Los años pasan, los disfrutamos, compartimos, los sufrimos y los vivimos. Cuando se habla de ese periodo de tiempo enmarcado en el calendario georgiano – que es el que usamos por acá – lo llamamos medio siglo, cinco décadas, diez lustros y lo que normalmente significa, “cincuenta años”.
Las representaciones de esos largos e inolvidables 18,250 días; 600 meses; 2,607 semanas, las acostumbramos a verlas en figuras y diseños, de dos anillos de compromiso, cuando se rehacen los votos de matrimonio; por ejemplo, alegorías representadas en cuadros, pinturas, tazas para el desayuno, porta fotos, adornos para las paredes, el número cincuenta se resalta cuando se conmemoran estos años en cualquiera de sus aniversarios.
Todo esto está muy espectacular, solo que habría que haberlos vivido para sentirlo como nosotros, como algo muy grande. Pocas veces se pueden cumplir dos veces estos años en la de vida y mucho menos cuando se trata de un aniversario de boda. Cumplir cincuenta de casados ya es de asombro. Son las llamadas Bodas de Oro que se celebran con gran regocijo por los que lo han concebido. Y si de ello se ha logrado alguna descendencia, como en nuestro caso, pues es el premio en la búsqueda de la felicidad. Así lo creo yo.
Este fin de semana hube de recibir una sorpresa compartida con mi esposa, que la considero extraordinaria y como mis comentarios deben, en lo fundamental, tratar asuntos de esta área de Miami, púes ahí va esta. Sucedió así y aquí.
Mi hijo menor, Roberto, nos invito a mi esposa, su mamá, y yo a una comida para celebrar los cincuenta años de casados, Fecha muy especial si se le añade que fue en el cumpleaños de mi pareja entonces, cuando unimos nuestras vidas, de manera legal, allá en Sancti Spíritus, Cuba, en 1,968.
Pero ya sobre el asunto de la invitación, que era suficientemente halagadora, el caso adquiere dimensiones muy emotivas, cuando al llegar al salón del restaurante en cuestión con grandes cristales, frente a las pistas de aterrizajes del Aeropuerto de Miami, se nos presentan unas grandes mesas llenas de personas amigas y de familia, todas muy queridas para ambos, mi esposa Lourdes y yo. Habría unas cuarenta presentes.
Se resaltaba la hija menor, Mercedes, sus hijos, los nietos, Gabi con su esposa Jessica e hija, la biznieta, Angie; también y la otra nieta Alicia con la otra biznieta Renesme. Solo me faltaron para hacernos sentir más la felicidad de ese momento completa, mis hijos que se encuentran en Cuba, Rafael y su esposa Isabel y mi nieta Olivia, su esposo Vladan y mi biznieto Adan, que viven en la Republica de Serbia. No obstante les sentimos presentes allí junto a todos nosotros en esos momentos.
Esos rostros tan familiares, alegres y aplaudiendo nuestra llegada al lugar, nos impactó tanto que por momentos quedamos en shock. Todos sonreían alegremente y les deseaban un feliz cumpleaños a mi esposa y a los dos, un venturoso aniversario de bodas.
La comida estuvo estupenda junto a finos vinos y cervezas, y el compartirlo con tanta gente amada, nos haría que al saborear todo, fuera de mayor y excelente gusto.
Todo se lo debo a nuestro hijo Roberto, su bella esposa Aileen y las dos hijas, Aileecita y Melaine, quienes se dedicaron en secreto a reunir a todos los presentes; realizar los arreglos del local, el menú y también donde se mostraba un bello cake de tres pisos como son habituales en las lindas bodas y unos finos globos junto a dos gigantes en dorado que formaban los números cinco y cero (cincuenta) . En cada mesa habían varios búcaros con rosas variadas y otro de los originales arreglos, fueros varios cuadros en cada una de esas mesas, con las fotos de nuestra boda de hace cincuenta años. Claro ambos lucíamos jóvenes entonces. Cosas para que los presentes pudieran llevarlo como suvenires.
Hoy ya pasado todo, aún nos queda en sabor del acontecimiento que logró entonces, retrotraernos a lo que nos ha tocado vivir en este largo e intenso medio siglo.
A los que hoy leen estas líneas, les damos las gracias por su atención personal al comentario del evento del pasado viernes, les deseamos que logren este aniversario y algo más. Aquí está mi comentario de hoy, ocurrido en Miami.
Les habló, “Desde Miami”, Roberto Solís Ávila.