Parece que Rubio no tiene presente que la Revolución cubana lleva 67 años de enfrentamiento a las acciones diseñadas por la CIA y otras agencias de inteligencia, por lo que acumula una amplia experiencia y conoce muy bien de qué pata cojean los políticos estadounidenses.

La ineptitud de los yanquis es tan amplia que le ordenaron a Hammer repetir el mismo guión que le fuera entregado en 2002 a James Cason, al ser designado a la entonces Sección de Intereses en La Habana, con instrucciones precisas del Departamento de Estado de provocar al Gobierno de Cuba para buscar su expulsión. En respuesta Estados Unidos retiraría su representación en la Isla y le solicitaría a Cuba que hiciera lo mismo con su misión diplomática en Washington.

Este propósito lo confesó Roger Noriega, subsecretario de Estado para el hemisferio occidental bajo la administración de Bush, durante una entrevista en el programa radial “Lo que otros no dicen”, de la emisora WQBA 1140AM en Washington.

Por aquellas payasadas Cason recibió el calificativo de “cabo Cason”, siendo la burla constante de los cubanos, pero no fue expulsado como soñaban en el Departamento de Estado.

Veintidós años después llega Hammer con el guión viejo, bien conocido por las autoridades cubanas, repitiendo las mismas acciones provocativas de Cason, al sostener encuentros con una extinta y desprestigiada contrarrevolución que no tiene prestigio alguno, incluso para las autoridades de Estados Unidos, según criterios plasmados en los informes enviados desde la misión en La Habana, al Departamento de Estado y la CIA, revelados en el sitio WikiLeaks, donde expusieron entre otras cuestiones:

[…] “Vemos poca evidencia de que las organizaciones disidentes principales tengan mucho impacto en los cubanos de a pie. Las encuestas informales que hemos hecho entre solicitantes de visas y refugiados, muestran que las personalidades disidentes o sus agendas son prácticamente desconocidas”.

[…] “Pese a sus afirmaciones de que representan a “miles de cubanos”, nosotros vemos muy pocas evidencias de ese apoyo… Cuando cuestionamos a los líderes disidentes sobre sus programas, no vemos plataformas diseñadas para llegar a amplios sectores de la sociedad cubana, sino que más bien dirigen sus mayores esfuerzos a obtener recursos suficientes para solventar las necesidades del día a día de los principales organizadores y sus seguidores…”

Nada ha cambiado, pero la incapacidad de Marco Rubio le impide estudiar esos antecedentes y solo copia viejos planes sin tener en cuenta los fracasos.

Con el añejo y gastado cuento de que: “Estados Unidos sigue comprometido en apoyar al pueblo cubano, promover los derechos humanos y avanzar en los intereses de seguridad nacional”, vuelven a tropezar con la misma piedra y se evidencia en las reuniones de Hammer con Martha Beatriz Roque Cabello, actriz de la conocida “Huelga del Aguacate”, cuando engañó a todos, incluidos los diplomáticos yanquis, de estar en huelga de hambre, hasta que la TV cubana divulgó las imágenes de como adquiría alimentos por una ventana al fondo de su apartamento.

Otros muertos resucitados fueron Oscar Elías Biscet, Berta Soler y el delincuente común José Daniel Ferrer, quienes trabajan solo por el dinero que reciben de los yanquis y carecen de ideología.

Es triste observar como un diplomático con amplia experiencia y preparación lo desprestigian con esos encargos, porque Hammer posee una amplia trayectoria diplomática y política, entre ellas ser Enviado Especial para el Cuerno de África; embajador en Chile y en la República Democrática del Congo. Subsecretario de Estado de Asuntos Públicos; trabajó como portavoz en el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca; director de Asuntos Andinos; vicepresidente interino en la Universidad Nacional de Defensa (NDU) y subcomandante de la Escuela Eisenhower de NDU, o sea que tiene preparación en temas militares y de inteligencia. Además, es licenciado en la Escuela de Servicio Exterior de la Universidad de Georgetown y tiene una maestría en la Escuela Fletcher de Derecho y Diplomacia de la Universidad de Tufts y en el Colegio Nacional de Guerra de la Universidad Nacional de Defensa.

En un desesperado intento por alcanzar el objetivo de su expulsión, Hammer dio un paso complejo al visitar la tumba de José Martí, héroe nacional de Cuba, en el cementerio de Santa Ifigenia en Santiago de Cuba, pasando por la del Comandante en Jefe Fidel Castro, durante su estancia en esa ciudad para reunirse con familiares de José Daniel Ferrer y de Félix Navarro.

Las autoridades cubanas no le han impedido ninguna de sus visitas a provincias, a pesar de las provocaciones cometidas, donde ha podido observar directamente la realidad cubana, los efectos de la guerra económica, comercial y financiera impuesta por su gobierno desde 1960, para intentar matar de hambre y enfermedades al pueblo cubano, lograr su desencanto y restarle apoyo a la Revolución.

Sin embargo, comprueba con total libertad y sin ninguna represión, el apoyo mayoritario del pueblo al proceso revolucionario, a pesar de las penurias causadas por las criminales leyes yanquis y las más de 430 sanciones adicionales impuestas por Donald Trump, porque disgusto no es sinónimo de oposición.

También comprobó la asistencia libremente de los creyentes a las iglesias y templos. Observó a los niños con sus uniformes y zapatos ir a las escuelas, sin el temor de ser muertos o heridos por tiroteos, tan comunes en los centros escolares de Estados Unidos.

En ningún país, un diplomático yanqui puede caminar sin escoltas o autos blindados en las ciudades, como lo hace Hammer en Cuba, situación que deber haberlo marcado positivamente, pues en otras naciones son repudiados y hasta agredidos por la política intervencionista y agresiva de Estados Unidos en el mundo.

Sin dudas, la experiencia que recoge Hammer en sus visitas es amplia y seguramente comprobará las mentiras que le dicen los contrarrevolucionarios, porque todos gozan de plena libertad para reunirse con él, sin ser molestados o detenidos como informan, con el fin de recibir los pocos dólares que aún les envían desde Estados Unidos. Ver para creer.

Por eso afirmó José Martí:

“La fuente más creíble de la verdad es nuestro propio examen”