
Para lidiar con la geopolítica contemporánea es preciso hacerlo en tiempo real, a partir de informaciones de calidad, premisas corroboradas y capacidad para abarcar la multitud de factores que se imbrican y concatenan. Un factor nodal es la comprensión de que el ecosistema de relaciones internacionales se forma por la interacción política, económica y militar de las superpotencias, actualmente Estados Unidos, China y Rusia.
Operar en tiempo real, no significa excluir a otros países circunstancialmente importantes, así como soslayar precedentes históricos que, de alguna manera, condicionan la actualidad, aunque tampoco subordinar el pensamiento, el desempeño y la búsqueda de respuestas a credos o dogmas, pretéritos, así como eventos o próceres, aunque significativos, trascendidos.
Entre los datos relevantes de la geopolítica contemporánea figuran que Estados Unidos quien posee la mayor economía y la fuerza militar más importante del planeta y es el polo de mayor influencia política, ideológica y cultural, el que concita mayor admiración y cuenta con más aliados, es obligado a compartir la llamada hegemonía con otros polos de poder.
En 1898 al derrotar a España en la Guerra Hispano-Americana, Estados Unidos prevaleció militar y económicamente sobre Europa. A ello se sumó al incremento de la presencia estadounidense en Asia expresada entre otros eventos en la guerra contra los bereberes (1801-1805), la expedición a Japón liderada por el comodoro Matthew Perry (1853) y la mediación en la guerra ruso-japonesa, que condujo al Tratado de Portsmouth (1905) y al presidente Theodore Roosevelt al Premio Nobel de la Paz.
El liderazgo de los Estados Unidos, virtualmente institucionalizado en América con la Doctrina Monroe (1823) alcanzó relieve global con la Primera Guerra Mundial en la cual, aportó alrededor de dos millones de efectivos que lo hicieron ganador, cosa que le permitió instalar los 14 Puntos del presidente Woodrow Wilson, y fundar la Sociedad de Naciones que reorientaron las relaciones internacionales, especialmente en Europa.
La guinda del pastel fue el papel desempeñado en la II Guerra Mundial, por el presidente Franklin D. Roosevelt como líder de la coalición aliada que, junto con la Unión Soviética, Gran Bretaña y China, lograron la victoria sobre el fascismo, capitalizada por Estados Unidos que alcanzó un enorme auge económico, incrementando su prestigio e influencia política.
Aquel estatus fue reforzado por el control de las principales entidades internacionales, como la ONU en la cual dispuso de una mayoría mecánica, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT) que, junto al establecimiento del dólar, como divisa de referencia internacional crearon una ventajosa situación que le permitió, entre otras cosas, asumir la reconstrucción y protección militar de Europa occidental y Japón.
No obstante, aunque pagando un altísimo precio, la Unión Soviética, aunque sin las capacidades mediáticas de que disponían los Estados Unidos, loado como ganador, emergió con importantes créditos que le permitieron reforzar su liderazgo a escala internacional, situación fortalecida con la proclamación de la República Popular China y la incorporación al club nuclear en 1949.
Un dato relevante en los anales de la geopolítica internacional es que, con la formación del Campo Socialista y la descolonización de la cual surgieron cerca de 50 nuevos estados, ninguno de los cuales fue inicialmente abiertamente pronorteamericano, el mundo se volvió bipolar. En aquel contexto cuando con la evolución del proceso revolucionario cubano el socialismo marxista debutó como elemento de poder estatal y fuerza ideológica en occidente, el liderazgo soviético y su influencia geopolítica se reforzó.
No obstante, debido a malformaciones estructurales, deficiencias de origen y gravísimos errores en la conducción de los procesos, principalmente la economía y los déficits de democracia y la atención a los derechos ciudadanos, los sistemas políticos soviéticos y del socialismo real, colapsaron.
A ello se sumó que los países exsocialistas y los veinte nuevos estados surgidos en los territorios ex soviéticos, unánimemente optaron por el capitalismo y la alianza con occidente, lo cual reforzó la condición de los Estados Unidos.
Entonces, en el horizonte apareció la unipolaridad que no se consumó debido al espectacular desarrollo de China, cuya relevancia comercial y económica, así como exitosas políticas de acercamiento a los países en desarrollo, especialmente africanos y la aproximación, por vía de las inversiones y el comercio a América Latina. Por razones predominantemente culturales y por la discreta estrategia china, aún no se traducen en influencia política, socavan el control norteamericano.
En estos quehaceres influyó notablemente el renacer de Rusia que, con el liderazgo del presidente Vladimir Putin aplicó una eficaz política económica, y retomó atinadas prioridades nacionales que reinstalaron elementos de la cultura política y psicología nacional rusa que fueron pausados por los enfoques ideológicos del socialismo real, convirtiéndose en un factor, aunque todavía no decisivo, influyente en las relaciones internacionales.
Las erróneas políticas occidentales que sumaron a la OTAN a los países ex socialistas, aproximando la organización belicista a las fronteras rusas, poniendo en peligro su seguridad nacional, contribuyeron al desastre que ha significado para Rusia, Ucrania y la OTAN la guerra en Europa, donde excepto Estados Unidos no hay ganador.
Aunque parece que el plan de 28 puntos de Trump no será aceptable para Rusia y mucho menos para Ucrania que, aunque a plazos medios no parece capaz de sostener los territorios de Donbass, tampoco luce dispuesta a entregarlos sin combatir, lo cual obliga a Rusia a conquistarlos por la fuerza con los costos políticos que ello entraña.
Sin paz en Europa, con la carrera armamentista a todo trapo, las amenazas y alardes nucleares, los riesgos de confrontación en Taiwán, turbulencias crecientes en los inmensos espacios del escenario del océano pacifico, es difícil calcular la evolución geopolítica global.
Por ahora la fuerza y la violencia ilegítimas tienden a ocupar espacios que hasta hace poco parecían ganados para la globalización positiva que, más temprano que tarde, se recuperará. Luego le cuento sobre otros aspectos del tema. Allá nos vemos
Geopolítica contemporánea
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