Me acuerdo cuando de niño allá en mi terruño de San Antonio de las Vueltas que mi abuelita la “Vieja Teresa” me decía, para meterme miedo ante mis travesías infantiles que debiera esconderme debajo de la cama porque el Diablo había bajado del Infierno y andaba suelto por la tierra buscando a quien descargarle sus furias.
Hasta olor a azufre rodeaba el ambiente cuando mi abuela me aconsejaba serenidad y paciencia ante la supuesta presencia de El Diablo. Desde la crisis política mundial de los años treinta del pasado siglo XX cuando surgió el fascismo en Europa nunca antes creo que yo hubo tanta incertidumbre en el planeta.
Lo digo en serio. Ya siento hasta olor a azufre. No me voy a meter debajo de la cama como me aconsejaba mi abuelita pero si voy a mantener paciencia y serenidad ante la eventual presencia de Lucifer. Que el Diablo son las cosas y por si las moscas. Digo yo.
Y hasta la próxima entrega de El Duende que con mi gallo me voy cantando a mi tumba fría. Bambarambay.