Podemos ya es ‘Marca España’.

En apenas cinco días, ese partido se ha convertido

en lo más conocido de España fuera de sus fronteras.   iglesias

El Partido Podemos de España: este es el marco programático para un proyecto de país digno de su gente. Un proyecto de país decente, moderno, inteligente, consciente de nuestras fortalezas y nuestras necesidades; consciente de la complejidad del presente y seguro de la fuerza del futuro. Un programa inteligente. Casi siempre los progresos más innovadores provienen de un cambio de perspectiva. Cuando algo no funciona, no es buena idea insistir en lo que te ha llevado hasta allí. Y esta es una de las grandes virtudes de la democracia, pues la democracia permite que las ideas se oxigenen y que las nuevas perspectivas aparezcan. Somos distintos, pensamos distinto, actuamos de forma distinta. Ahora bien, ¿necesita nuestro país enormes dispendios, inversiones faraónicas? ¿Necesitamos acaso inventar la pólvora? Lo cierto es que no.

Tenemos instituciones que contemplamos con orgullo; ya hay mucho camino recorrido. Tenemos las piezas, pero falta ordenarlas, ajustarlas, equilibrarlas. Aun teniendo materiales de buena calidad, han caído en manos de gobiernos torpes, cortos de miras y despilfarradores. Tenemos mucha riqueza mal distribuida por problemas de diseño. Por tanto, la solución requiere inteligencia y nuevas perspectivas: esas que hasta ahora se han ignorado porque no interesaban al entramado de poderes políticos y financieros, un entramado ciego al bien común. Un programa realista. Presentamos un programa realista frente al espejismo de quienes pretenden corregir los errores del pasado ahondando en ellos; frente a quienes sacan su medicina para un diagnóstico equivocado; frente a quienes ofrecen placebos para una herida profunda; frente a quienes hacen pasar sus intereses personales por medidas técnicas, y frente a quienes pretenden asentar los cimientos sobre el carrusel imprevisible del casino financiero. Frente a quienes creen, en definitiva, que se puede gobernar para la gente sin la gente. Tenemos la ventaja de no tener que utilizar nuestro programa para intentar disimular lo que de verdad somos, porque está claro quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde caminamos. Por eso podemos hacer un programa 12 realista, concreto y ajustado a las necesidades del presente.

Llevamos mucho tiempo diagnosticando el problema; ahora disponemos de las herramientas para solucionarlo. Entre ellas, un programa para el cambio, un programa para que el mañana llegue con fuerza, confianza e ilusión. Un programa nuevo, porque nueva es la fuerza que se compromete a desarrollarlo. ¿Qué implica que este programa lo defienda una herramienta como Podemos? En la respuesta a esta pregunta reside la gran diferencia con respecto a otras fuerzas y otros programas electorales. ¿Acaso pueden plantear una política energética sostenible y al servicio de las personas quienes pasan de la política a los consejos de administración de las empresas eléctricas? ¿Acaso podría desarrollar una política de servicios públicos eficiente, moderna y europea una fuerza política impulsada por quienes se benefician de las privatizaciones? ¿Podrían parar los desahucios quienes dependen de aquellos que desahucian? ¿Van a establecer medidas para luchar contra la corrupción y el fraude fiscal quienes forman parte de su artificio? Nosotros sabemos quiénes somos, y sabemos a quién nos debemos. Precisamente por eso, podemos. Un programa que aborda los problemas y las soluciones de manera integral.

Las recetas mágicas solo existen en los cuentos. La realidad es compleja, y acometer el diseño completo del diagnóstico y de la solución requiere una gran responsabilidad. Nuestro programa es, por tanto, un encaje de medidas que se necesitan unas a otras y que establecen, juntas, una base sólida para que el país crezca en equilibrio y para que en él se garanticen los derechos de las personas. ¿Cuáles son las cuatro patas que necesita un programa realista, inteligente, nuevo e integral? Es preciso afrontar con responsabilidad el hecho de que los derechos no pueden ser promesas vacías. Un país moderno no puede mirar para otro lado ante problemas sociales urgentes. Los derechos deben ser reales y deben estar garantizados, porque si no es así, no son derechos.

El primer derecho de todos es el derecho a tener derechos. Por ello, la orientación de nuestro primer bloque no admite discusión: Plan de Rescate Ciudadano. Durante los primeros cien días de gobierno se puede y se debe atender esta emergencia social indigna, dolorosa, vergonzosa, impropia de nuestro país. Porque hay que recuperar la vivienda, la salud, curar la herida de la deuda privada y de la pública, rescatar a las pequeñas y medianas empresas, recuperar y mejorar los salarios. Son problemas colectivos que requieren responsabilidad pública y altura de miras. No se trata solo de una cuestión de justicia o de que nadie quiera vivir en un país donde la gente sufre: sencillamente, no es posible levantar un país próspero sin equilibrio social; es una cuestión matemática. Si toda la mercancía se carga en la proa del barco, el barco se hunde y no avanza. Así que, en primer lugar, el barco tiene que estar equilibrado, y a partir de ahí podremos mejorar el motor. En segundo lugar, aunque como eje vertebrador del proyecto, necesitamos un diseño mejor; pero ni el mejor de los diseños funciona sin un buen motor. España PODEMOS. EL PROGRAMA DEL CAMBIO 13 tiene que afrontar el agotamiento de un modelo productivo ineficiente, descompensado y caduco. Nuestro país puede crecer más y mejor. Y para que esto ocurra, necesitamos reactivar el consumo; necesitamos más músculo salarial; necesitamos energías modernas; necesitamos adaptarnos a las transformaciones del trabajo; necesitamos revitalizar el campo y reindustrializar el país con políticas de I+D+i; y necesitamos un nuevo marco productivo en el que los trabajadores y los pequeños empresarios no tengan que ser héroes para sacar adelante sus proyectos. Hay que hablar de Empleo, innovación y nuevo modelo productivo. Si el motor no carbura, si no se genera más riqueza, no hay diseño ni equilibrio que valgan. Sin diseño y sin equilibrio, no hay motor que empuje. En tercer lugar, es preciso conocer bien el fin en virtud del cual hay que ajustar el diseño en una u otra dirección. Para nosotros este objetivo es, de nuevo, indiscutible: Gobernar para la gente. Nuestro objetivo es grande, pero tiene nombres pequeños: nos importan las familias, nos importa la infancia, nos importan las personas que cuidan y las que necesitan ser cuidadas, nos importan las viviendas, nos importan las mujeres, nos importa la cultura, nos importan las diferencias y la complejidad social, nos importa la salud, nos importan los migrantes, nos importa la educación. Nos importan las personas. El modelo económico actual, de hecho, cumple con su cometido: se debe a las grandes finanzas, a los constructores y a los grandes empresarios, y nadie duda de que cumple perfectamente su función. Por el contrario, aunque nuestro cometido también será eficaz, su finalidad será otra: se debe a las personas, y las personas podrán desarrollar sus proyectos de vida en paz, con libertad y seguridad material. Por último, y como hemos dicho desde el principio: somos la gente; no somos políticos. Cuando la ciudadanía accede a las instituciones no lo hace para disfrutar de privilegios.

Ahora bien, la honradez no es suficiente, igual que no basta con tener voluntad, pues las garantías formales y materiales son necesarias: recuperaremos las instituciones para la democracia. Hace falta garantizar, y hacerlo con urgencia, que en este país la corrupción solo aparecerá en los libros de historia y, para ello, hay que limitar los sueldos de los cargos públicos, prohibir las «puertas giratorias» entre la política y la gran empresa, levantar paredes de cristal en todas las instituciones e implantar medidas de evaluación y control para que sea la gente la que haga uso de ellas, las modifique, las mejore o las corrija. El nuestro es un programa ciudadano. De la ciudadanía y para la ciudadanía. Es el resultado de muchas miradas, de múltiples perspectivas; es el lugar donde se cruzan la sensatez de las personas de a pie con las aportaciones del trabajo de los expertos de la sociedad civil. En él se abrazan el orgullo de lo que tenemos con la frescura de lo nuevo que está por llegar. Seguimos trabajando, porque queda mucho por hacer. Pero ahora podemos hacerlo desde las instituciones: vamos a ganar esta partida para recuperar la democracia, la soberanía y el sentido último de la democracia, que no es otro que obedecer a la gente y atender sus necesidades. El momento es ahora.