando fuera sólo su cabeza. A continuación, en medio de unos espectadores enardecidos por los sanguinarios espectáculos a los que estaban acostumbrados, soltaron un león hambriento. El animal en pocos segundos divisó la cabeza de la víctima y se lanzó sobre ella con rugido aterrador y espumosas fauces. Al llegar junto a la víctima, se acercó lentamente y de modo inesperado, aquel hombre aterrado en su impotencia, sin posibilidad alguna de moverse, mordió con furia una de las patas del animal.
Éste, momentáneamente confundido ante aquel gesto inesperado e inexplicable para su sistema neuronal, retrocedió confundido. Fue justamente en ese instante que se escuchó salir de los enardecidos espectadores un grito de repulsa hacia el impotente gladiador: “juega limpio que a mordidas no se vale”.
Me parece muy bien que seamos parciales porque renunciar a serlo sería mentirse uno mismo, pero no hace falta ser genio para concluir que, para dirigir un país y la porción de un continente como Europa, también hay que ser mínimamente objetivos. Vergüenza debería darles reaccionar de ese modo ante un conflicto tan peligroso como se desprende del carácter de sus protagonistas.